No obstante, los que hemos sido más visionario o más acertados en ver lo invisible, hemos gastado energía en vano tratando de abrirles los ojos e esos opositores, que no ven más allá que a un régimen que hay que atacar, cayendo en la iniquidad que se deriva de un gran estupidez traidora de la patria, como el de pedir la intervención extranjera para imponer medidas de fuerza militar y/o económica, que en lugar de beneficiar al anhelado cambio lo que han hecho es generar hambre y miseria, ya que al no permitir la producción y la generación de ingresos en nuestras industrias del Estado, especialmente PDVSA, es imposible generar recursos para los dos elementos básicos, excedentes dinerarios y eliminación del factor inflacionario que es la máxima expresión del sistema económico.
No podemos dudar, de que el mal generado causante de la situación que vivimos desde hace muchos años, fue el producto del error del pueblo que creyó en el fenómeno Chávez, y lo llevo a la presidencia de la República, y éste a su vez generó la nueva Constitución, la “bonita y mejor del mundo”, que comenzó a ser violada cuando sin escrúpulos se estableció con bombos y platillos la llamada “revolución del Siglo XXI”, esa que viniendo para quedarse, a pesar de su fracaso aún se mantiene por la referida iniquidad opositora; esa que comenzó con el “Chávez vete ya”, pero que se transformó en un eslogan de la oposición.
Indiscutiblemente, no podemos olvidar ese trozo de la historia que quedara en el olvido; esa que los estudiosos han concentrado en el trauma económico, el olvido de la producción, de la inseguridad personal, la persecución política y otros traumas conformantes del fenómeno migratorio venezolano, que con estadísticas ciertas o no, se estima en más de 7 millones de venezolanos que han huido de su país, que como dicen los analistas, “resume el más terrible de los escándalos sociales: gente que huye de la desesperanza. Son millones de venezolanos que han cruzado las fronteras porque se niegan a vivir en un lugar ?su propio país? en el que han sido destruidos todos los engranajes para alcanzar una vida mejor. Se huye de esa combinación letal que es pobreza y desesperanza”, no obstante, el resto de los venezolanos ha permanecido en el país y pueden contar otra historia.
Han dicho algunos promotores políticos que enfrentan la crisis, “que es este el marco en el que corresponde responder a la pregunta de si ese poder, dueño y señor del Estado venezolano, que opera con el objetivo de someter a cada persona, a cada organización, a cada empresa, que ha destruido el Estado de Derecho, puede encabezar una iniciativa, una acción organizada y duradera, un proyecto nacional que tenga como objetivo, reducir y lograr una disminución de la pobreza”.
También pregunta’: si ese poder dueño y señor ¿Puede? ¿Quiere? ¿Le interesa?; igualmente se responde: “No puede porque no quiere. No quiere porque no le interesa. No está en sus fines. Hay que entenderlo: su fin esencial no es producir ningún bienestar a la población. No quiere asistir a nadie, no quiere remediar los padecimientos, no se moviliza para liberar a las familias de sus problemas, para proveerles de una vida mejor. No. En absoluto. Sus intereses son otros: silenciar a esa población que apenas sobrevive; impedir que protesten; evitar, al costo que sea, que intenten ejercer sus derechos. La pesadilla del poder consiste justo en la posibilidad de que un día, millones de personas salgan a la calle a decir ya basta. Su trabajo consiste justamente en desactivar esa posibilidad. En destruir las semillas de las posibles reacciones a la pobreza”. Agrega también, que: “en el recalcitrante cinismo del régimen, en el paulatino recrudecimiento de sus perversas prácticas, la pobreza de la sociedad es, a la vez, un riesgo, pero también un aliado. Porque la pobreza desinforma, cansa, obliga a concentrarse en la sobrevivencia, desmoviliza, promueve las conductas egoístas, erosiona y rompe los lazos del tejido social, aleja a las personas del ejercicio de la ciudadanía. Lo han dicho distintos voceros del régimen a lo largo de los años: el empobrecimiento es inevitable, sacrificio necesario, conveniencia del chavismo-madurismo”; al final, cree en ese poder pensando en “Cubazuela”, la Venezuela imposible.
Es este pensar, el que como manifiesta y llama “pesadilla”, la que nosotros ubicamos no solo en el pensar real, sino que creemos que es un maleficio tomado como imperecedero, pero que sin pensar o creer, los opositores plantearon su perduración sin fe; esa fe que para nosotros es pertinaz y que creemos ha sido la causa de ese maligno cavilar que ha retardado el cambio. Es aquí donde insistimos en pedir a todos los venezolanos, que cesen en su pérdida de fe y despierten de la pesadilla. Sabemos que es un pensar pesimista que pudiera ser verdad, pero que no debe tomarse como conclusión del fracaso. Quienes hemos convivido en Cuba sabemos que Venezuela nunca podrá cubanizarse, porque el venezolano no es como el cubano rico que abandono su país, cuando la revolución asumió el poder y aprobó por ley el fusilamiento de los insurgentes, cosa contraria la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que es contrarrevolucionaria, lamentablemente violada por el chavismo; y las fronteras de Venezuela siempre han estado abiertas para entrar o salir de país, en Cuba sus fronteras son los tiburones. Es cierto, que como en Cuba, muchos venezolanos perseguidos políticos tuvieron que abandonar el país, pero algunos asumieron descontroladamente su lucha contra el régimen pidiendo medidas económicas que perjudican a todos los venezolanos. Eso forma parte de la pesadilla de la cual debemos despertar. ¡No hablemos de los venezolanos, que, como los cubanos, abrazaron el sueño americano! Ya que para ellos ese sueño no es pesadilla.
@Enriqueprietos