Como producto de la negociación, en 1844 Lord Aberdeen accede a una nueva demarcación que comenzaría en la desembocadura del río Moroco, al Suroeste del delta del Orinoco y daría a Venezuela dos tercios de la distancia entre aquel punto y el río Esequibo y de allí tierra adentro hacia Occidente. Inglaterra solo exigía como condición que Venezuela se comprometiera a no enajenar este territorio a potencia extranjera alguna (EEE.UU., sin duda). Esta cláusula fue considerada “indigna” por el Consejo de Gobierno y rechazó la oferta.
Durante tres décadas, la Venezuela de caudillos y revoluciones no volvió sobre el asunto, hasta que en 1877 nuestro entonces ministro en Londres, José María de Rojas, propuso a Inglaterra retomar y convenir en la línea de Lord Aberdeen, pero esta vez fue rechazada abiertamente. De Venezuela haberla aceptado en 1844, hoy la proyección atlántica donde Guyana explota el petróleo correspondería a la soberanía territorial venezolana.
160 años más tarde tiene lugar, no otro error, sino el abandono del histórico reclamo territorial de Venezuela: el 19 de febrero de 2004 Hugo Chávez da puerta franca a Guyana para que desarrolle “cualquier proyecto en el Esequibo que vaya en beneficio de sus habitantes”…