El caso de la desaparición de Madeleine McCann parecía haber llegado a un callejón sin salida. Con el sospechoso encarcelado y señalado por las autoridades alemanas desde junio de 2020, no ha habido grandes avances en el caso en estos más de tres años y medio. Christian Brueckner fue declarado sospechoso por los fiscales portugueses en 2022 como un mero formalismo y para evitar que prescribiera el caso, aunque no ha sido acusado por su desaparición.
Por larazon.es
El principal testigo, Helge Bushing, amigo personal de Brueckner y que afirmó que le había confesado el secuestro y asesinato de la menor británica, no es suficiente para sentar en el banquillo al pedófilo alemán. Bushing tiene una reputación que está en entredicho, sus declaraciones no se sostienen y ha llegado a ser acusado de haber mentido a cambio de dinero.
Mientras tanto, Brueckner como su abogado han insistido hasta la saciedad en su inocencia y han pedido su puesta en libertad ante la falta de pruebas. Sin embargo, las autoridades le han denegado esta posibilidad por estar cumpliendo una condena de seis años por la violación en El Algarve de una turista norteamericana septuagenaria y tiene pendientes cinco casos más por abusos sexuales.
De hecho, Brueckner comparecerá ante el tribunal de Braunschweig, Baja Sajonia, el 16 de febrero, acusado de cinco delitos entre 2000 y 2017 en Portugal. Los cargos incluyen la violación de una mujer no identificada de entre 70 y 80 años en su casa de vacaciones en Portugal en algún momento entre 2000 y 2006 y la violación de una niña que se cree tenía al menos 14 años en su casa en Praia da Luz en algún momento entre 2000 y 2006. También está acusado de la violación de una joven después de entrar en su apartamento en 2004, el abuso sexual de un niño en una playa en 2007 y el abuso sexual de un niño en un parque infantil en 2017.
Sin embargo, la aparición de un nuevo testimonio podría dar un vuelco al caso y albergar alguna esperanza a Kate y Jerry McCann, los padres de Maddie. Ken Ralphs es un británico de 59 años que vive en Portugal y ha declarado que Brueckner trató de convencer a un amigo común para que le ayudara a secuestrar a una niña de una familia rica en un resort de Praia da Luz para poder venderla a una familia que no había podido tener hijos. Lo más inquietante de sus palabras es que la propuesta se produjo tan sólo una semana antes de que la menor británica, que estaba a punto de cumplir 4 años, fuera secuestrada del apartamento en el que dormía junto a sus hermanos gemelos mientras sus padres cenaban con unos amigos en un restaurante situado a 50 metros de allí.
Según las palabras de Ralphs, su amigo no tenía dinero y malvivía en una tienda de campaña en una zona remota de la costa portuguesa, a unos 35 kilómetros de Praia da Luz, lugar en que desapareció Madeleine el 3 de mayo de 2007. Según Ralphs, la situación de su amigo era desesperada: “Estábamos sentados alrededor del fuego una noche después de cenar, tomamos unas cervezas… pero por la mañana mi amigo comenzó a llorar. Le pregunté qué le pasaba y, finalmente, me confesó que se estaba planeando secuestrar a un niño de Praia da Luz a una familia rica con Christian Brueckner”, explicó Ralphs a Martín Brunt, periodista especialista en el caso que trabaja para Sky News.
Ralphs, Christian y su amigo común -cuyo nombre no fue revelado por cuestiones legales- formaban parte de una comunidad nómada y bohemia que vivía en zonas apartadas de la costa suroeste de Portugal. Brunt conversó con Ralphs y le convenció para que le llevara a las zonas que podrían significar algo en el caso. Según explica el nuevo testigo, Christian sabía que su amigo “era vulnerable y que quería viajar al extranjero, pero que no podía hacerlo porque no podía pagar los billetes de avión”. Cuando conoció el plan de Brueckner, Ralphs le dijo a su amigo que no se involucrara y se ofreció a ayudarle económicamente cuando regresara de un viaje que tenía previsto realizar a Reino Unido. “Le dije que no podía involucrarse en secuestrar a una persona y pedir un rescate. ¡Es ridículo!, pero su amigo le explicó que era todo mucho más sencillo: Christian tenía ya un cliente interesado, una pareja alemana que no podía tener hijos”.
Una semana más tarde, Ralphs viajó a Reino Unido, escuchó la noticia del secuestro de Madeleine y acudió de inmediato a las autoridades para contar lo que sabía: “Le dije a la policía, aquí está el mapa secreto de cómo llegar a este punto en el bosque. Le dije que debía enviarse inmediatamente a la policía portuguesa”.
Como no tuvo fortuna, a su regreso a el Algarve hizo lo mismo. Acudió a la policía local y les contó su historia, pero tampoco le dieron ninguna credibilidad. Su amigo había desaparecido, su tienda de campaña estaba quemada y no había señales de Brueckner por ninguna parte. Nunca volvió a saber nada de ninguno de los dos.
Cuando en 2020 la fiscalía alemana señaló al pedófilo alemán condenado como único sospechoso, Ralphs lo reconoció en las fotografías publicadas en los medios de comunicación y volvió a ponerse en contacto con la policía. Fue interrogado por detectives portugueses. “Me dijeron que alguien se había puesto en contacto con mi amigo en el extranjero y que él negó conocerme, pero tengo una docena de testigos que dirán que está mintiendo. Supongo que simplemente no quería ser interrogado por la policía”.
Ralphs también habló con Scotland Yard y a finales del año pasado envió una declaración detallada al fiscal alemán Hans Christian Wolters, que ahora dirige la investigación de Madeleine.
Ralphs dijo que conoció a Christian en los meses previos a la desaparición de Madeleine porque ambos solían aparcar sus furgonetas en la playa de Barranco, al final de un camino de tierra, lleno de piedras y de difícil acceso. Ralphs y su mujer tuvieron que abandonar Reino Unido después de que la policía revelara por error que habían aportado información acerca de un asesinato entre bandas mafiosas. Por ello, fue indemnizado, metido en un programa de protección de testigos y se trasladó a vivir a una caravana en Portugal.
Las declaraciones de Ralphs coinciden con las de Michael Tatschl, que también fue amigo de Brueckner, y que colaboró con Jon Clarke en su libro “Mi búsqueda de Madeleine”. Tatschl explicó que el alemán planeaba secuestrar un niño, e incluso que llegó a hablar de venderlos, “tal vez a Marruecos”, matizó.
El pasado mes de mayo se produjo una nueva búsqueda en Portugal, la más grande de los últimos años. Durante dos días, agentes británicos, portugueses y alemanes analizaron una zona de la presa del embalse de Barragem do Arade en Portugal y se generó mucha expectación. Hicieron varias catas de terreno en busca de fotografías, material informático o incluso alguna prenda como el pijama rosa que llevaba Maddie el día que desapareció, pero no lograron encontrar nada.