Megan Brewer, de 25 años, tenía el sueño de ser bailarina de ballet y recorrer el mundo con una compañía profesional antes de que su salud se deteriorara y se ejercitara hasta 10 horas por día.
Por: Clarín
La anorexia de Megan la ponía tan enferma que dependía de hasta nueve tazas de café y tabletas de cafeína solo para mantenerse en pie. Desde los ocho años, Megan había estado obsesionada con sus medidas para los trajes de baile escolares, queriendo tener el tamaño más pequeño posible.
A medida que crecía, siempre estaba consciente de las calorías y solía llorar ante su propio reflejo. Megan se unió a una escuela de danza a los 18 años, pero en su tercer año, haría ejercicio hasta 10 horas al día yendo al gimnasio al menos una vez al día, haciendo dos clases de yoga, otra clase más intensa, corriendo una vez a la semana y entrenarse para un maratón, todo además de bailar.
“Nosotros, como familia, siempre estábamos muy ocupados con nuestros propios compromisos, como clases de baile y música. A mis dos padres les gusta mucho el ejercicio y la vida sana, lo que yo aprendí y llevé al extremo. Recuerdo ser quisquillosa con los alimentos poco saludables desde pequeña, como no comer papas fritas o pizza. Diría que no me gustan, para no tener que comerlos”.
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