Arepas House, tu boleto directo a la auténtica cocina venezolana en Denver

Arepas House, tu boleto directo a la auténtica cocina venezolana en Denver

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¿Eres amante de la comida venezolana? Entonces este lugar es para ti. En nuestra ruta de sabores criollos, decidimos hacer una parada en una de las ciudades más soleadas de Estados Unidos, Denver, donde el aroma embriagador y la sazón indescriptible de un buen pabellón se mezclan con la historia de éxito de Jorge y María Domínguez, creadores de una apuesta gastronómica que decidieron llamar “Arepas House”.

Sobre un tesoro turístico rodeado de diversidad cultural, esta dupla emprendedora construyó su emporio culinario. Después de desafiar las barreras financieras, trabajar durante extenuantes horas sin descanso, sacaron a flote su visión empresarial para cumplir un sueño. Ahora, además de conquistar paladares con un auténtico food truck, dirigen su propio restaurante donde abren las puertas de su país a cientos de comensales a través de un bocado.

Por: Elizabeth Gutiérrez | lapatilla.com

La “ciudad a una milla de altura”, Denver, recibió en un pequeño rincón los aromas irresistibles de la inigualable comida venezolana. “Arepas House”, un restaurante fundado por Jorge y su esposa María, no solo ofrece delicias culinarias, sino que también es la manifestación de un sueño de éxito y mucha superación.

Jorge, originario de Guanare en el estado Portuguesa, llegó a la capital de Colorado, en Estados Unidos, hace 10 años, huyendo de amenazas políticas en Venezuela al apoyar a los estudiantes durante las protestas contra el gobierno chavista. Su trayectoria académica en química y su experiencia en una empresa estadounidense moldearon su visión de negocios. 

 

“Trabajé para Procter & Gamble, donde aprendí a conectar la ciencia con las necesidades del cliente. En esa compañía fue donde se implantó mi visión de negocios, algo en mi corazón, en mi alma y en mi mente”, expresó.

La vida de Jorge en Venezuela fue una sucesión de desafíos y éxitos. Desde ser víctima de la delincuencia hasta convertirse en un próspero dueño de agencias Movistar, este llanero demostró que se puede forjar con conocimientos un espíritu emprendedor. 

“Me sentaba en la oficina y me entró la curiosidad de trabajar con los Blackberrys. Me dio por aprender cómo actualizar el software y creo que ese fue el punto de inicio para mí como empresario porque me di cuenta que haciendo la actualización de software ganaba dinero (…) Arreglaba teléfonos y todo lo demás, hasta que Dios me ayudó con la oportunidad de abrir mi propio Movistar en Guanare. Me fue muy bien en la tienda, al punto tal de que antes de venirme para Estados Unidos ya tenía dos tiendas, y estaba abriendo la tercera en el estado Lara”, contó.

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Pero la adversidad económica y la imposibilidad de mantener su negocio lo llevaron a tomar la decisión de emigrar a Estados Unidos.“Todo lo que fui en Venezuela me ayudó a ser lo que soy aquí. De verdad era una persona muy trabajadora, todavía lo soy, y la experiencia de haber forjado mi propio negocio fue lo que me hizo venir”.

De Guanare a Denver

El inicio de “Arepas House” fue modesto con un profundo entendimiento del mercado estadounidense. “Cuando abres un negocio, tienes que comprender el mercado. No puedes abrir un negocio en base a lo que a ti te gusta”, compartió Jorge. Para ello, se adentró a la Agencia Federal de Pequeños Negocios, una herramienta invaluable que ofrece el país para la formación empresarial. Con maestría, desarrolló un Master Plan que trazó el camino hacia el corazón de los amantes de la comida latina en Denver, al visualizar el auge de los food trucks como su punto de partida.

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Comenzaron con un camión de comida, aunque Jorge y María no escaparon de los obstáculos como aprender inglés, contabilidad y hasta mecánica para mantener el emprendimiento. 

“Me tocó ser mecánico para arreglar mi propio camión, meterle la electricidad, meter a la plomería, me tocó meter a la cocina, me tocó meterle a todo. Incluso, un día hablaba con un empleado nuevo en el restaurante y me preguntó: ‘¿Ah, es que usted alguna vez ha trabajado?’ Y me quedé sin palabras, porque la gente hoy por hoy solo ve el éxito, pero nadie ve todo lo que nos costó llegar hasta aquí”.

No obstante, el apoyo de la familia fue crucial en esta dura travesía. El trabajo incansable junto a su esposa y el respaldo de su madre, fueron la catapulta para sobreponerse a las x|dificultades. 

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“La unión de la familia fue lo más importante para este negocio. Mi esposa, mi mamá y yo le metimos el pecho. Mi mamá tenía visa, ahora ya es residente, pero antes tenía visa estadounidense y venía todos los veranos a ayudarme y eran horas de trabajo (…) nunca supimos lo que fue disfrutar de una tarde en un parque en el verano por los primeros cinco años de trabajo. Entonces, cuando viene alguien y me cuestiona: ‘¿Es que usted alguna vez ha trabajado?’, yo he trabajado siete veces más de lo que posiblemente trabajes en tu vida”, acotó. 

La rutina diaria de Jorge y su familia en los primeros años de Arepas House no conocía límites. Desde las 6:00 a.m. hasta altas horas de la noche, trabajaron sin descanso. Sin embargo, el mayor desafío no fue solo el de un emprendedor, sino el de un venezolano que llegó a EEUU con sueños y una determinación inquebrantable para surgir. 

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“El reto principal es financiero. Vengo de una familia de muy escasos recursos, pero muy escasos. Cuando me vine de Venezuela, a Estados Unidos, me vine como el 99% de los venezolanos con mi pasaporte, mi mochila y ya”, confesó. 

Para convertir “Arepas House” en una realidad, Jorge tomó prestados 25.000 dólares de un amigo, trabajó arduamente  y superó las barreras del idioma en tiempo récord. “Fue comenzar un negocio con dinero prestado y eso es bastante difícil”, añadió.

Un camión hecho restaurante

Pero, ¿cómo lograron transformar un modesto Food Truck en un restaurante próspero? La respuesta se encuentra en una travesía de perseverancia y dedicación que comenzó en 2015. Con una visión clara y firmeza, los Domínguez decidieron dar el paso hacia la expansión en 2019. 

Jorge, con experiencia en el mundo bancario, reveló cuál fue el plan para dar el paso clave que los impulsara a un camino mejor. “Los restaurantes son considerados el negocio más riesgoso para abrir, incluso este. La razón por la que nosotros decidimos hacerlo fue porque primero íbamos a trabajar con nuestro propio dinero y segundo porque cuando trabajamos con el camión íbamos a festivales, a eventos y ‘Arepas House’ siempre era el camión que más vendía. Era como que llegó ‘Arepas House’, los demás cierren las puertas, algo así. En vista a eso, evaluamos que a la gente le gustaba demasiado y querían un lugar dónde ir a comer en vez de estar siguiendo un camión. Esos fueron los dos factores principales”, afirmó.

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Cuatro años de ahorro y esfuerzo culminaron en la apertura de su amado restaurante. El local de “Arepas House” se ubica en 5505 W 20th Ave Unit 112, Edgewater, y ofrece una amplia variedad de platillos desde las tradicionales arepas hasta tequeños, jugos, cachapas y patacones. En cambio, en el food truck solo venden arepas.

El plato estrella, el pabellón, que es el orgullo de Jorge, a pesar del malestar de algunos “haters” que nunca faltan. Sentimos orgullo al llevar el plato nacional a la boca de miles y millones de personas, de todas las nacionalidades, americanos, mexicanos, europeos, asiáticos. Todos ellos están colocando en su paladar por primera vez el pabellón venezolano. Y una vez que lo comen, eso es un antes y un después. La gente queda como: ‘¿Qué es esto?, ¡Qué cosa tan divina!'”.

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A la hora de cocinar, el amor es un ingrediente esencial que resalta el sabor de cada plato y precisamente este es una de las bondades que le permiten a “Arepas House” adquirir tanta popularidad. Diferenciarse del resto de los negocios de esta categoría y posicionarse como uno de los mejores, es todo un reto. Aun así, también pudieron lograrlo.

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Otro de los factores que los tilda de auténticos en su propuesta culinaria es que han sabido respetar las leyes locales y es por ello que Jorge insta a los futuros emprendedores a ejecutar un estudio de mercado para “hacer las cosas bien desde el principio” y evitar así el fracaso.

Con sabor a casa

En Denver existe diversidad de platillos deliciosos, pero siempre destaca el manjar icónico de la gastronomía venezolana: la arepa. “Es demasiado bonito porque la gente la ama, así de simple”, compartió Jorge con emoción en su voz y como prueba del éxito de su sazón criolla en la ciudad, su restaurante resalta entre 12 locales que lo acompañan en el “food court”.

“Hay dos restaurantes de comida mexicana, uno de comida argentina, uno de comida americana, comida griega, comida vegana, de pollo frito, de pastas, de hamburguesas, todo lo que le encanta el americano y está ‘Arepas House’, es de los que más vende. Otra cosa que les gusta es la autenticidad, porque es algo que no se consigue a la vuelta de la esquina y que una vez que lo pruebas dices: ‘no vale, esto es lo mejor’”.

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Detrás del reconocimiento de “Arepas House” entre locales y turistas, existen tres venezolanos que apostaron lo mejor de sí para dar a conocer un pedacito de su país en cada bocado y complacer los paladares más exigentes. “No tienes idea de lo difícil que es correr un camión de comida y con dos manos es imposible. Entonces, ese apoyo fue vital para mí”.

Asimismo, Domínguez dejó claro que en esta receta de su éxito siempre hubo porciones extras de honestidad con sus clientes y aliados comerciales, un factor determinante para el crecimiento de su proyecto culinario. “Eso fue el clave, donde la gente con la que haces negocios, donde la gente a la cual les sirves un plato de comida o la gente con la que te relacionas, ven que eres sincero, que estás haciendo lo mejor, que no andas buscando joder a los demás, las personas te buscan, quieren hacer negocio contigo, hablan de ti positivamente”.

“Arepas House” se ha convertido en mucho más que un lugar para satisfacer el apetito; es una ventana abierta al alma de un país lejano. Jorge compartió el significado de representar a Venezuela con su aporte culinario. En sus palabras, la comida es una conexión directa con la identidad de un país así como los tacos definen a México o la sopa de cebolla a Francia. 

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“Yo necesito que la gente que se coma una arepa, entienda que en Venezuela la comida se hace con amor, que la gente es buena, es bella. Estoy definiendo para millones de personas que ni siquiera saben dónde está Venezuela en el mapa, en esos primeros cinco segundos de degustación, nosotros obtenemos algo que la gente dice: ‘¡wow!’, y cuando la gente dice eso a mí se me paran los pelos”.

La estrategia de Jorge para abrir las puertas de su país a través de la comida es ingeniosa y conmovedora, y por ello, un letrero en su local en inglés define lo que es “Arepas House”, un deseo de compartir la riqueza cultural de su tierra de origen.

“‘Have you are been to Venezuela? Now you can say yes. Welcome to Arepa House!’, dice: ‘¿Alguna vez has estado en Venezuela? Ahora puedes decir que sí. Bienvenidos a Arepa House’. Te estoy abriendo las puertas de mi país con solamente darte un plato de comida, porque sabemos que a Venezuela ahorita la gente no quiere ir o no puede ir, por cuestiones económicas o de seguridad, pero pruébame un plato de comida y sentirás que estás allá. Te imaginarás lo poderoso que es para mí poder decir eso”, expresó.

Aromas de franquicia

El camino hacia el éxito no ha estado exento de desafíos. Jorge relató encuentros con críticas, incluso de compatriotas venezolanos. “Están los otros, los venezolanos que vienen a criticar y a decir las cosas malas”, señaló con franqueza. Sin embargo, su mensaje es claro y resonante. Ser inmigrante implica amar y respetar la nueva tierra que acoge. A pesar de su lealtad a Venezuela, también su profundo agradecimiento por la oportunidad que Estados Unidos le brindó. “Ya soy un ciudadano americano y defiendo sus colores, defiendo sus sabores, defiendo su gente, su idioma porque decidí ser feliz aquí”, declaró con convicción.

Para estos admirables emprendedores, las aventuras apenas empiezan y ya están listos para conquistar más corazones en la capital de Colorado y llegar a más metrópolis estadounidenses. Pero como las buenas noticias se preparan a fuego lento, actualmente trabajan en expandir “Arepas House” como franquicia y los detalles se revelarán próximamente. 

“Sueño con que ‘Arepas House’ esté en cada rincón de este país para que la gente sepa que el pabellón existe, que se pronuncia pa-be-llón. Hasta eso logramos hacer, que la gente sepa cómo se pronuncia pabellón”, expresó Jorge.

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Crear un imperio gastronómico es una hazaña que solo los más aguerridos pueden lograr, así como Jorge Domínguez y su familia. Desde que pusieron en marcha la propuesta de “Arepas House”, superaron las expectativas y ahora están en boca de todos. Hoy es el hogar de millones de venezolanos que añoran la sazón criolla y el paraíso favorito de aquel que busca disfrutar buena comida, convirtiéndose en uno de los mejores en la creciente escena culinaria. 

Jorge, un visionario sin límites, se siente agradecido por cada meta alcanzada en suelo norteamericano y su compromiso por ser un ciudadano ejemplar es cada vez mayor. Aunque, en este punto de su trayectoria no puede dejar atrás la grandeza del país en el que creció, con paisajes inigualables donde la calidez de su gente abraza sus recuerdos y los sabores despiertan emociones.

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“Es casi que llorar. Salí de mi país, amo Estados Unidos, pero nada más de pensar que tengo que poner un pie en el aeropuerto de Venezuela, se me paran todos los pelos. Extraño el olor, el calorcito, la amistad de las personas de allá, la Navidad, su belleza, sus playas, Los Roques, Chichiriviche”.

Y aunque decidió ser feliz en otro destino, dejó en evidencia su deseo de regresar. “Llevar a mis hijos, tengo dos hermosos bebés. Les voy a sacar su nacionalidad venezolana, estoy en eso, porque sí los quiero llevar, quiero que sepan que ahí fue donde papá nació y aprendió todo lo que sabe. Con mucho orgullo somos los que estamos expandiendo el sabor de este país y para que vean que tenemos una perla en el Caribe, y se llama Venezuela”, finalizó.

 

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