David Morales Bello nació el 4 de diciembre de 1924 en Ciudad Bolívar, en el seno de una familia trabajadora que siempre valoró la importancia de la educación. Sus padres, José Ramón Morales y Doña Josefa Bello de Morales, le inculcaron desde temprana edad estos principios. Como auténtico guayanés, desde su juventud, se sintió atraído por la política. Inició su camino en este ámbito bajo la tutela del presidente Raúl Leoni, quien lo acogió entrañablemente como su delfín. Este inicio marcó el comienzo de una destacada carrera política y dejó patente su dedicación a la causa desde temprana edad.
David destacó siempre en la gestión de los desafíos institucionales dentro de Acción Democrática y en los gobiernos de Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Carlos Andrés Pérez (en ambos periodos) y Jaime Lusinchi. Su influencia en acontecimientos claves del país fue constante. Además, su vida familiar fue notable, siendo sus hijos profesionales exitosos en campos como la medicina, derecho, ingeniería y educación. Un ejemplo de ello es su hija María Eugenia Morales, educadora, quien junto con su esposo Pedro Augusto Beauperthuy, el Dr. Pedro Cabello Poleo, Aníbal Gómez y Raquel Pérez Hernández, fundaron la Universidad de Margarita. Esta institución, con 23 años de existencia, ha destacado por su excelencia en la educación neoespartana, dándole valiosos frutos y satisfacciones al pueblo, con lo que ha ganado prestigio en Latinoamérica.
Durante el gobierno de Jaime Lusinchi, Morales Bello, margariteño de corazón, manifestó su interés en contribuir al desarrollo de Juan Griego. Me llamó por teléfono a mi oficina del Senado para manifestarme su interés en ayudar a construir alguna obra necesaria de importancia. Su esposa, Raquel, era nativa de esta bella bahía y le dije que con el mayor gusto. Durante nuestra gestión, con su ayuda, se construyó el Hospital de Juan Griego, el segundo más importante de Margarita después del de Porlamar. Su participación fue esencial en la planificación de la planta de tratamiento de aguas negras para Margarita y Coche. También, se inició la Intercomunal Porlamar-Pampatar-Juan Griego, un proyecto crucial para unir los dos polos económicos de Juan Griego y Porlamar, que lamentablemente tiene 40 años paralizado y actualmente solo llega hasta La Asunción.
En ese mismo período consideramos necesaria para los pescadores de Juan Griego, una lonja pesquera. David inmediatamente tomó cartas en el asunto y habló con el presidente Lusinchi. Yo lo acompañé para explicarle en qué consistía esta obra y luego nos reunimos con su ministro de Desarrollo Urbano, quien dio la orden de abrir la licitación. Así se dio paso a la construcción de la lonja pesquera, con lo que quedó demostrado su enfoque ejecutivo y su compromiso con las necesidades locales.
La visión de David iba más allá de la política. Su formación intelectual y su cultura como abogado se reflejaban en una persona organizada, reflexiva y preparada; daba gusto conversar con él. Era una persona siempre optimista y dispuesta a ofrecer su contribución, brindando sabios consejos cuando se le consultaba por alguna preocupación. Su filosofía era clara: no preocuparse antes de tiempo. Él insistía en que debíamos considerar que lo que temíamos podría ocurrir, pero si no sucedía, nos estábamos causando un doble trauma al preocuparnos anticipadamente por algo que nunca llegaba a suceder. Este enfoque reflexivo y tranquilizador marcaba la forma en que abordaba las inquietudes y reflejaba su sabiduría en la gestión de las preocupaciones. Amante de las artes plásticas, la pintura, la poesía, la música y los relojes antiguos, era un hombre de refinado gusto. Fundador de la división de profesionales y técnicos de Acción Democrática, la educación, la lucha contra la drogadicción y el centro de rehabilitación en El Junquito fueron temas centrales de su vida.
Nuestro primer encuentro ocurrió durante su exilio en Puerto España, Trinidad, en la casa de mi abuelo materno, el general Virgilio Vivas Rosales y mi tía Elvia Vivas de Lewis, quien estaba casada con un inglés nacido en Trinidad y se desempeñó como cónsul de Venezuela en ese país por más de 30 años. Era el año 1957 y yo estaba comenzando mis estudios de bachillerato. En ese ambiente, David y su familia pasaban largas temporadas, lo que dio vida a una estrecha relación familiar. Con el paso de los años, ese vínculo se fortaleció y consolidó. En efecto, David se convirtió en un consejero familiar de confianza. Casado con Raquel “la muñeca” Morales Bello, se destacaron como personas de gran familiaridad y corazón generoso.
Morales Bello mantuvo una profunda admiración por Leonardo Ruiz Pineda a lo largo de su vida; no solo fue su gran amigo, sino también alguien a quien siempre escuchó con lealtad y valentía. Esta conexión perduró hasta el trágico momento de su abominable crimen, que convirtió a Leonardo en el mártir de la democracia. A pesar de las adversidades, la relación entre Leonardo y David continuó a lo largo del tiempo. Ese lazo se fortaleció aún más cuando una nieta de Leonardo y un hijo de David unieron sus vidas en matrimonio, consolidando así los lazos que previamente habían compartido.
David desempeñó un papel fundamental como jefe de campaña en la primera elección de Carlos Andrés Pérez a la Presidencia de la República. Su estrategia resultó crucial para el éxito de esta campaña, demostrando su habilidad estratégica y su liderazgo. Durante su gestión presidencial Rómulo Betancourt le consultaba regularmente a David en los grandes acontecimientos. Y lo condecoró con la orden del Libertador en 1961 por sus notables servicios al país y a la democracia.
A lo largo de su carrera, demostró ser un destacado demócrata y un militante activo de la socialdemocracia, especialmente en los años 1990-1991. Su versatilidad se reflejó al asumir el cargo de presidente del Senado de Venezuela. Además, se destacó como un insigne escritor y orador, siendo objeto de comparaciones constantes con el eminente tribuno venezolano, el Dr. Jóvito Villalba, con quien mantenía una estrecha amistad.
David Morales Bello, un ciudadano ejemplar, honesto y humilde, representó la pérdida de un gran líder para Venezuela. Su influencia abarcó no solo el ámbito político, sino también su dimensión humana, como amigo leal y buen padre. Se ganó a todos con su personalidad. Su legado se extiende a través de los años, y se le recuerda como un hombre inteligente y consecuente en la amistad.
Su exilio en Trinidad, la cercanía con su familia y su contribución al país, lo convierten en un referente indiscutible en la historia de Venezuela.