Papúa Nueva Guinea declaró este lunes el estado de emergencia en la provincia de East Sepik, en el norte del país, tras el terremoto de magnitud 6,9 que dejó el domingo al menos 3 muertos y cerca de un millar de casas destruidas.
A la espera de que se revelen las cifras oficiales de muertos y daños, el presidente del comité de desastres de East Sepik, Samson Torovi, declaró el estado de emergencia en esta provincia para movilizar todos los recursos necesarios para la respuesta, recuperación y mitigación del desastre.
Los datos preliminares del terremoto indican que al menos una mujer y su hija perdieron la vida en la pequeña localidad de Jikinumbu, mientras que otro menor pereció en el remoto poblado de Sotmeri, ambas en East Sepik, según publicó este lunes el diario papú Post Courier. que también reportó unas 93 viviendas destruidas.
Sin embargo, el gobernador de East Sepik, Allan Bird, aseguró que alrededor de unas mil viviendas han sido destruidas por este incidente, según un mensaje publicado la víspera en Facebook.
Bird también pidió a Estados Unidos para que ayude en la entrega de agua potable, que es una de las necesidades prioritarias en estos momentos junto a la asistencia médica, la seguridad y refugio de los pobladores, el abastecimiento de alimentos y la reconstrucción de la provincia.
Según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), que recoge la actividad sísmica en todo el mundo, el terremoto se produjo el domingo a las 07.22 hora local (20.22 GMT del sábado) a una profundidad de 35 kilómetros.
El movimiento telúrico, que no activó la alerta de tsunami, tuvo su epicentro unos 38 kilómetros al noreste de la localidad de Ambunti, en la provincia de East Sepik, una jurisdicción de unos 43.426 kilómetros cuadrados con costa y montaña que ocupa un área poco más grande que la de Dinamarca.
El ministro papú de Defensa, Billy Joseph, remarcó en un comunicado emitido anoche que aún se están esperando los informes del interior del país para conocer el verdadero impacto del terremoto y dar respuesta a la catástrofe.
“Tenemos graves condiciones meteorológicas adversas, y todos los servicios de emergencia de nuestro país deben estar en alerta máxima”, remarcó el ministro, al alertar de los peligros en el mar y la posibilidad de que se produzcan corrimientos de tierra en una zona ya devastada por las lluvias torrenciales.
Se calcula que unas 24 personas han muerto en las últimas semanas por las inundaciones y corrimientos de tierra en varios lugares montañosos y costeros de Papúa Nueva Guinea, donde el desborde de los ríos han dejado desplazadas a miles de personas y dañado los cultivos, huertas y contaminado las fuentes de agua.
Papúa Nueva Guinea- un país rico en recursos, de geografía difícil y con casi el 40 por ciento de sus 10,5 millones de habitantes en situación de pobreza- se asienta sobre el Anillo de Fuego del Pacífico, una zona de gran actividad sísmica y volcánica que es sacudida al año por unos 7.000 temblores, la mayoría moderados. EFE