En los rincones de Los Ángeles, una de las metrópolis más importantes de Estados Unidos, dos talentosos hermanos encontraron refugio en el aroma de los sabores criollos. Mercedes Rojas, la audaz chef detrás de cada receta, y Zeus Ferrini, un ingenioso joven de visión empresarial, se juntaron por la pasión culinaria y un sueño en común: The Arepa Stand. Lo que empezó como una pequeña prueba en Mar Vista Farmers’ Market se convirtió en la propuesta gastronómica innovadora que logró expandirse a seis ubicaciones populares de la región.
Después de recorrer un tortuoso camino, esfuerzo desmedido y convertirse en un referente local, trabajan para tener su restaurante. A través del delicioso plato típico, los comensales prueban la perseverancia y el coraje que impregnaron en cada paso del viaje. Más allá de su éxito, es una muestra de que los sueños se cumplen cuando se preparan a base de determinación y se sirven con una sonrisa. Acompaña a La Patilla a conocer la historia de los creadores de estas auténticas arepas.
Por: Elizabeth Gutiérrez | lapatilla.com
Mercedes Rojas creció entre los aromas y sabores de la cocina venezolana gracias a la influencia de dos importantes mentores. “Mi mamá siempre fue una excelente cocinera y me ha preparado los platos más deliciosos que he probado en mi vida. Ella siempre puso mucha atención a las diferentes culturas, desde muy pequeños nos llevó a restaurantes nuevos, comíamos de todo. Siempre la acompañaba mientras cocinaba”, compartió con admiración.
Pero admitió que su dedicación y amor por la gastronomía también la heredó del “súper estrella parrillero”, su padre, a quien apoyaba en las labores de su negocio después al llegar de la escuela “Ayudaba a mi papá a repartir las comidas o lo ayudaba a cocinar si lo necesitaba. Eso fue lo que empezó a abrir mi curiosidad hacia esas cosas”.
A pesar de su relación con el mundo de las recetas y el buen comer, jamás pensó que se convertiría en la profesión que más adelante la haría tan feliz. “Cuando me mudé a Estados Unidos, hubo una época que estaba recién salida de bachillerato, no sabía qué hacer y un buen amigo me sugirió que fuera a la Escuela de Artes Culinarias porque siempre que nos reuníamos, yo era la que estaba cocinando y se notaba que me gustaba”.
Después de establecerse en Miami en 2006, Mercedes se adentró en la escena gastronómica, al cursar estudios en la prestigiosa Escuela de Artes Culinarias Le Cordon Bleu. “En el momento que entré me hechicé, ese es el principio de la historia. Después de eso, todo lo que quería hacer era alrededor de la cocina, me obsesioné con la escuela, el arte, las diferentes culturas y la gente que conocí. Para mí fue una experiencia muy bonita y el principio de lo que es mi vida en estos momentos”.
Su determinación se convirtió en la brújula que la condujo a trabajar en reconocidos emprendimientos de Miami, Nueva Jersey y Nueva York. Sin embargo, fue en Los Ángeles donde los hermanos venezolanos encontraron su verdadero hogar. “Mi hermano ya estaba viviendo en Los Ángeles y comentó que me iba a gustar mucho, especialmente el clima”, reveló Rojas. Una entrevista laboral con la renombrada chef Suzanne Goin, a quién admira profundamente, le concedió la oportunidad que cambiaría su destino: trabajar en el icónico restaurante Lucques.
Complicidad entre hermanos
La idea de llevar las delicias de su país a tierras estadounidenses surgió del anhelo de Mercedes por compartir la cultura venezolana a través de la comida. “Las arepas siempre fueron algo que introduje en los trabajos, entre mis compañeros, porque era una manera de decir: ‘mira, esta soy yo’. Todo el mundo siempre estaba fascinado (…) hasta que empecé a decir: ‘algún día voy a vender arepas en la calle’”, reveló.
El impulso para transformar su pasión en un negocio nació en el momento menos esperado, durante la época que trabajó en la industria culinaria. Después de años de perfeccionar su oficio junto a la renombrada chef Suzanne, Mercedes sintió la necesidad de buscar su propio camino y fue entonces cuando en su mente comenzaron a surgir algunas ideas tras sus visitas a los Farmers’ Market de Los Ángeles, donde la frescura y variedad de los productos locales encendieron la chispa del emprendimiento.
Mercedes y su hermano Zeus compartieron la misma visión de llevar las arepas a las calles de Los Ángeles. La intrépida chef encontró el apoyo necesario en su socio y mejor amigo para poner en marcha la iniciativa. “Él también estaba un poco aburrido con su trabajo en ese momento y le pregunté si él lo haría conmigo. Y él, así como que sin pensarlo me dijo: ‘sí, vamos a hacerlo un día’”, recordó.
Al principio, lo tomaron como una aventura del momento sin imaginar que ese experimento sería su fuente de ingresos. No obstante, los humildes comienzos llevaron a los hermanos a enfrentar obstáculos que parecían insuperables. A pesar de la falta de financiación, de un espacio asegurado en los mercados y con solo un pensamiento latente, se embarcaron en la difícil tarea de hacer realidad el sueño gastronómico.
Mercedes, con una pizca de osadía recordó los días de incertidumbre y perseverancia: “No teníamos nada (…) llevamos arepas gratis y las regalamos por todo el Farmers’ Market hasta que encontramos a la encargada y le dimos a probar, luego ella nos dijo: ‘buenísimo, las arepas están súper sabrosas, qué rico el producto, pero no tenemos espacio’”.
Su tenacidad los llevó a tocar puertas una y otra vez hasta que finalmente obtuvieron la oportunidad de participar en los Farmers’ Market locales. “Nos preguntamos: ‘¿cómo vamos a hacer esto? No tenemos ni siquiera una carpa, no tenemos una mesa, no tenemos una plancha, no tenemos nada’. Empecé a llamar amigos, conocidos, pidiendo prestado cosas, yendo a buscarlas. Le dije a mi hermano: ‘nos aceptaron para este domingo, necesitamos un nombre, ¿qué nombre le ponemos?’, y mi hermano dijo: ‘The Arepa Stand’”.
Una aventura para toda la vida
La creatividad de su hermano Zeus nunca se detuvo, pues también se encargó de darle un toque más personalizado al menú que ofrecerían al bautizar cada arepa con una identidad que pudieran asociar los consumidores locales: “Ha sido una de las cosas que más nos ha ayudado con el negocio (….) Las arepas, no es que las nombramos así solo por nombrarlas sino que lo hacemos en base a lugares de aquí de Los Ángeles y que se conecten con las arepas, que tenga sentido. La 405 por ejemplo, es el nombre de una autopista aquí en Los Ángeles, que está súper congestionada y la de pabellón está súper congestionada también. Entonces así fue como se le ocurrió a él, porque él fue el genio de los nombres”, expresó.
De esta manera, el primer día en el mercado se convirtió en un torbellino de emociones y logros inesperados. Lo que comenzó como una aventura incierta pronto se volvió un éxito rotundo. Con más de 150 arepas vendidas en un solo día, el impacto de su producto fue más allá de lo que nunca imaginaron.
La demanda creció, y con ella, los desafíos. La falta de equipo comercial adecuado los obligó a improvisar, al transformar sus modestos hogares en almacenes temporales para carpas y planchas de cocina. “Fue un desastre. Llegó un momento que empezamos a alquilar una van porque nos estaba dando un poquito más de dinero para alquilarla. Toda la gente que trabajaba ayudándonos eran amistades, personas que ni siquiera nos cobraban. Era simplemente por ver a The Arepa Stand crecer y porque veían que era algo que a la gente le encantaba y fue muy bonito”.
Pero el destino les tenía preparado más que solo obstáculos logísticos. Una disputa sobre el uso de la harina PAN sacudió su negocio. “Hubo una clienta que no estuvo de acuerdo con que usáramos una harina que no fuese orgánica. Armó tremendo revuelo porque estábamos en el Farmers’ Market y eso causó que nos cerraran por un par de semanas hasta que pudiéramos solucionar la situación de la harina”.
A pesar de ello, en lugar de rendirse ante la adversidad, buscaron alternativas. “Conseguimos una compañía que trabaja con el maíz pelao, los contratamos y lograron hacer una harina que nos servía para las arepas como un grano fino, nunca tan fino como el del grano de la Harina PAN, pero el sabor es muy rico y eso era lo que teníamos para trabajar”.
Un menú criollo en California
La influencia de la familia fue fundamental en el desarrollo de “The Arepa Stand”. La sazón que ofrecen está mezclada con los recuerdos de la infancia y los sabores reconfortantes de la cocina hogareña. “Nuestra familia fue la única influencia en la creación del negocio, en realidad. Todos los platillos de The Arepa Stand están basados en sabores con los que nosotros crecimos, con los que mi mamá cocina”, compartió Mercedes al resaltar la importancia de sus raíces en cada bocado.
En este sentido, elogió la experiencia que la formó mientras laboró junto a los reconocidos chefs en Estados Unidos, pues significó una fuente de inspiración para el desarrollo de su negocio. “El momento en que llegué a California entendí lo de los Farmers’ Market, las temporadas y comprendí que los mejores tomates están en el verano y las mejores naranjas en el invierno, muchas cosas empezaron a tener sentido en la manera de hacer ciertas arepas. Hay arepas que están en el menú que no se pueden mover, pero también hay muchas arepas que vienen por temporada cuando ciertas frutas y vegetales están en su mejor momento. Y pienso que esa ha sido una de las influencias más grandes”.
Su receta para el éxito, según esta venezolana comprometida, radica en la dedicación y el amor que ponen en cada arepa que preparan. “Nuestras arepas son únicas. Hemos invertido mucho tiempo en asegurarnos de que nuestras recetas sean especiales”.
“Nos tomamos nuestro tiempo con los ingredientes, los respetamos y de verdad le ponemos mucho cariño y amor tanto a la cocina como a los nombres que le ponemos a las arepas, como las armamos, todo eso está muy bien pensado, qué va primero, por qué el queso va encima de los plátanos y no encima de la carne en la de pabellón. Todas esas cosas son porque nos comimos la arepa armada de todas las diferentes maneras, unas 10 veces antes de decidir, como equipo, cómo era la mejor manera que se comía y cómo sabía mejor, porque para mí todo tiene que encajar”, agregó.
La dedicación meticulosa de estos hermanos criollos se refleja en su variado menú, que incluye desde las tradicionales arepas de queso de mano hasta opciones más innovadoras como la arepa vegana. Cada plato está cuidadosamente elaborado para ofrecer una experiencia culinaria única que cautiva los paladares de sus clientes.
“Hacemos nuestro propio queso de mano para la arepa. Tenemos una arepa vegana con caraotas, aguacate, un encurtido de pimientos y cebollas, tiene plátano. Tenemos la reina pepiada, la hacemos un poco diferente con nuestra propia mayonesa, tiene bastantes hierbas y la servimos con queso gouda. Tenemos la típica arepa de pabellón, carne mechada, plátano, queso y puré de papa. Tenemos una arepa que se llama ‘The Inglewood’, que es de puerco al barbecue con aguacate y queso de mano”.
Pero sin duda, la que se lleva los honores es la favorita de la casa y de todo venezolano que se respete: “La arepa más popular que tenemos en el menú es la reina pepiada. Es la más vendida en todos los mercados y la más popular. Pero cerquita, cerquita tiene la de pabellón. Esas son las dos más populares de todas”.
Detrás de The Arepa Stand
Los hermanos no se conforman con simplemente ofrecer sus deliciosas arepas en los mercados locales. También han expandido su alcance a través de servicios de catering y eventos privados. Desde el Farmers’ Market de Manhattan Beach hasta eventos en el reconocido teatro The Ford, Mercedes y Zeus llevan el sabor auténtico de Venezuela a diversos rincones de la ciudad de Los Ángeles.
Para aquellos que deseen degustar estas delicias gastronómicas, The Arepa Stand ofrece sus productos en seis Farmers’ Market diferentes: “Hay uno que abre los martes, que es Manhattan Beach. El sábado abren dos, uno que se llama Playa Vista y el otro se llama Torrance. Y el domingo abrimos tres, uno se llama Mar Vista, uno se llama Studio City y el otro Hollywood“, explicó.
Pero pasar de un modesto stand a seis ubicaciones en esta metrópolis no fue tarea sencilla. “Fue pasando poco a poco”, detalló Mercedes, al describir un viaje lleno de altibajos.
“Nosotros abrimos en 2019 y como a los seis meses nos dimos cuenta que nos estaba yendo bien. Ahí todavía estábamos viviendo en una mentira y en un sueño porque aún estábamos cocinando desde la casa, no sabíamos lo que era la renta de una cocina, no teníamos muchos empleados. Entonces, decidimos abrir más mercados, pensábamos que todos iban a ser buenos y en realidad no fue así. Luego de intentar en diferentes lugares nos quedamos con los seis mercados que mejor nos resultaban y los que atraían más gente”.
Incluso la pandemia del Covid-19, que golpeó con fuerza a muchos negocios, no pudo detener el ímpetu de estos emprendedores. Ante el cierre de los mercados donde solían operar, los hermanos encontraron una solución ingeniosa: un food truck improvisado que llevaba el sabor de Venezuela a las calles de Los Ángeles.
“Empezamos a vender las arepas congeladas, la carne mechada, el queso y todas esas cosas lo empezamos a hacer preempacadas para que pudiéramos sobrevivir, porque ya nosotros teníamos una cocina, pero cuando llegó el Covid nos quedamos con la renta de la cocina, sin poder producir. Eso fue un poco dificultoso”.
No obstante, la esencia de The Arepa Stand va más allá de la comida: es un ambiente familiar donde cada cliente es recibido con una sonrisa y un toque de calidez venezolana. “Es un negocio de familia, es algo que mi hermano y yo creamos con muchísimo muchísimo amor y lo seguimos haciendo. De verdad nosotros pensamos que The Arepa Stand es un lugar donde la gente viene a pasar un buen rato, a hablar con nosotros”.
La filosofía del éxito
Detrás de cada arepa hay horas de trabajo arduo y una pasión desbordante por alimentar no solo el cuerpo, sino también el alma de quienes los visitan.
“Nuestra filosofía es tener un equipo de trabajo que ame lo que hace tanto como nosotros, siempre queremos cultivar ese ambiente de trabajo donde la felicidad del cocinero se pueda reflejar en la comida y yo siento que los clientes pueden probar eso con cada bocado, que se los preparó alguien que estuvo contento, orgulloso, y que le gusta mucho lo que hace”.
Pese a los retos, los hermanos Rojas y Ferrini miran hacia adelante con esperanza y determinación. Su próximo objetivo es establecer un local físico, un espacio donde puedan compartir su amor por las arepas de manera más permanente con la comunidad. Además, exploran la idea de expandir su oferta con una mini panadería, al añadir sabores más dulces a su repertorio.
“Tenemos una parte que estamos expandiendo ahorita que es la parte de una mini panadería. Estoy haciendo cachitos, pastelitos y unas galletas como las ‘reinita’, pero hechas por nosotros”, mencionó.
Aunque también sueñan con ampliar su sello gastronómico más allá de los límites de Los Ángeles, al llevar la auténtica sazón criolla a nuevas ciudades y regiones. “Ese sería un sueño hecho realidad”, admitió. Aunque su enfoque principal está en consolidar su presencia en “la Gran Naranja”.
“Si se nos da la oportunidad de abrir bastantes lugares aquí en Los Ángeles, obviamente, ya a futuro nos gustaría irnos a diferentes ciudades. No sé si Miami porque creo que está saturado de arepas, pero tal vez otros estados cerca de aquí de California”.
Embajadores de lo nuestro
Para Mercedes, representar a su país a través de esta propuesta culinaria no es solo una cuestión de comida; es una conexión profunda con sus raíces, una oda a su historia y un tributo a su amor por Venezuela.
“Desde que empecé a trabajar en artes culinarias siempre tuve ese deseo de hacer la comida de Venezuela y por fin se me dio. En muchos lugares donde cociné, donde trabajé, por más especial y espectacular que fuese la comida, no conectaba. Pasé como 10 años sintiéndome súper infeliz en diferentes tipos de trabajo porque no estaba haciendo algo que me hiciera completamente feliz y no fue hasta que trabajé con Suzanne Goin, mi último trabajo aquí en Los Ángeles, donde pude conectar con su comida y pude traer muchos de mis sabores a su estilo de cocina”.
Agregó que: “ahí fue donde me di cuenta de las posibilidades tan grandes que hay de hacer la comida venezolana o las arepas y aún así representar a Venezuela, pero de manera que conecte conmigo y con todas las cosas que he logrado y todo lo que he aprendido”.
La historia de Mercedes y Zeus se inspira por la perseverancia y pasión de ambos. Superaron obstáculos gracias a sus talentos, esfuerzo y entera dedicación, pero la ayuda invaluable y gratuita de la comunidad fue la clave para llegar a la meta. Su stand de arepas, además de servir delicias gastronómicas, es un símbolo de la capacidad de los venezolanos para triunfar en cualquier parte del mundo. Y como dice esta criolla de buen corazón, “lo hago con orgullo todos los días que me levanto a trabajar”.