Omar Estacio Z.: Corruptómetro chavomadurista

Omar Estacio Z.: Corruptómetro chavomadurista

Ayer fue divulgado el Reporte Anual 2023 del Instituto Prensa y Sociedad de Venezuela (IPYS Venezuela). La publicación contabiliza 233 casos que, a su vez, acumularon 349 violaciones a las garantías informativas tanto en impresos tradicionales como en medios digitales, en el territorio nacional durante los 365 días del año pasado.

“Las agresiones físicas y verbales -concluye el IPYS Venezuela- el discurso estigmatizante y las restricciones en internet fueron las principales rutas escogidas por el poder para acorralar a la prensa”.

Entre los numerosos casos que, en lo personal, nos ha llamado más la atención, ha sido el de la clausura de una emisora de radio del interior del país, por el “delito de lesa Revolución” de reportar el subcampeonato de corrupción, del desgobierno usurpador de Nicolás Maduro, según el reconocido ranking mundial de “Transparencia Internacional”.





¿Cuál es el mejor método para jerarquizar entre todas las cleptocracias de nuestro planeta -y alrededores- las más depredadoras?

En ese particular, cada cual hace de su camisa un sayo. Hay teóricos que miden el flagelo, del uno al cien, según las diferentes etapas de la vida, en que los ciudadanos son extorsionados por quienes detentan el Poder. Un país, expaís o quilombo, en el que hay que pagar coimas para obtener un contrato sin licitación, recibe un puntaje menor al que, desde la inscripción de un muchachito en la jefatura civil, hasta la expedición de los certificados de defunción, constriñe a los habitantes a pasar, una a una, las innumerables horcas caudinas del funcionariado prevaricador, sin paz con la miseria.

Tengo para mi, que el número de las expresiones o calificativos que emplea determinada comunidad para referirse a un fenómeno telúrico o social, es un inmejorable barómetro de su incidencia en un determinado entorno. En Venezuela, por ejemplo, no tenemos volcanes activos, de allí que para sus habitantes un volcán es, simplemente, un volcán, sin necesidad de mayores sinónimos.

Pero !Ay! de la exorbitante cantidad de calificativos para aludir al furor de Mesalina de los pretendidos revolucionarios por arrasar nuestros recursos renovables y no renovables.

Son miles, millardos, de palabrejas o giros del lenguaje, que reflejan el hábito que hace monjes, a los adalides del expolio. Elevados al cubo en los últimos 25 años, a continuación, transcribimos algunos pocos:

“Guiso”, “coima”, “trinquete”, “bajarse de la mula”, “no dejarme en el aparato”, “dame lo mío”, “lo mío que me lo dejen en la olla”, “¿Y cómo quedo yo ahí?” “¡Voy pagao!”, “¿Cuánto hay pa’ eso?”, “Carne en el gancho” “¡Arrímame una bola pa´l mingo!”, “Estamos en el ajo ¿no?”, “comerse un queso”, “el ñiquiñuqui”, “la chocozuela”, “clavarle el diente al jamón”, “la mordida”, ‘la zampada”, “la moñoñada”, “la hora de manifestarse”, “el chaka-chaka”, “acercarse al sabor”, “¿me quieres o no me quieres?”, “el arrase”, “ la caída y mesa limpia”, “la tajada”, “la teta”, “asomarse a la petrochequera”, “el maletón”, “el maletín”, “la valija diplomática de 52 cajones en el Aeropuerto de Barajas” “el movimiento ‘e bemba”o “pegarse a la verruga” y después del asesinato del ladrón mayor, en 2014, por el G2 y por su sedicente hijo afectivo, “pegarse al bigote” y/o “al bigotico” y/o “al mazo dando”. Todo ello sin dejar de contabilizar la suma de gestos, morisquetas, señas con el dedo gordo del pie, ronquidos, guiños, jadeos, contorsiones de gata, picadas de ojo, sonidos guturales en clave Morse, para ponerse a salvo de escuchas telefónicas y grabaciones indiscretas.

La clausura de una estación de radio por el simple hecho de informar oportuna y verazmente el referido subcampeonato es circunstancia que hace estallar todos los corruptómetros. Oigámoslo, en vivo, directo y en sonido surround:

– ¿Subcampeonato Mundial de la Corrupción? ¡Qué va oh! Campeones Mundiales absolutos, sin posibles retadores ¡Y me clausuran esa radioemisora, pa´que no desconozca nuestros merecidos galardones!

@omarestacio