La personalización en la política no es un tema nuevo. Desde el Príncipe de Maquiavelo pasando por los conceptos de libertad de Isaiah Berlín, la pleonexia en la psicología social o los excesos irreflexivos e irremisibles hasta el estudio moderno sobre el modelo holístico de los Cinco Grandes Factores de la Personalidad (Big Five Personality Traits), con vocación de poder transcultural, empático e interactivo, la personalidad importa y anticipa el poder.
El desafío del presente ensayo es producir una reflexión audaz sobre la variable personalidad entre los modos de liderazgo, clave en la comprensión de nuestra realidad más cercana. Sin duda “la tabla” de variables es aplicable a muchos, pero nos enfocaremos en tres liderazgos que han marcado la historia reciente de Venezuela. Veremos que tipo de liderazgo motiva más la participación en la política, la permanencia en el poder y su valor evolutivo o involutivo.
Los cinco grandes factores de la personalidad
Agostina Peretti, Hugo H Rabbia y Silvina Brussino psicólogos sociales, investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba Argentina, presentaron un trabajo sobre los factores de personalidad y variables mediadoras en su relación con la participación política.
Nos comentan que a fines del siglo pasado comienza a ganar reconocimiento el modelo holístico de los Cinco Grandes Factores de la Personalidad (Big Five Personality Traits). Estos son: 1) el Neuroticismo, a veces definido como Estabilidad Emocional, es decir, la tendencia a experimentar emociones negativas y a percibir el entorno como amenazante; 2) la Extraversión o Extroversión, que se relaciona con una visión más optimista del mundo y la preferencia por la interacción social; 3) la Amabilidad, entendida como la capacidad de establecer diversos vínculos sociales y estar más orientados a preocuparse por los/as demás, en especial, grupos estigmatizados; 4) la Apertura a la experiencia, que incluye la capacidad de introspección, de apertura al cambio, imaginación activa, curiosidad intelectual; y 5) la Responsabilidad, que da cuenta de disposiciones a adecuarse a las normas prescritas, a controlar los propios impulsos, ser perseverantes, y planificar y postergar la gratificación.
La relación de los Big Five con la política es una variable significativa. McCrae (1996) sugirió que el factor Apertura era el que más probablemente explicaría las diferencias individuales en la participación política. Un estudio (Caprara, et al., 2002) arrojó que los factores Extraversión [extrovertido] y Amabilidad eran los más influyentes a la hora de elegir candidatos/as y votar. Aquí entramos en una cualidad inevitable de análisis: el carisma, la capacidad de comunicación y empatía del actor político. “La relación es esperable puesto que aquellas personas que se auto presentan como extrovertidas suelen destacarse en actividades que requieran interacción con los demás” (Ob. Cit. McCrae, 1996; Borders 2012 en Simkin et al., 2020).
El frenesí de los acontecimientos desdibuja el papel real de las personalidades y personajes dotados de liderazgo en la determinación de las decisiones que los enmarcan. De esa atribuida “cualidad” extrovertida surgen otras virtudes [o carencias] del líder político: su audacia y su prudencia. Son estas dos bondades las que enamoran y coronan el poder, o lo alejan y desencantan. Aquí comenzamos a entrar en materia vinculante a algunos actores políticos. Aunque la masculinización en el poder ha desatendido el estudio de la mujer en este ámbito, su creciente acceso al más alto nivel político hace meritorio el análisis.
Carlos Andrés Pérez [CAP]: Un hombre amable y experimentado
Respetando el orden histórico comencemos con hechos y caracteres vinculados a hombres como Carlos Andrés Pérez [CAP]. La extraversión de CAP es una característica incuestionable. Y lo es tanto por su elocuencia como por su retraimiento y prudencia. Si queremos valorar el alcance de la personalidad de CAP, es inevitable hurgar en el libro de Agustín Blanco Muñoz, ¡Yo Sigo Acusando! Habla CAP [2011]. CAP, defenestrado de su presidencia, reconoce como antihistórica y antijurídica la decisión de la otrora CSJ [1993] de conseguir méritos a su enjuiciamiento, pero tilda de “inevitable” la decisión política del Congreso Nacional de allanar su inmunidad. “Yo mismo y mi discurso lo refleja, no tenía otra salida que el congreso tomara la decisión. Pero el trayecto de esa conspiración para llevarla al Fiscal y que se preparara una denuncia precipitadamente, la historia lo verá y lo juzgará”. El entendimiento de CAP de su circunstancia y la historia siempre fue profético. A veces faraónico y personalista, siempre amable y dispuesto a la apertura de cambio, sin dejar de lado su condición irreductiblemente demócrata, hasta para preferir otra muerte. CAP sin duda ha sido el hombre más influyente de nuestra era contemporánea.
Sus dos gobiernos fueron diametralmente opuestos en el plano ideológico, económico y estratégico. El primero de corte nacionalista, planificador [centralizador] y rentista. El segundo liberal, programador [descentralizador] y de mercado. ¿Qué clase de personalidad debe tener un líder para comprender el “gran viraje” que debe dar en la conducción del estado? ¿Cuánta audacia y determinación para enfrentar riesgos y adversarios? Un líder político se analiza-en términos de variable-personalidad, por sus capacidades de teorizar, organizar y agitar. Sin duda Pérez cumplía con esa triada. CAP era un magistral entendedor la teoría política, una mente organizada y un agitador de emociones incuestionable. La historia ha juzgado positivamente su audacia y temeridad como un regio y arriesgado estadista, que utilizó sus capacidades con fines republicanos y de desarrollo social.
Chávez: De la pleonexia. Ida, vuelta y caída
Siguiendo con el análisis combinado de los cinco factores estructurales de la personalidad en la política, nos toca hacer algunas determinaciones sobre Hugo Rafael Chávez Frías. Aquí me gustaría recurrir a lo que la doctrina llama variables psicosociales contingentes. Rafael Fragua en su ensayo La Personalidad en Política nos dice: “Es extremadamente importante la extracción social de esa persona. La estructura social circundante es interiorizada en el proceso de formación de su subjetividad y ello puede, o bien truncar, o bien aleccionar el surgimiento de la personalidad relevante”.
Chávez fue un celebro-debutante con su “Por Ahora” del 4F-92. Emerge en un momento cúspide de la anti política. El solo hecho de asumir la responsabilidad de su leva de armas sumado a un ambiente anti-establishment, le acreditó súbitas simpatías. Rápidamente saca a relucir un carácter extrovertido en medio de una “simbología” favorable. El gendarme trajeado de boina y uniforme de campo, que personifica el ‘retorno necesario’ de un nuevo orden militar, lanza su proclama, los objetivos no han sido cumplidos. Un ceño de agitador nato, que pronto es favorecido por titulares, élites intelectuales y corporativas, más un sobreseimiento que lo lleva a organizar su movimiento “revolucionario” que hechiza una nación convertida en país portátil. Y llega a Miraflores.
Volviendo con las contingencias psicosociales, Chávez, un hombre de clase media típica trabajadora, pronto hermana su carisma a la dialéctica de la lucha de clases y la victimización. Venezuela ausente de institucionalidad y resentida por una injusta distribución de la riqueza, entra deslumbrada y ciegamente en el socialismo del siglo XXI. Agrega Fraguas: “Estamos hablando del proceso […] de liderazgos creados por la vía de la imagen inducida por la mercadotecnia política, en los que los componentes personales realmente verdaderos, valiosos y propios, se desdeñan para crear imágenes artificiales y ficticias, que resultan muy superficiales, efímeras, engañosas y dañinas”. Y pasamos de un celebro-debutante a una “celebro-relevante”, embriagado de propaganda, patria, socialismo y muerte.
Chávez de apariencia amable; extrovertido, reformista, promotor de un cambio de enganche histórico, impropio, sujeto al clivaje Bolivariano con ‘hoz y martillo’ redentor, se hace relevante por su mote combinado de Robin Hood, Stalin y Che latinoamericano. Agita multitudes, encanta propios y adversarios y embelesa todo a su paso. La historia ha dicho que resultó ser muchas cosas, menos un redentor político. Pero ese momentum de libertad y absolución está latente. Otro factor determinante en la personalidad del líder es la nobleza, el señorío, para propiciar amor y reconciliación en vez de odios y fracturas.
Y los griegos hablaron de la pleonexia. La personalidad abducida [por la pleonexia] que se cree dotada de una fortaleza multipersonal inexpugnable. La pleonexia crea un desequilibrio que desconcierta a quien la sufre, como los líderes mediáticos. Ese desequilibrio una vez irracionalmente enraizado en la mente del personaje público, le espolea hacia la comisión de excesos irreflexivos y sin control que, desde una inicial estampida le va a impedir regresar hacia una venida sensata y racional a la realidad. Por eso, más temprano que tarde, caen inevitablemente.
María Corina Machado: Emotividad, actividad y repercusión
María Corina Machado exhibe como principal cualidad, la responsabilidad y estabilidad emocional para encarar temas de eficiencia, ética, participación y redención social. Volviendo con la masculinización en la política, Machado ha superado prejuicios típicos de sociedades machistas. Y ha ido de lo ceñido a la apertura, de lo sobrio a lo amable y empático, con sensibilidad e inteligencia.
En momentos de preferencia, el “hombre fuerte” era un águila que no caza moscas. La emergencia de una mujer aguerrida, responsable, normativa y moralista fue una antípoda vulnerable. Pero la política decanta y da cuenta de conductas “muy superficiales, efímeras, engañosas y dañinas”. Hoy aquella mujer de incuestionable valor moral y humanitario; de una firme estabilidad emocional, da un paso al frente y se coloca en el tope del reconocimiento de una población desilusionada, en búsqueda de paz, reencuentro y redención.
Su apertura al cambio le ha permitido entender que su lucha restauradora no pasa por posiciones extremas. En ello ha consistido su proceso personalísimo de pasar de lo teórico y normativo, a lo humano, espiritual y social, que es orgánicamente familiar.
Su actividad política en el plano de la sensibilidad, la emotividad y la repercusión de un proyecto por la felicidad del pueblo, ha sido eficaz y motivador. Por eso ella hoy también agita.
CAP en su momento representó un liderazgo mesiánico que rescataba el slogan “con AD se vive mejor”. Chávez fue el “hombre a caballo que quiso vivir del mito de Maisanta, el desarme de la vida civilista y el retorno a la vida [utopía] de cadetes en perfecta formación. Ahora María Corina no es sólo una líder política sino la expresión de la mujer venezolana, que viene por el rescate y recuperación de un país huérfano.
Parafraseando a Camus, “buscar la verdad no es buscar lo que se desea”. Es buscar también lo que no se desea, que es evitar la indiferencia de la naturaleza por lo humano. Y la explicación está en el amor por su país.
La sexta cualidad no escrita y poco estudiada en la variable personalidad, es el amor. Creo que todos ellos amaron/aman a Venezuela. El tema es que si el amor por la libertad sucumbe por el amor propio, morimos todos lentamente, y si [el amor] por la patria es superior al de la vanidad, vivimos todos libremente.
CAP prefirió otra muerte y decidió no defenderse, demostrando más amor por su país. Chávez sufrió las consecuencias de tanto amor por propio y por el poder, y María Corina demostrará que su amor superior por Venezuela, nos hará libre…
@ovierablanco