“Yo como mediíto. Aquí donde yo vivo hay muchos niños con bajo peso, pero hay otros que pesan más que yo”. Esa es la realidad de Luis Nieves, una persona de 84 años de edad, incapacitado según la ley, de cuando trabajaba en la CVA (Corporación Venezolana Agraria y posteriormente Corporación Venezolana de Alimentos), que “no volvió a acordarse de mí”.
Walter Obregón / Corresponsalía lapatilla.com
Nieves presenta dificultad para caminar, y lógicamente para trabajar. Vive solo en un rancho de latas en el parcelamiento Buena Vista, ubicado en la intercomunal de Barinas. A pocos metros está su hijo con la familia, quienes también tienen inconvenientes económicos, por lo que está obligado a depender de la bolsa Clap (Consejo Local de Alimentación y Producción), que llega una sola vez al mes a esa comunidad. El hombre sobrevive también con lo poco que su descendiente le puede ofrecer.
Bolívar Rivera Montalbán, con 86 años de edad, se encuentra en condiciones similares a las de Luis Nieves: está solo en un rancho de latas, camina con dificultad, duerme en un chinchorro, su cocina es un fogón de leña y su alimento lo recibe una vez al mes, cuando llega la bolsa Clap que no se la cobran.
“Un día como arroz, otro frijoles, y así voy cada día. Preparo una sola cosa para que me rinda en el mes lo que trae el combo (Clap) y poder comer tres veces al día. Pero ya no recuerdo cuando fue que comí carne o pollo”.
Cada 18 de noviembre se celebra en Venezuela el Día de la Alimentación. En las instituciones escolares, sobre todo de preescolar a educación básica, es materia obligada organizar un compartir entre docentes y alumnos, hablar de los beneficios de alimentarse bien, de forma balanceada, mencionar cuáles son las proteínas, hortalizas, frutas, que hacen más rico el plato de cada comida, aunque en la actualidad ese sea un sueño inalcanzable para muchas familias de este país.
“En las escuelas nos encontramos con situaciones que son difíciles de explicar. La mala alimentación no solo está afectando a los alumnos, que incluso llegan a clases sin haber desayunado, sino que es una realidad que estamos viviendo con nuestros docentes, que por un lado envían a sus hijos a la escuela y ellos van por otro a dar clases, sin que ninguno de los dos haya disfrutado la primera comida del día”, lamenta el sindicalista del magisterio de Barinas, Víctor Venegas.
Mirada de la ONU en Venezuela
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en la edición 2023 del Panorama Regional de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición, presenta una actualización de los datos y tendencias de la seguridad alimentaria y la nutrición en los últimos años.
Los datos más recientes evidencian que entre 2021 y 2022, se lograron progresos en la reducción del hambre y la inseguridad alimentaria en América Latina y el Caribe, incluyendo a Venezuela. No obstante, los avances logrados están lejos de las metas establecidas de poner fin al hambre y así cumplir el Objetivo de Desarrollo Sostenible.
“Una de cada cinco personas en la región no puede acceder a una dieta saludable y la malnutrición en todas sus formas, incluyendo el retraso del crecimiento infantil, las deficiencias de micronutrientes y el sobrepeso y la obesidad, continúan siendo un importante desafío en la región”, dice la presentación del informe.
Echando un vistazo hacia el año 2022, a través de la FAO se pudo conocer que en Venezuela 6,5 millones de personas pasaron de no alimentarse bien a padecer hambre. En ese mismo informe especializado se precisó que el 4,1 % de los niños venezolanos menores de cinco años sufría desnutrición aguda, que viene a ser una condición que “pone en peligro la vida” de quienes la padecen y es causada por una ingesta insuficiente de energía y nutrientes, una mala absorción de energía y nutrientes o una enfermedad frecuente o prolongada.
Entre enero y agosto de 2022, diagnosticaron con desnutrición aguda en Venezuela a 8.199 menores de cinco años.
A su vez, por los datos arrojados en aquel informe especializado, la ONU y sus socios atendieron a 344.300 personas a quienes detectaron problemas relacionados con nutrició. De estas personas, cerca de 4.600 eran mujeres embarazadas y en período de lactancia, que presentaban bajo peso.
Según el informe, los índices de hambre bajaron en Venezuela, pero el avance hacia la recuperación ha sido tan bajo que las estadísticas de malnutrición en este país lo ubican entre los cinco países con este tipo de problemas, después de Haití, Bolivia, Honduras y Nicaragua.
Inseguridad alimentaria
Consultores 21, una empresa que desde hace 38 años se enfoca en las áreas de investigación de mercado y opinión pública, hace dos meses realizó una encuesta para conocer en qué punto se encuentra la seguridad alimentaria de los venezolanos. Con una muestra en ocho regiones del país, los resultados son preocupantes debido a que nada ha mejorado en Venezuela.
La empresa consultora venezolana, según explican, utilizó una escala corta con seis ítems o preguntas, diseñados por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA por siglas en inglés), por el cual lograron determinar que de 10 hogares venezolanos siete padecen “algún grado de inseguridad alimentaria”.
El desalentador resultado muestra que los números del año 2022 siguen siendo los mismos, es decir, existe un estancamiento ante el progreso de las garantías de alimentación familiar de los venezolanos.
Otro dato desfavorable para Venezuela lo presentó el Banco Mundial en el mes de junio de este año, ubicándonos a la cabeza de una lista de 10 países con “inflación nominal de alimentos”, debido a que consideran que es la más alta del mundo con 414 %.
Sobrevivir con una Clap
Como ejemplo del bajo nivel adquisitivo de los venezolanos tenemos a Luis Nieves del parcelamiento Buena Vista de Barinas, cuando expresa: “Aquí vivimos muchos pobres”, tomando como referencia su condición y la de sus vecinos.
“La bolsa del Clap me alcanza para cinco días del mes, porque viene a visitarme alguien con hambre, en su mayoría niños, y comparto lo que tengo. Eso me garantiza que cuando no tengo, ellos me traen una arepita un día, otros vienen después y así subsisto”.
El concejal suplente del municipio Barinas, Arnoldo Rubio, es amplio conocedor del modo de vida de la gente en los barrios y sectores, entre los que se cuentan aquellos que hace unos 20 años se fundaron y todavía no han sido consolidados.
“Hay familias que no tienen como paliar la inseguridad alimentaria, porque a su alrededor no hay fuentes de empleos que le ayuden a redondear el salario de empleado u obrero de la administración pública, reflejando así una gran precariedad. Por eso la diáspora”, explica.
Bolívar Rivera Montalbán, siendo una persona de la tercera edad, busca la forma de valerse por sí solo. No obstante, hay realidades que no le favorecen como, por ejemplo, la pensión que cobra de 130 bolívares mensuales, que a su juicio “no alcanza para nada”.
Trasladarse del parcelamiento Buena Vista al banco y regresar a su rancho de latas, tiene un costo de 20 bolívares, por lo que ya le quedan solo 110 bolívares para comer, porque nunca más volvió a comprar ropa, tampoco productos de higiene personal, entre otros.
¿Qué hacer al respecto?
Teniendo en Venezuela casi un 90 % de familias con insuficientes recursos para comprar comida variada y nutritiva, y más del 80 % que comió menos de lo que debía por falta de dinero, según el informe presentado por Consultores 21, lo más importante e inmediato sería la implementación de un ajuste salarial, tal como lo reclaman los gremios venezolanos.
Asimismo, garantizar el combustible que, debido a la crisis de suministro en la actualidad, ha frenado el trabajo del campo para avanzar en la preparación del venidero ciclo de siembras y cosechas, como lo explican los voceros de las federaciones agrícolas del país, lo que también evitaría el incremento de los precios en los mercados de hortalizas, frutas y verduras, siendo así más accesible para el consumidor.
Mejorar los servicios públicos, primordialmente agua y electricidad, indispensables para la calidad de vida y manejo productivo del comercio en general, del cual se depende para la generación de empleos, como los exigen los grandes, medianos y pequeños comerciantes que se han negado a cerrar sus establecimientos pese a la crisis económica.