Diciembre de 1963. Estados Unidos todavía estaba conmovido, atontado por el asesinato de John Fitzgerald Kennedy. Un par de semanas después otra noticia sacudió a la sociedad. El hijo de la máxima estrella de Hollywood, del hombre más poderoso de la farándula, había sido secuestrado. Frank Sinatra Jr. había sido sacado a la fuerza de su hotel de Lake Tahoe mientras se encontraba de gira. El joven Sinatra tenía 19 años e intentaba seguir los pasos de sus padres. Hubo especulaciones varias. Todas las interpretaciones parecían posibles. Se creyó que el hecho podía estar vinculado al magnicidio reciente debido a la conocida amistad entre La Voz y Kennedy. Por obvios motivos también se pensó en un ajuste de cuentas de la mafia. Pero los hechos demostraron algo muy diferente. Fue un grupo de tres improvisados que cometieron todos los errores posibles, que pretendían ser criminales pero se comportaron como actores de comedia. Fue uno de los secuestros más célebres de la década del sesenta. Fue, también, uno de los secuestros más ridículos y pero ejecutados de la historia.
Por infobae.com
A Barry Keenan, pese a su juventud, le iba bien. A los 23 años tenía una casa y dos autos. La plata la había hecho en la Bolsa; era audaz y oportuno. Pero a principios de 1963 tuvo un accidente automovilístico grave. Salvó su vida de milagro. Varias fracturas, órganos comprometidos y traumatismo de cráneo. Se recuperó pese al mal pronóstico inicial, aunque los dolores físicos lo atormentaban. Se volvió adicto a los calmantes y las anfetaminas. O al menos eso fue lo que alegó su defensa en el juicio posterior para intentar atenuar su pena. Lo cierto es que en pocos meses, Keenan perdió sus propiedades y sus ahorros. Ese fue el momento en que diseñó un plan (que él consideró) infalible.
El concepto principal: secuestrar a la hija o al hijo de una celebridad. Los famosos son más inaccesibles, siempre están rodeados y además si secuestraba a la estrella ¿con quién negociaban? Además, se hacía evidente que por un hijo estarían dispuestos a pagar una fortuna. Para empezar, buscó socios y formó una pequeña banda. El primero en sumarse fue Joe Amsler, un amigo del secundario que estaba sin trabajo. El siguiente fue una ex pareja de su madre, John Irwin, un hombre de poco más de 40 años que no tenía más ganas de trabajar y creyó que este era el camino que le solucionaba el dilema. El grupo delictivo tuvo una integrante inesperada: Pam, la nueva novia de Keenan. Él tardó en contarle a la chica su proyecto delictivo, temía que lo abandonara. Una noche de intimidad, la resistencia cedió, apareció esa docilidad, ese suero de la verdad que recorre el organismo de muchos amantes después de hacer el amor. Para sorpresa de Keenan, Pam no se escandalizó. Para la chica se trataba de una gran aventura y quería participar de ella.
Los secuestradores evaluaron otros objetivos aunque siempre dentro del acotado rubro “hijos de celebridades”. En algún momento pensaron que la presa ideal era el hijo de Bob Hope, el célebre cómico, presentador perpetuo de los Oscars y animador persistente de las tropas norteamericanas en cualquier parte del mundo. Este último fue el factor clave para que decidieron ir por Frank Sinatra Jr. Los delincuentes no querían que se los considerara antinorteamericanos. Y por otro lado, según ellos, hubo otro factor moral importante: que Sinatra la pasara mal un rato a nadie iba parecerle condenable. Keenan había sido compañero, en el primer año de la universidad, de Nancy Sinatra, la hija de La Voz. Esa cercanía terminó de inclinar las preferencias hacia Frank Jr.
Frank Jr. tenía 19 años, un notable parecido físico con su padre e intentaba seguir sus pasos. Cantaba (bastante bien) con Big Bands y hasta llegó a girar durante un buen tiempo como vocalista de Duke Ellington, recomendación de su padre para que aprendiera del negocio. Los músicos se sorprendían al apreciar el profesionalismo y la vocación por el trabajo de Frank Jr.
A esa altura de 1963 Sinatra hijo se encontraba dando una serie de shows por diferentes ciudades de la Costa Oeste. Unas semanas después debía viajar a Europa contratado para realizar una veintena de presentaciones en París y Londres.
Los secuestradores sabían que no contaban con demasiado tiempo. Fueron a buscarlo a Phoenix, Arizona. Frente al espejo del baño del hotel, Keenan practicaba la llamada en la que se daría a conocer y en la que pediría rescate. Cuando tuvieron a su presa a tiro, se arrepintieron. Debían afinar todavía algunas cuestiones en su plan. El siguiente intento sería el 22 de noviembre de 1963. El asesinato de John Fitzgerald Kennedy paralizó a Estados Unidos. Apenas supo la noticia, Frank Jr. suspendió su actuación y regresó a su casa para estar cerca de su padre, amigo de JFK. Diez días después, intentaron abordarlo en Los Ángeles. Horas antes del secuestro, mientras los delincuentes hacían tiempo en su guarida, una pequeña habitación detrás de una lavandería, una vecina al verlos salir a los tres hombres juntos, se acercó a ellos y le preguntó qué hacían por allí, remarcó que los había visto merodeando los últimos días. Los hombres dieron una explicación balbuceante. La señora les dijo -los amenazó- que si los volvía a ver por ahí, los denunciaba a la policía.
La banda debió resignarse a mirar de nuevo el cronograma de conciertos de Frank Jr. Tuvieron una sorpresa. El siguiente era en Lake Tahoe, Nevada. Era, también, el último de la gira. Después Sinatra hijo se iría a cantar a Europa. Era, por lo tanto, su última chance.
Viajaron Keenan, Pam y Amsler. Lo primero que hicieron fue ubicar el motel en el que paraba su presa. Después se instalaron en un lujoso hotel casino que quedaba enfrente. Por último, se dedicaron a perder todos sus ahorros en la ruleta. Tal vez, el desahucio económico fue el aliciente necesario para, por fin, poner en práctica su plan.
La tarde del 8 de diciembre de 1963, Keenan y Amsler golpearon la puerta de la habitación de Frank.Jr. La excusa era que le llevaban una caja de vino que le enviaba una fan al cantante. Apenas la puerta se abrió ellos empujaron a Frank Jr. hacia adentro. Los delincuentes se llevaron una sorpresa, en la habitación tomando unas cervezas, comiendo pollo frito y jugando a las cartas también estaba Jon Foss, trompetista de la banda. No tenían en cuenta esa presencia. Keenan y su cómplice se movieron rápido. Maniataron y amordazaron a Foss. A Frank Jr. le dieron varios somníferos, lo vendaron y lo empujaron hacia el auto que esperaba con el motor en marcha.
Partieron a esconderse. A los pocos minutos debieron regresar: Amsler se había olvidado en la habitación el arma que utilizó para amenazar a los músicos. Cuando llegaran a un lugar seguro, hablarían con Frank Sinatra para pedirle recompensa para recuperar a su hijo. Manejarían doce horas hasta llegar a Los Ángeles, a una nueva guarida en la que tendrían escondido a Frank Jr hasta que todo terminara.
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