Las imágenes pornográficas deepfake de Taylor Swift se hicieron virales en la red social X y en varios canales de Telegram la semana pasada, subrayando el enorme problema estos contenidos no consentidos supone no sólo para esta estrella de la música, sino para las mujeres de todo el mundo.
Por Jeremy Kahn | Infobae
Algunos confían en que Swift utilice su considerable influencia cultural para crear una corriente de apoyo a una regulación que realmente pueda hacer algo para detener la marea de este tipo de deepfakes, que a menudo se utilizan para acosar a personas que no son famosas.
Y, de hecho, varios representantes del Congreso de EEUU presentaron proyectos de ley destinados a combatir la pornografía deepfake en respuesta a los generados contra Swift, y la portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, dijo que podría ser necesaria una legislación sobre el mal uso de las redes sociales.
La cuestión es exactamente qué forma deberían adoptar esas leyes. En el Reino Unido, la nueva Ley de Seguridad en Línea responsabiliza a las personas que crean las imágenes y las cuelgan en la red, tipificando como delito el intercambio de pornografía no consentida.
Pero no está claro hasta qué punto será fácil aplicar la ley o cuánta atención dedicarán la policía y los fiscales a perseguir estos casos. Los creadores de estas imágenes suelen tomar medidas para ocultar su identidad, lo que dificulta técnicamente las investigaciones. La ley tampoco llega a responsabilizar penalmente a las empresas de redes sociales que permiten que este tipo de falsificaciones se hagan virales.
Sin embargo, sí les exige que demuestren que disponen de sistemas para tratar de impedir la difusión de porno no consentido y para eliminar rápidamente los contenidos que se cuelen en sus filtros.
Este es el tipo de regulación que incluso algunos CEO de grandes tecnológicas han defendido en respuesta al problema de los deepfakes y la desinformación de todo tipo. Detenerla en el punto de distribución, no en el momento de la creación.
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