“Busco mujeres empoderadas”. Ese mensaje escrito con marcador en un cartel blanco ha salido a recorrer Ciudad Guayana, de la mano de Maryuri Bruzual, con la finalidad de ofrecerles la oportunidad a mujeres entre 18 y 40 años, de capacitarse de forma gratuita en el arte de la manicura.
Por Pableysa Ostos /Corresponsalía lapatilla.com
Desde hace 16 años y tras ser impulsada por su mamá, Maryuri se sumergió en un mundo que va más allá del cuidado de las uñas. Es conectar con sus clientes, volverse amiga y tenderle una mano a esas mujeres que buscan crecer y obtener un ingreso.
“Mi mamá me decía ‘aprende a hacer uñas para que ganes tus realitos’. A mí no me gustaba, me desesperaba, porque me tardaba mucho, pero poco a poco le fui agarrando amor, aprendí solita viendo revistas y parándome en los toldos del centro a ver cómo trabajaban. Yo llegaba a mi casa y me ponía a hacer lo que había visto. Poco a poco fui teniendo mis clientes y hacía mis realitos. Con esto logré pagar la universidad (soy TSU en Instrumentación Industrial), he logrado viajar y especializarme en este mundo de las uñas”, relató.
Admite que la idea de becar a mujeres para enseñarles este oficio, fue también de su mamá. “Siempre me decía que yo lo que quería, lo lograba porque la bendición de Dios me acompaña y que era muy bendecida por todo lo que había logrado, que de alguna manera yo debía agradecer al Padre por mis dones y por sus bendiciones”.
En su afán por llegar a más personas, decidió producir y conducir el podcast en YouTube “De chisme con doña Mayu”, desde donde no solo comparte sus conocimientos sobre el mundo de la manicura, sino que invita a personalidades de Ciudad Guayana para conversar e intercambiar uno que otro chismecito.
“Siempre me escriben personas que quieren hacer cursos conmigo y que no tienen esa posibilidad de pagar. Allí se fusionaron esas dos ideas, las cuales no sabía cómo ejecutar. Le comenté a los chicos con quienes hago el podcast y nos sentamos a organizar las entrevistas”, añadió Maryuri.
¿Cómo ingresar al programa?
Para esta emprendedora, la idea principal es dar una herramienta de trabajo a personas de bajos recursos y que tengan las ganas de aprender, dar un impulso para que se inicien en el oficio. “Yo no soy rica de cuna, tengo mi academia porque mis padres me ayudaron. Todo lo he logrado trabajando, limpiando y atendiendo clientes. Mi visión es: sí yo puedo, ellas también pueden. No es fácil reclutar a las personas, porque el primer requisito es ser de bajos recursos”.
Admite que le sorprende la cantidad de personas que han llegado a las entrevistas y no cumplen con ese requisito. “Personas que decían ‘yo tengo una peluquería y quiero aprender, pero no tengo cómo pagarte el curso’, pero también están las que escriben y te dicen: que no podían asistir por el simple hecho de no tener para un pasaje”.
Para la primera edición, Maryuri junto a su equipo visitaron a las entrevistadas en sus hogares, para hacer la elección final. La segunda edición ya está en marcha. Las candidatas están preseleccionadas y se estima que inicie en julio. Para el 15 de mayo estarían anunciando a las seleccionadas.
Historias de cambio
En la primera edición se vieron beneficiadas 30 mujeres. “Tuve el patrocinio de varias distribuidoras de la ciudad en cuanto a los insumos que se requerían para darle a las alumnas. Actualmente, el 50 % de ellas las veo que continuaron trabajando y han realizado otros talleres conmigo y con otras instructoras para ir perfeccionando”.
Para la segunda edición esperan contar con la misma cantidad de personas. Y dejó entrever que ya están pensando en la tercera edición, prevista en octubre “para que así aprovechen diciembre y trabajen”
Entre las cosas positivas señala que estas actividades le han permitido ver más allá de su día a día. “Realmente hay personas en la calle que más que un límite económico, lo tienen es mental, y que solo les hace falta una patadita para impulsarlo, y yo he querido ser esa persona que patee, motive y que aporte, aunque sea un poquito, de lo que a mí me han ayudado”.
Esta guayanesa habla con emoción de lo que ha obtenido con esta actividad. “Me ha permitido conocer más personas. Personas que me admiran y que me ven como algo inalcanzable, y es allí donde yo les digo: soy igual que tú. Yo vengo de abajo. Sí se puede. Claro, yo tampoco es que tengo millones (como dicen por ahí: porque no quieres), pero sí siento que he logrado muchísimo a nivel profesional, educativo y en lo personal, pues trabajo en eso. No se había dado la segunda edición, porque sentía que yo debía estar bien para poder ayudar a otros, y realmente con tantas pérdidas familiares, no lo estaba”, expresó Maryuri.
Como toda experiencia, también han ocurrido cosas negativas. “Lo único negativo que veo es que hay personas que asisten al llamado, teniendo cómo pagar sus cursos y que con mentiras, le restan la oportunidad a otra. Porque es muy fácil decir yo no tengo quién me ayude, no tengo marido ni tengo a más nadie, y luego las ves en el WhatsApp de pinta en pinta, de fiesta en fiesta y comiendo en la calle. Eso es lo más delicado que yo veo, que hay que ser muy cauteloso a la hora de seleccionar”.