La Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró el 20 de mayo como el día Mundial de las abejas para crear conciencia sobre la importancia de los polinizadores, las amenazas a las que se enfrentan y su contribución al desarrollo sostenible.
Por Clarín
Albert Einstein dijo una vez “Si las abejas desaparecieran de la faz de la Tierra, a la humanidad le quedarían cuatro años de vida”. Si bien la frase puede sonar fatalista, nos da una dimensión del papel fundamental que cumplen las abejas en la polinización, en la agricultura y, por ende, en la alimentación humana, así señala el trabajo genrerado por la Ing. Agr. Antonella Fiore, de AAPRESID publicado en Agrocultura .
La seguridad alimentaria está estrechamente ligada al trabajo de las abejas y otros polinizadores, afirma la autora. Según la FAO, cerca del 75% de los cultivos mundiales que producen frutas y semillas para consumo humano dependen, al menos en parte, de los polinizadores. Estos insectos contribuyen al 35% de la producción agrícola mundial, al polinizar alrededor de 85 de los 115 principales cultivos alimentarios a nivel mundial. Se estima que 1/3 de los alimentos de nuestras despensas se han producido gracias a la polinización de las abejas.
Enseguida, Fiore afirma que, la polinización no solo beneficia a la agricultura, sino que también tiene un impacto positivo en el ambiente, ya que ayuda a mantener la biodiversidad y la vitalidad de los ecosistemas.
Este enorme “servicio al ecosistema” lo prestan a través de la “polinización”, actividad que asegura “el intercambio de genes” y la reproducción de muchas plantas cultivadas y silvestres. ¿Cómo funciona esto? Muchas especies de plantas se reproducen a través del “polen”, ese polvo amarillo que vuela en primavera y nos saca nuestros mejores estornudos.
El polen viaja a diversas distancias llevando consigo las células y genes de unas flores a otras, para fecundarlas y producir nuevos frutos y semillas. Pero para facilitar este proceso que ayuda a perpetuar las especies, la Naturaleza fue sabia: ciertas especies de flores evolucionaron para desarrollar texturas, colores, olores atractivos y “recompensas alimentarias” que promueven que ciertos animales e insectos polinizadores visiten estas flores, y en el camino, se lleven el polen que luego depositan al visitar nuevas flores. En el caso de las abejas, estas pueden recorrer cerca de mil metros a la redonda para la recolección de néctar y polen, afirma el trabajo de Fiore .
Para seguir leyendo, clic AQUÍ.