El amor entre dos jóvenes brillantes y ricos que culminó con un doble crimen: condena, liberación y misterios de un parricidio salvaje

El amor entre dos jóvenes brillantes y ricos que culminó con un doble crimen: condena, liberación y misterios de un parricidio salvaje

Derek Haysom y Nancy Benedict eran los papás de Elizabeth. Los dos son los protagonistas involuntarios de esta historia macabra

 

Carta de la bellísima joven de 21 años, Elizabeth Haysom, a su novio Jens Soering de 19, fechada el 18 de abril de 1985, exactamente dieciocho días después de los salvajes y sangrientos homicidios de los padres de ella en su mansión de Virginia, Estados Unidos: “Querido Jens. Hay un par de cosas que me gustaría decirte. Te quiero mucho. (…) Te quiero completamente y si me dieras la chance de demostrarlo serías muy feliz, más feliz de lo que sos ahora (…)

Por infobae.com





La devoción ciega te puede parecer a vos la expresión perfecta del amor, pero no lo es. (…) No me siento feliz en el pedestal de la devoción. Necesito apoyo, no responsabilidad. Necesito amor, no presión. Debemos apoyarnos el uno al otro, por duro que sea o por extraño que suene. (…) Solo soy una persona luchando con las tensiones que nos rodean. Seguramente te rías con la idea de que estoy sosteniéndote cuando sos vos quien me ha tenido del brazo estas dos semanas pasadas (…) Amenazaste con entregarte, con suicidarte. (…) Creo que estaremos siempre juntos. (…) El deseo libre y la elección son esenciales para el hombre, de otra manera es un animal, un esclavo. La muerte de mis padres me libera de esa posición. Soy libre de a quien entregar mi amor. Esa elección libre es esencial porque lo hago voluntariamente. (…) Me quedé totalmente horrorizada cuando dijiste ‘no hice esto para que te llevaran tus hermanos´. Pensé que lo hicimos para que yo pudiera ser libre. Jens, te elijo ahora, te elegí antes. Pero querido, me debes dejar elegir. Si me coaccionás, ¿cómo podrías estar seguro de que te amo y que no es porque me obligás y porque temo las consecuencias de no hacerlo? Soy dura con vos y lo seré más porque te amo y quiero amarte siempre. Me niego a que mates eso”.

La carta continúa hablando de dinero, Elizabeth le reprocha que él se sienta dueño de parte de la fortuna que le tocaría de su padre. “Te daré todo lo que tenga, me fuerces o no. La libertad de elección de lo que haré con él, con mis regalos o con mis posesiones, o con quién paso mi tiempo, es lo único que deseo. ¿Entiendes lo que digo? No es un sentimiento feliz que vos necesites algo más que amarme. Te amo y te necesito, pero dame espacio físico y psicológico para demostrártelo. Por una vez, dejame elegirte y seguiré eligiéndote y empezarás a entender el placer divino de ser elegido. Por favor, mi querido Jens, trata de entender. No deseo que tu sacrificio se convierta en una carga para nosotros y tampoco deseo que nuestro amor se desvanezca. Piénsalo y nos encontraremos para cenar. Iré por vos”. (Retrato, en puño y letra, de un amor tan adictivo como manipulador y fatal).

Internado, drogas y una novia

Elizabeth Roxanne Haysom nació el 15 de abril de 1964 en Rodesia -hoy Zimbabwe-, África, como ciudadana canadiense. Era la hija menor del segundo matrimonio conformado por el rico empresario de Canadá, nacido en Sudáfrica, Derek Haysom (72 años al momento de su homicidio, y presidente de las compañías Sidney Steel y Metropolitan Area Growth Investments) y Nancy Astor Benedict (53 cuando fue asesinada, artista norteamericana). La pareja se casó en Sudáfrica en 1960 y juntos tuvieron a Elizabeth. Ambos venían con más hijos de sus casamientos previos: dos por parte de Nancy (Howard y Richard, quienes decidieron adoptar el apellido de su padrastro) y tres por parte de Derek (Varian, Julian y Fiona). Elizabeth por ser la más chica enseguida fue la preferida de todos y resultó ser muy compañera de su madre.

Derek y Nancy habían viajado y vivido en muchos países y pertenecían a lo más selecto de la sociedad. Querían para su hija menor la mejor educación. Por ello, en la primaria, Elizabeth pasó un tiempo en un internado suizo. Y, durante la secundaria, estuvo pupila en el colegio Wycombe Abbey, en Londres, Gran Bretaña, donde tenía un régimen estricto de estudios. Elizabeth se destacaba en actuación y en música. Pero la rebeldía de la joven empezó a notarse en su estilo punk y en sus deseos de contrariar las normas. Debido a un incidente con drogas terminó en penitencia y las autoridades escolares le restringieron el contacto telefónico con sus padres por varios días. Enojada optó por escaparse del colegio. Terminó estando ausente cinco meses. Después de varias discusiones con sus padres regresó, pero sus amigas ya habían avanzado en sus respectivos cursos. En la oscuridad de su habitación del internado comenzó a macerar un odio extremo hacia sus padres. Recordaba con rabia la vez que, cuando tenía 10 años, ellos habían ignorado un incidente sexual en el colegio suizo. También, cuando minimizaron un ataque de un adolescente donde había perdido dos dientes frontales. Eso les repetía a sus compañeros. Sus familiares ya sabían de su facilidad para la manipulación de los recuerdos y conocían sus fantasías. Nada era como ella lo contaba, siempre exageraba o deformaba los hechos. El supuesto abuso a los 10 años había sido un caso de exposición indecente casual y la pelea con el joven adolescente había sido tan leve que no habían quedado cicatrices. Jamás había perdido ningún diente.

La exigencia de sus padres sí era cierta. Elizabeth se había vuelto problemática e inmanejable para ellos, pero Derek soñaba que siguiera sus pasos en ingeniería. Pretendía que tuviera un mejor nivel en matemáticas y lo lograron con clases especiales, cursos y un año más de formación en el secundario. Ese año extra fue cuando ella comenzó a experimentar con drogas pesadas como la heroína y el LSD y con su sexualidad. Practicaba abiertamente la homosexualidad.

En aquel tiempo tanto desafío no era bien visto y las autoridades del internado inglés le advirtieron que si seguía así la devolverían a su casa en Canadá.

Pensó que eso frustraría sus deseos de entrar a la universidad que había elegido y encima a su novia la habían rechazado en Oxford. Rebeldes, optaron por desafiar a todos: se irían a vagar juntas por Europa.

De julio a octubre pasaron por diferentes países y sobrevivieron haciendo trabajos horribles y robando comida. Dormían en casas de extraños y conseguían dinero prostituyéndose. Pasaron por Francia, Italia, Alemania hasta que no dieron más y terminaron en un consulado británico pidiendo ayuda para volver a Gran Bretaña. Regresaron en tren. La cosa terminó de manera previsible con Elizabeth volviendo a vivir con sus padres.

No sabían qué hacer con ella, pero querían tenerla bajo su control. Justo a Derek le ofrecieron un buen puesto en Virginia, Estados Unidos. Consideraron que el cambio de país era un movimiento necesario para encaminar la vida de su hija menor. Intentarían que ella fuera aceptada por la Universidad de Virginia. Se mudaron y Elizabeth ingresó a la universidad.

Pero en su mente la rabia contra sus padres se multiplicaba de manera exponencial. Sentía que controlaban su vida, que la asfixiaban, que esperaban demasiado de ella. Los odiaba. Estaba profundamente resentida.

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