Los merideños viven una dramática cotidianidad con los continuos bajones eléctricos, el racionamiento que no perdona y las fallas de distribución de agua potable en los diferentes sectores de la ciudad.
Jesús Quintero / Corresponsalía lapatilla.com
Estos problemas afectan tanto a zonas residenciales y comerciales de la capital, como de municipios aledaños.
Jesse Rondón es comerciante del centro de Mérida y en su negocio vende desayunos como pastelitos y empanadas, además de jugos naturales, por lo que requiere tanto del servicio de agua para la preparación de los alimentos y aseo de su cocina como la electricidad para utilizar los equipos de su local.
“A veces no puedo preparar los pedidos o tener la comida para los clientes, porque ambos servicios (la electricidad y el agua) fallan a la vez”, dijo preocupada, pues también tiene gastos que cubrir y necesita generar ingresos a través de las ventas para pagar los proveedores y comprar los productos.
Esta situación incide negativamente en el rendimiento de los merideños en las actividades cotidianas, pues la inestabilidad de los servicios básicos retrasa el cumplimiento de las tareas.
La falla del servicio eléctrico trae consigo que otros servicios también dejen de funcionar de manera óptima, como la telefonía y el Internet, generando también problemas de comunicación.