En la práctica, la vida del venezolano que se encuentra en el país, transcurre irremediablemente en una turbulencia para observar el día a día y acostumbrarse a su limitado o nulo alcance para mejorar su calidad de vida de algún modo, incluso si se piensa en el largo plazo.
Sentirse aludido por esta pesadilla, quizás no sea en sí mismo un problema que esté asociado al pesimismo, sino que lo es con seguridad, a la condición inicial y necesario para comenzar una nueva travesía. En que consiste esta última, tendrá que descubrirlo cada quien. Lo real es, que sucumbir ante alguno de los estadios perversos establecidos en Venezuela no es la opción.
¿Cuánto se tendría que escribir más o menos detallado, para describir cada horror, cada abuso, engaño, ineficiencia y falta a las funciones públicas, maldad, robo al patrimonio nacional, violación de normas, desconocimiento de la ley, acto de totalitarismo, pedantería, impunidad hacia los criminales, entre otros actos, que demuestran la pobreza espiritual de una parte de la sociedad?; que para ellos, todo sigue invariablemente igual.
Ya nada asombra, ni de los pobladores ni de los jefes. Se perdió la perspectiva de nación y el reconocimiento consciente de lo que se desea ser y hacer mañana. Lo burdo de un cliché o narrativa que incluyen datos económicos y la palabra “dólar”, no solo ya es aburrida, sino contagiosa y ridícula. Lo que ocurre en Venezuela, es que ciertos acomodos son considerados sinónimos de estatus; un estatus que para la mayoría de los venezolanos no existe, o corresponde a la más abierta y grosera corrupción. Y ¿qué ocurre para mejorar la situación?: nada.
Cada día se presenta información sobre robos millonarios (en dólares) directos a “empresas del Estado”, decisiones ejecutivas que provoca el ingreso masivo al país de medicamentos sin registro sanitario, contaminados o con calidad inferior, que están perjudicando a la población. También instituciones sin ninguna cultura; pobres en su manejo financiero, sin rendición de cuentas y caja de recursos para actividades de proselitismo. Y ¿Qué se observa que ocurra?: absolutamente nada.
Para no seguir golpeando el ánimo, no más ejemplos. Aunque valdría la pena mencionar uno adicional, que al tiempo que corre; es decir, preparativos de eventos electorales por venir, la de una especie de epidemia (ya histórica) entre los que optan a cargos de elección dentro de la población; es decir, al poder político, municipal, estadal y nacional. Momentos para ver intentar mantenerse a un prepotente, inepto dilapidador de recursos u operador de fuerzas subversivas.
Luego de la fama, el cargo o puesto, entre mucha publicidad, escoltas y carros blindados, poder ser el centro de atracción y lo que pueda derivarse a alguien por la adulancia recibida, es la meta para muchos en las instancias de la política y otros ámbitos. Lo que motiva en medio de todo, es la posibilidad real de cambiar la percepción de lo que tenemos y podemos lograr en Venezuela, un propósito que define un futuro muy distinto a la forma en que hoy vivimos
@abrahamsequeda