La empresaria japonesa Yuka Tsuen, de 52 años, contó a LA NACIÓN un ritual que sigue desde su infancia. “Todas las mañanas preparo dos tazas de té, una para mí y otra para mis antepasados. La de ellos la ofrezco en el altar de mi casa y digo una breve oración: ‘Por favor, que hoy tengamos un buen día’”.
Por: La Nación
La unidad con el legado de los antepasados sigue jugando hoy un rol fundamental en la cultura japonesa y en la familia Tsuen. Como dueña junto a su hermano Yusuke, de 42 años, de la casa de té Tsuen Tea en Kyoto, fundada en el año 1160 por sus ancestros, ella compara la atención de la empresa familiar con el cuidado de una mascota querida.
“Atender una empresa multigeneracional es como cuidar una tortuga centenaria. Cuando nací, ya estaba en mi casa esta ‘tortuga’ tan especial de más de 800 años. La hemos estado ‘criando’ durante 24 generaciones, generación tras generación. Tenemos que alimentarla y su pequeña casa debe ser limpiada todos los días. Entonces, cuando pienso en lo que debo hacer en mi vida, mi papel es cuidar bien de esta amada ‘tortuga’”, señala.
Su hermano, Yusuke Tsuen, agregó: “Nuestro foco principal, más que estar pensando todo el tiempo en cómo incrementar nuestras ganancias o expandir el negocio, es mantener la calidad de nuestros productos”.
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