“No hay cultura sin cultura musical”, es el lema que representa la esencia del prestigioso Colegio Emil Friedman donde cientos de jóvenes se preparan con una enseñanza excepcional que les permite cultivar su pasión por la música y el arte con la formación académica.
A propósito de la conmemoración de su 75 aniversario, La Patilla conversó con Pablo Argüello, director de la institución, quien ofreció con gran entusiasmo una retrospectiva que ilustra de qué forma contribuye en el desarrollo intelectual de sus estudiantes y cómo se convirtió en un baluarte de la educación en Venezuela sin precedentes.
Por: Luis Eduardo Martínez | lapatilla.com
“La trayectoria del Colegio Emil Friedman es una historia de gran pasión y amor”, comentó Argüello. Desde sus inicios en Maracaibo, donde Emil Friedman, un músico europeo refugiado, comenzó su labor educativa, hasta la reconocida institución que es actualmente, el colegio ha evolucionado significativamente.
“Friedman llegó a Venezuela después de la Segunda Guerra Mundial, concretamente llega a Maracaibo como concertista y estando allá dando conciertos, el gobernador del estado lo invita a que fuese director de la Academia de Música del Estado Zulia. Ahí es donde él empieza sus raíces y siembra sus raíces en Venezuela”, contó.
En 1948, Friedman fundó el Kindergarten Musical Emil Friedman con solo ocho alumnos y sin imaginarlo, comenzó una historia con una determinación clara sobre la importancia de la música y el arte, basados en la formación tanto académica como espiritual. “El profesor Friedman estaba muy convencido y tenía esa visión, y a través de la música los valores humanos se podían enaltecer”, reseñó el director de la institución.
Desde entonces, el colegio comenzó a crecer exponencialmente, al expandirse primero a La Florida y luego a El Pedregal en la Castellana, hasta establecerse en Los Campitos en 1967. Cada cambio de sede fue fundamental para el crecimiento constante y la mejora de las instalaciones, incluida la construcción de un auditorio acústico y una piscina.
Para Argüello, el mayor hito del colegio fue convertir el lema de Friedman, “no hay cultura sin cultura musical”, en una realidad palpable. “Los egresados son los mejores testigos de esta realidad, llevando en el alma ese nivel de formación integral de nuestra institución”, afirmó. Con una matrícula de 1470 alumnos y un equipo de 340 trabajadores, de los cuales 270 son docentes, el colegio se fortalece como uno de los más importantes de la educación en Venezuela.
Oferta académica de excelencia
Sin embargo, Argüello expresó que el enfoque del colegio no solo está en la música, sino también en una oferta educativa integral que incluye deportes y otras actividades formativas que les permite descubrir sus inclinaciones y talentos desde temprana edad.
“Eso se integra porque hay un currículum perfectamente armado en el cual se basa, por un lado, en los programas oficiales que exige nuestro ente rector, el Ministerio de Educación y en la programación propia del proyecto educativo del Colegio”.
Así mismo, los programas del colegio están diseñados para que los estudiantes se involucren en múltiples disciplinas, que incluyen la natación, el canto coral, el básquet, el voleibol, el fútbol sala y cocina.
Paralelamente, el papel de los padres también es crucial en esta ecuación. Argüello enfatizó la importancia de un hogar estructurado y comprometido con la educación de sus hijos. “Cuando tienes un hogar consciente y dispuesto a acompañar a tus hijos en esta etapa de formación, ya tienes el 90% del camino ganado. El colegio termina de pulir esos valores primarios”, sin dejar a un lado la colaboración entre la institución y las familias.
Además de los beneficios emocionales y espirituales, la música y el arte juegan un rol clave en el rendimiento académico y personal de los estudiantes. “Esos valores los llevas intrínsecos, lo que significa sobre todo esa disciplina, orden y el trabajo en equipo”, afirmó Argüello.
No obstante, insistió en que estas actividades también desarrollan habilidades que se reflejan en el desempeño académico y en la vida cotidiana. “Cuando ves a los alumnos que tienen más alto rendimiento, calificaciones, por medirlo de alguna manera, ves detrás y son alumnos que están en orquesta, o en natación, o en algún deporte, o en las dos cosas. Son muchachos que están acostumbrados a organizar su tiempo. Esa es una de las grandes ventajas que la música, aparte del tema de relajarte, de llevarte a lo sensible, a un estado emocional de cierta sublimidad”.
Los alumnos del Emil Friedman salen preparados para enfrentar el mundo con una formación integral. Este enfoque único hace del colegio un referente en educación, cultivando generaciones de profesionales completos y comprometidos con la excelencia.
Embajadores del saber
El éxito de la academia se asienta en una revisión constante de sus procesos pedagógicos. “Nuestro colegio está organizado de manera que cada grado tiene un coordinador y un equipo de acompañamiento psicoeducativo”, explicó Argüello.
Esta constante autoevaluación es esencial para adaptar y mejorar las prácticas educativas según las necesidades de los alumnos. Así mismo, uno de los indicadores clave para el Emil Friedman es el desempeño de sus exalumnos en la universidad.
“La gran medición es cuando el muchacho sale a la universidad. Ahí se da cuenta de cómo está preparado. Él es el que se da cuenta de cómo está preparado, si fuimos honestos en su formación o no, y esa realmente es la satisfacción más grande que tenemos cuando esos alumnos regresan, cuando esos alumnos te dan las gracias o cuando te encuentras a los papás”, afirmó el director.
El educador agregó que en la Universidad Católica Andrés Bello y en la Universidad Metropolitana, “estamos entre los diez primeros colegios que ingresan a esas universidades con mejores calificaciones y no solamente que ingresan, sino que los alumnos se mantienen en el tiempo”.
En cuanto al desarrollo profesional del personal docente, el Emil Friedman no se queda atrás. “El colegio contrata primero profesores que tengan la idoneidad, profesores que estén graduados, que estén con sus estudios”.
A su vez, también promueven un enfoque proactivo que asegura que los maestros estén continuamente actualizados y preparados para enfrentar los desafíos educativos modernos. “Hay un plan de formación permanente, porque también es cierto que hay una deficiencia del sector. No necesariamente porque tenga el título está totalmente preparado, hay un tema que es la experiencia y hay un tema que es el aprendizaje que todos tenemos como profesionales, pero en esa etapa inicial de los docentes es muy importante que uno los acompañe”, acotó.
Por otro lado, la pandemia trajo consigo retos inéditos, pero el colegio supo adaptarse. “Ahorita hay un programa que se llama ‘La Burbuja’, un trabajo con psicólogos para obtener más calma y paciencia, y mejorar la comunicación asertiva”. Esta iniciativa es un ejemplo de cómo la institución responde a las necesidades emocionales y psicológicas de sus estudiantes en tiempos de crisis.
Referencia en el mundo
La integración de la tecnología en el currículo es otra área en la que el Emil Friedman es pionero. “Desde el año 81, 82 empezamos con clases del área digital. Hoy en día, tenemos un currículo basado en la enseñanza de aplicaciones tecnológicas”, comentó el director. A pesar de ello, la institución no pierde de vista el valor fundamental de la comprensión lectora y la expresión escrita sobre la digitalización como herramienta de estudio.
Argüello subrayó que, aunque la tecnología es una invaluable utilidad para el campo académico, no es el fin último de la educación. “Es muy importante desarrollar la creatividad, la curiosidad, el pensamiento crítico. Tiene que ser el eje fundamental de cualquier proceso educativo. La tecnología per se no es el fin, la tecnología te va a ayudar a ti, los medios digitales le van a facilitar a los docentes, a los niños, pero hay que tener cuidado en que permitan que tú te conviertas en otras herramientas tipo robot”, reflexionó.
El Colegio Emil Friedman también ha logrado posicionarse como referente a nivel internacional donde la música juega un papel fundamental. Argüello explicó que la clave radica en los convenios con diversas instituciones tanto dentro como fuera de Venezuela.
“Hay muchos alumnos que, de manera musical, van a universidades como Berklee College of Music en Boston, con Berkley tenemos un acercamiento ya de muchos años, con el Interlochen Center for the Arts en Míchigan. Tenemos más de 25 años de relaciones y lo mejor de esto es que los mejores embajadores son nuestros alumnos”, mencionó con orgullo.
Estos convenios permiten que los estudiantes no solo se formen como músicos, sino también como ciudadanos con sólidos valores humanos. Los jóvenes talentos que se destacan en estas instituciones elevan el nombre del colegio y despiertan la curiosidad de las autoridades de dichas academias sobre el origen de estos prodigios.
“Ni siquiera tenemos que buscar nosotros, es decir, hoy en día las universidades, fuera del país inclusive, están interesadas en captar alumnos de nuestras escuelas en el país, no solamente el Friedman, sino otras escuelas, vienen y de acuerdo a sus intereses y también a la calidad de la institución con la que estás haciendo relaciones establecen esas alianzas que existen y que van a seguir existiendo sin duda alguna”, señaló.
Al rescate de la educación
Con la mirada puesta en el porvenir, el director de la institución académica se mantiene optimista. “Tenemos un modelo que ha dado sus resultados, que tiene comprobación, que tiene una solidez de 75 años y eso te da un bagaje para enfrentar situaciones”.
A pesar de los desafíos, confía en la capacidad del colegio para adaptarse y contribuir cada vez más al desarrollo del país, siempre y cuando la educación se mantenga como una prioridad en la agenda nacional.
“Si el país y me refiero al país todos, nosotros como sociedad, gobierno, Estado, no ponemos la educación y los niños en el centro de la agenda político, social o económica no vamos a tener un verdadero desarrollo jamás”.
En tal sentido, el profesor enfatizó en la necesidad de rescatar el rol del maestro, un pilar fundamental que actualmente se encuentra en crisis debido a la escasez y a la falta de formación y apoyo.
“Están muy vapuleados, el país carece de maestros, hay una escasez, necesitamos por lo menos 200.000 maestros y no se están formando. ¿De dónde van a salir los maestros? Hay que tener una responsabilidad social y darnos cuenta que debemos apoyar a los maestros, que tenemos que darles su lugar en la sociedad, no solamente en lo económico, que no es todo, sino en lo que significa el prestigio y la dignidad de ser maestro”, apuntó.
La misión del colegio es clara: formar a profesionales íntegros que contribuyan al desarrollo del país. Por ello, están preparados para cualquier desafío que se presente. “Mientras exista la pasión y el amor por lo que hacemos, no va a haber problema, en absoluto”, puntualizó Argüello, con un espíritu que se mantiene más vigente que nunca, incluso tras 75 años de la fundación del Emil Friedman.