Entre alegrías y frustraciones, así se vivió un año de parole humanitario otorgado por EEUU

Entre alegrías y frustraciones, así se vivió un año de parole humanitario otorgado por EEUU

ARCHIVO – Elián Coto Sierra de Edeity abraza a su hermano, Maikel Antonio Coto Salazar -de Cuba- quien llega a Miami desde República Dominicana luego de obtener el parole humanitario otorgado por EEUU, el viernes 17 de marzo de 2023 en el Aeropuerto Internacional de Miami.

 

Cuando la pantalla le anunció “Usted ha sido aprobado”, a Carlos González le pareció mentira. “Tuve que volver a mirar. Ahí seguía y entonces me dije: es verdad, ¡me llegó el parole!”, dijo el cubano a la Voz de América desde Tampa, a donde llegó con su familia en octubre gracias al programa que ha traído a EEUU a unos 297.000 nacionales de Venezuela, Nicaragua, Cuba y Haití.

Por VOA 





“Nos parecía un sueño, después de estar meses esperando”, dijo el joven economista, que aplicó junto a su esposa y dos hijos pequeños al parole humanitario el pasado de enero. “Al fin podré darle una vida digna a mis niños… y empezar a vivir, de verdad, no sólo sobrevivir”, agregó.

Según González, su corazón “estuvo en un hilo” por los casi 10 meses que esperaron por la resolución de su caso desde que su suegro patrocinó el proceso de la joven familia.

“Pensábamos que se habían olvidado de nosotros”, afirmó el cubano nacido en La Habana, donde junto a su esposa Mayelín Alarriba, especialista en ventas, apenas llegaban a fin de mes con los sueldos que recibían del Estado cubano, afirman.

González y su esposa, fueron beneficiados con el programa de parole humanitario que surgió en octubre de 2022, primero sólo para venezolanos, con el objetivo de controlar la crisis migratoria en la frontera sur de Estados Unidos. El 5 de enero de 2023, el presidente de EEUU, Joe Biden, anunció su ampliación a ciudadanos de Nicaragua, Cuba y Haití como una vía “segura y legal” de llegar al país, combinada con la prohibición de entrada irregular por las fronteras.

Estos casi doce meses han sido agridulces para unos, y un éxito para otros. Mientras miles de beneficiados ya se encuentran viviendo y trabajando legalmente en EEUU, otros tantos -quizás más- se mantienen en la incertidumbre, a la espera de una notificación que no llega. Un juicio que busca detener el programa, demoras e inconsistencias en los procesamientos y un posible cambio de administración, ponen a quienes esperan en un limbo incómodo que empuja a muchos al peligroso viaje hasta la frontera de EEUU.

Los venezolanos, nicaragüenses, haitianos y cubanos eran las nacionalidades más representadas en las cifras de encuentros en la frontera, que entonces registraban números récord.

En ese momento, se anunció que todos los aspirantes al programa debían tener un patrocinador económico en EEUU, estar en sus países de origen y comenzar el proceso a través de la aplicación móvil. Al mes se concederían hasta 30.000 permisos al mes para ser repartidos entre las cuatro nacionalidades.

“Los niños están yendo a la escuela y nosotros esperando el permiso de trabajo. Lo que queremos es trabajar y echar para ‘alante'”, asegura González, que se asentó en la zona de Tampa, en la Florida, donde espera “levantar cabeza” en los próximos años.

Una vía segura pero demorada

Esta familia cubana se considera “afortunada” después de haber llegado a EEUU a través del beneficio migratorio que concede el parole humanitario. Miles de solicitudes permanecen en el limbo, algunas hace casi un año. “Todavía queda mucha gente sin saber qué será de ellos”, reconoce el joven cubano.

Hasta finales de noviembre de este año, 297.000 cubanos, haitianos, nicaragüenses y venezolanos habían llegado legalmente a EEUU con parole humanitario.

Los haitianos son la nacionalidad con mayor número de beneficiados del programa, con más de 120.000 personas. El resto corresponde a más de 62.000 cubanos, unos 54.000 nicaragüenses y más de 81.000 venezolanos, según registros de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EEUU (CBP, en inglés).

Al entusiasmo inicial de poder emigrar con permiso temporal de trabajo por dos años, le siguió la incertidumbre por las demoras en el procesamiento de las solicitudes, que han probado ser impredecibles. “No sabes si te va a tocar rápido, o te vas a demorar meses”, aseguró a la VOA Elina, una ingeniera cubana que prefirió no compartir su apellido.

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