Resulta un clamor que la credibilidad del ecosistema criminal que mantiene secuestrado al país ronda por las cotas del bajo cero. Pueblo no tiene, pero sí las armas, de manera arbitraria y no institucional, por ahora.
La sentencia recaída sobre el general Clíver Alcalá ha encendido las alarmas sobre el futuro que aguarda a las cadenas de mando asociadas a crímenes de lesa humanidad.
La aludida sentencia tendrá repercusión en los miembros de la Fuerza Armada, y los moverá a adecuar sus actuaciones al marco de la Constitución, siempre será su mejor negocio garantizar la alternabilidad del poder, que el régimen ha infringido ad nauseam.
La corrupción espanta a las bases del chavismo y hoy no supera el agónico 10% de aceptación. El show montado alrededor de la supuesta captura de los capos El Aissami (dotó de identidad venezolana a terroristas del mundo), Samark López y Simón Zerpa, busca modificar el sentimiento de indignación de las bases haciendo un tardío control de daños, montando la pantomima de lucha contra el crimen organizado, que encarnan en sí mismos los capitostes del régimen.
La esencia del Estado chavista es la corrupción. Las bases resienten que la educación no existe y que se necesitan 160 salarios mínimos para la canasta alimentaria básica. No hay interés por el bienestar colectivo. Un cuarto de la población ha emigrado.
Los ciudadanos toman conciencia de que hemos perdido y retrocedido. Nos retardamos 35 años para entrar al siglo XX y ahora llevamos 25 años de retraso en pleno siglo XXI, por el fracaso palmario del modelo “socialismo del siglo XXI”.
El narcorrégimen ha dilapidado y robado un millón de millones de dólares, equivalente a 10 planes Marshall para reconstruir la Europa de la posguerra.
La impresentable ley contra el fascismo genera terror psicológico y constituye una excusa legal para hacer lo que han venido haciendo, vulnerando el Estado de Derecho con la persecución sistemática y generalizada contra quien piense distinto y exija sus derechos políticos y garantías. Las conversaciones cotidianas se convertirían en condenas por los turiferarios del régimen. Discernir y pensar es un delito. Te leen el pensamiento. Prohibido pensar.
Ha habido una feroz persecución contra jóvenes periodistas, tanto en Venezuela como el exterior, que se han ajustado siempre al estricto ejercicio de su libertad de expresión. No es un delito. No le arriendo la ganancia al régimen por este despropósito. Serán la luz que derrotará a las tinieblas. Apuesto y gano.
No debería haber dos estándares de elecciones, unos que rigen, transparentes y limpiamente, en los países de los acompañantes y garantes del diálogo, y otro que es un esperpento para nuestro país.
El objetivo de la lucha democrática es liberar a nuestro país y volver a unir a la familia venezolana. No vamos a renunciar a la humanidad que es parte integrante de nuestro ser. No nos dejemos quitar la esperanza y mucho menos dejarnos desmoralizar.
Comprometidos con la libertad de la palabra y la palabra como libertad.
Libertad para Javier Tarazona, los policías metropolitanos, los tres comandos de Vente, Rocío San Miguel, Dignora Hernández, Henry Alviarez y los hermanos Guevara! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!