En 1814, Inglaterra obtiene de Holanda título de soberanía sobre la colonia de Guayana que incluía los establecimientos de Esequibo, Demerara y Berbice. El tratado no precisaba las fronteras, salvo que éstas limitaban con la Capitanía General de Venezuela de 1810. En 1840 Inglaterra fija “demarcaciones provisionales”, encargadas al geógrafo Robert Schombrugk, que comprendían desde Punta Barima, en el delta del Orinoco, hasta el río Esequibo. Al percatarse de hitos británicos plantados en territorio venezolano, el gobierno de José Antonio Páez inicia el reclamo territorial el 5 de octubre de 1841. Lo presenta el ministro venezolano en Londres Alejo Fortique ante Lord Aberdeen, Secretario de Estado para Asuntos Exteriores. Éste aceptó remover los hitos que comprometían la desembocadura del Orinoco.
Como producto de la negociación, en 1844 Lord Aberdeen accede a una nueva demarcación que comenzaría en la desembocadura del río Moroco, al Suroeste del delta del Orinoco y daría a Venezuela dos tercios de la distancia entre aquel punto y el río Esequibo y de allí tierra adentro hacia Occidente. Inglaterra solo exigía como condición que Venezuela se comprometiera a no enajenar este territorio a potencia extranjera alguna (EEE.UU., sin duda). Esta cláusula fue considerada “indigna” por el Consejo de Gobierno y rechazó la oferta.
Durante tres décadas, la Venezuela de caudillos y revoluciones no volvió sobre el asunto, hasta que en 1877 nuestro entonces ministro en Londres, José María de Rojas, propuso a Inglaterra retomar y convenir en la línea de Lord Aberdeen, pero esta vez fue rechazada abiertamente. De Venezuela haberla aceptado en 1844, hoy la proyección atlántica donde Guyana explota el petróleo correspondería a la soberanía territorial venezolana.
160 años más tarde tiene lugar, no otro error, sino el abandono del histórico reclamo territorial de Venezuela: el 19 de febrero de 2004 Hugo Chávez da puerta franca a Guyana para que desarrolle “cualquier proyecto en el Esequibo que vaya en beneficio de sus habitantes”…