A las 3:00 de la tarde de este viernes se conmemora la consumación de la mayor injusticia de la historia. No hay otra más grande. Me refiero a todo el proceso que vivió Jesús de Nazaret hasta su muerte por crucifixión en el Gólgota. En estos días de Semana Santa, en todas las iglesias católicas del país y del mundo, se habla y se representa la llamada Pasión de Cristo, que muestra el dolor y el sufrimiento que padeció Jesús, quien fue traicionado por Judas Iscariote uno de sus discípulos. El Hijo de Dios, que sabía lo que iba a suceder, tuvo su última cena con ellos y oró la noche anterior en el huerto de Getsemaní, al pie del Monte de los Olivos de Jerusalén, para luego ser capturado (se entregó de manera voluntaria) y condenado por el poder imperante. Fue Judas quien guió hasta Jesús a los esbirros del Sanedrín (especie de corte suprema para tratar los temas del Estado y también los religiosos), porque no lo conocían. De allí fue encarcelado y posteriormente presentado ante Anás, Herodes y Caifás. Este último fue el verdadero autor intelectual o verdugo de Jesús, luego de que el prefecto romano, Poncio Pilatos, se lavara las manos al no encontrar argumentos para hacerlo, aunque por presión y temor, sin dictar una sentencia lo hizo al final. Fue una ejecución política y podemos afirmar, como han revelado científicos investigadores, que Jesús fue torturado de manera brutal antes de su muerte. Sobre todo este proceso presentaremos más adelante otros detalles y consideraciones relativas a la justicia.
Jesús, con su sacrificio nos entregó un signo de amor y se convirtió en el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, para conducirnos a la salvación. Y con su resurrección nos dejó abiertas las puertas para la vida eterna en el Reino de Dios. Pero antes, debemos demostrar con nuestras acciones a lo largo de nuestras vidas que somos merecedores de alcanzar la gloria. ¡No existe sacrificio mayor que el de Jesús por nosotros!
La lucha entre el bien y el mal continúa, y como ejemplo tenemos la que libramos en Venezuela. Dije al principio que el juicio más injusto de la historia condujo a la condena de Jesucristo, quien pocas horas después de su muerte, abrió las puertas del Cielo. Los principios universales del debido proceso, juez natural, presunción de inocencia, no fueron aplicados al Hijo de Dios, algo similar a lo que ocurre en nuestro país. Su corto pasaje por este mundo, fue suficiente para entregar muchas enseñanzas a la humanidad, y una de ellas fue mostrar el linchamiento en la “apariencia” de un Estado de Derecho. Por ello, en Semana Santa, se reavivan las peticiones de restablecimiento de la justicia, libertad para los presos políticos, entre muchas injusticias terrenales.
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El juicio a Cristo no fue realmente un proceso, fue un linchamiento, con todos los horrores de las violaciones legales, tanto a la ley judía como a la ley romana de la época. Escribió José Elías Romero en su libro “El Proceso a Cristo”, lo siguiente: “A los judíos no se les acusa de crueldad sino de traición, y a los latinos no se les acusa de traición sino de crueldad. Los romanos no enfrentaron a Jesús por razones religiosas; fueron los propios judíos”. A Cristo, como señala el penalista Romero, no se le respetó ningún principio universal (esbozados por los romanos), y se le mató bajo procedimientos penales de entonces, pero bajo un proceso violatorio de esas propias leyes vigentes.
El proceso a Jesús es, por lejos, el proceso penal más importante de la historia. Tan pronto Jesús fue aprendido en el huerto de Getsemaní lo llevaron donde Anás (suegro de Caifás, sumo sacerdote en aquel año). Era la primera vez que Jesús se enfrentaba a su más fiero enemigo. En poco tiempo (horas), a Jesús lo interrogan Anás, Caifás, Herodes y Pilatos. En ese espacio ocurren claras violaciones a la ley judía: notoriedad y privacidad. Nadie podía ser juzgado al amparo de las sombras ni en la clandestinidad. Dice la historia que el interrogatorio hecho por Anás fue sin la presencia de testigos y sin abogado que se encargara de la defensa de Jesús, aunque José de Arimatea ante el Sanedrín cumplió este papel. La principal acusación contra Jesús era la blasfemia. Del interrogatorio a Jesús formulado parte por Anás, quedó claro que éste no tenía competencia para juzgarlo y por ello lo remitió a Caifás. El juicio a Jesús ante el Sanedrín o Sanhedrín comenzó a las 4:00 a.m. del día viernes. El Sanedrín era la cúpula de la autoridad judía. Estaba integrada por 70 personas representantes del dinero, de la religión y del saber. Este cuerpo condena a Jesús por blasfemo o falso profeta. Esta reunión violó claras normas jurídicas del derecho penal judío de la época; a saber: 1. El Sanedrín no estaba autorizado para celebrar esta clase de reuniones en la casa del sumo sacerdote; 2. En los procesos penales no podía aplicarse la pena capital y no podía juzgarse en los días festivos ni en la víspera; 3. Ningún acusado podía ser condenado con base en su propio dicho; 4. No se presentaron testigos a acusar a Jesús; 5. La blasfemia tal como fue tratado por el Sanedrín, no debió concluir en culpabilidad, pues Jesús no blasfemó contra Dios. Es decir, el proceso ante el Sanedrín se sustentó básicamente en la afirmación de Jesús de que él era el hijo de Dios. Se afirma que a las 6:00 a.m. de ese viernes, el Sanedrín emitió su sentencia de muerte y remitió a Jesús a la autoridad romana para su ejecución. En esa época Judea estaba bajo la dominación romana; por tanto, no podía ejecutar la sentencia, esto es, matar al acusado. Y el poder en Judea lo ejercía Poncio Pilato, como gobernador; por tanto, procurador y prefecto del Imperio romano. Se dice que los representantes del Sanedrín llegaron donde Pilatos a eso de las 8:00 a.m. Se sabe que la primera pregunta que le hizo Pilatos a Jesús fue: “¿Eres tú el rey de los judíos?” y Jesús le respondió: “Tú eres el que lo dice”. Y cuando Pilatos les quiso devolver a Jesús a los judíos aduciendo que no encontraba falta alguna, los judíos le dijeron que no tenían facultad para aplicar la pena de muerte. La historia también cuenta que ante esta situación Pilatos envió a Jesús donde Herodes Antipas, quien no lo condena porque lo considera un “extraviado mental”, por tanto, lo devolvió a Pilatos. Eran las 10:00 a.m. del día viernes de la Pasión. Luego, es enviado de nuevo Jesús ante Pilatos, Caifás cambió la acusación. Acusó a Jesús de “alborotador”, esto es, que predicaba y no pagaba los impuestos al César. En el fondo, cambiaron una acusación religiosa por una política. Serían las 11:00 a.m. de ese viernes cuando Jesús es devuelto a Pilatos. En ese momento se produce el enfrentamiento de Pilatos con la muchedumbre. Pilatos pregunta “¿Qué hago con Jesús? y la muchedumbre responde “crucifícalo, crucifícalo”. Y Pilatos temeroso toma agua y se lava las manos de la sangre que iba a derramar de un hombre inocente. Pilatos, cuenta la historia, buscó dejar en libertad a Jesús, pero el temor a la muchedumbre y al César hizo que se acobardara. Pilatos soltó a Barrabás y entregó a Jesús para que fuese crucificado en la cruz. Con ello se consumó no una ejecución, sino un linchamiento y como lo afirma el penalista Romero: “Un asesinato tumultuario sin sentencia declaratoria ni condenatoria”. El proceso y su ejecución violaron claramente las normas vigentes, tanto judías como romanas de la época. La cadena de hechos, sirve para reflexionar en momentos de injusticia como el actual.
¿Cuántos Pilatos tenemos hoy en los Poderes Públicos de Venezuela? Funcionarios de distintos calibres, la mayoría alineados a perseguir por fines políticos, pues su misión es mantenerse en el poder a costa de cualquier arbitrariedad.
Nos encontramos en fase de transición, pues el país asumió en primera persona el cambio político por la vía electoral.
En toda la historia republicana, nunca un Poder Judicial se había postrado o sometido a un proceso de promoción del anti-Estado. En todos los tableros de la lucha democrática seguiremos trabajando. Dentro de ellos, la oración es una poderosa arma para liberar a los presos políticos y Venezuela. Comparto la visión de María Corina Machado, pues el reto trasciende lo electoral, para ubicarse en una lucha del bien contra el mal.
Mi ecuación para esta semana: vamos a seguir acompañando el mandato popular del 22 de octubre, fecha en que el ciudadano apostó por el cambio político por la vía electoral. Hay variables como la incidencia internacional o la negociación que no está en nuestras manos, ello se encuentra en pleno desarrollo y seguimos confiando que el equipo bajo el liderazgo de María Corina tomará las decisiones más prudentes y sabias. Lo otro es seguir trabajando en el proceso unitario.
Valga esta reflexión final, que tiene como base el mensaje central del Hijo de Dios en la Tierra: luego del viernes de holocausto y tinieblas, viene el domingo de Resurrección y Vida.
Dr. Rafael Veloz García, diputado a la Asamblea Nacional y al Parlasur electo en 2015; expresidente de la Federación Interamericana de Abogados (FIA); miembro de la dirección nacional de Voluntad Popular, VP.