El telescopio James Webb registró imágenes de la Nebulosa “Cabeza de Caballo” con un nivel de detalle sin precedentes.
Ubicada a 1.300 años luz, las observaciones revelaron la compleja estructura de este colapso de polvo y gas interestelar iluminado por una cercana estrella caliente.
Ya se disiparon las nubes que la rodeaban, pero sobresale un denso pilar resistiendo la erosión por cinco millones de años más.
La radiación ultravioleta de estrellas masivas cercanas crea una zona cálida neutral entre el gas ionizado que las envuelve y las nubes protoestelares.
Esta “fotodisociación” estudia procesos físicos y químicos que impulsan la evolución de la materia, desde la formación estelar.
Su proximidad y geometría la convierten en blanco ideal para sondear dichas regiones de transición y la interacción radiación-materia.
Con estas imágenes, los astrónomos analizarán los datos espectroscópicos para evidenciar cambios en el material a lo largo de esta icónica nebulosa.
Con información de EFE