El italiano Carlo Acutis se convertirá en el primer santo milennial de la Iglesia Católica, luego de que el papa Francisco reconozca un segundo milagro atribuido al joven fallecido en 2006, prodigio de la informática que se ganó el apodo de “influencer de Dios”.
Si se confirma la fecha para su canonización para los próximos meses, sería un proceso más rápido que el de la Madre Teresa de Calcuta, quien fue declarada santa en 2016, casi dos décadas después de su fallecimiento.
Siglos atrás, un santo podía ser declarado por aclamación. Posteriormente el Vaticano introdujo reglas, que en las últimas décadas han tenido algunas modificaciones que permiten agilizar el proceso.
¿Qué es un santo?
Un santo es una persona que ha vivido con heroicidad las virtudes, con una vida de servicio a Dios y a las personas, y que la Iglesia considera que ya se encuentra gozando de la vida eterna en el Cielo.
Es casi imposible descifrar el número exacto de santos. Una famosa obra titulada “Vida de los Santos”, recoge un listado de 2.565 santos católicos (actualizado en 2013), pero no cuenta con otros miles que son considerados santos en otras regiones del mundo.
La Iglesia Católica incluso tiene su propia fiesta conocida como el Día de Todos los Santos, el 1 de noviembre, en honor al número de santos que no han sido formalmente canonizados.
Cómo es el proceso
El proceso empieza con la convicción de que una persona vivió una vida santa y posteriormente hay tres etapas.
En primera instancia, funcionarios eclesiásticos estudian la vida de esa persona, examinando las buenas obras del candidato, su vida y la evidencia de su santidad y sus virtudes. Si descubren material suficiente, la organización (ya sea una diócesis, parroquia, conferencia episcopal o incluso un fiel individual, según las reglas del Vaticano actualizadas en 2021) envían el caso a la Santa Sede.
El texto también señala que si la postulación se inicia más de 30 años después de la muerte, debe explicarse detalladamente las razones de la demora y señalar la ausencia de fraude o dolo.
Venerable
Una vez enviado, un grupo de cardenales y teólogos de la Congregación de las Causas de los Santos escrutan el caso.
Si la Congregación lo aprueba, el caso pasa a manos del papa, quien decidirá si el candidato es “venerable”, es decir, si ha vivido con heroicidad las virtudes.
Beatificación
El siguiente paso es la beatificación, el reconocimiento de que el individuo está en el cielo. Este estatus es dado cuando uno de los milagros atribuidos al candidato es verificado póstumamente.
Para la beatificación, es necesario un milagro tras la muerte del candidato; luego otro para la canonización. Generalmente los milagros son sanaciones, las cuales deben ser instantáneas, permanentes y completas, además de que no deben tener explicación científica.
El milagro debe estar asociado a la intercesión del candidato.
En el caso de Carlo Acutis, quien murió de leucemia en 2006 cuando tenía 15 años, fue beatificado en 2020 tras las afirmaciones de que curó a un niño brasileño que padecía una enfermedad rara a través de la intercesión.
Canonización
El candidato es canonizado y será santo una vez se verifica un segundo milagro.
Los católicos creen que los milagros son una señal de aprobación por parte de Dios, una forma de verificar que esa persona realmente está en el cielo.
El segundo milagro atribuido a Acutis se refiere a la curación de una joven costarricense que había sufrido un traumatismo craneal tras caerse de su bicicleta en Florencia, Italia, donde estudiaba. Su madre dijo que rezó por la recuperación de su hija ante la tumba de Acutis en Asís, Italia, dejando una carta.
En las últimas décadas los tiempos hacia la santidad se han abreviado. El papa Juan Pablo II apresuró el proceso de canonización en 1983, una medida que pretendía crear modelos de santidad modernos. Además, todos los papas tienen el poder de anular los cinco años mínimos de espera para iniciar un proceso desde el fallecimiento de un candidato.
Sin embargo, el récord del proceso oficial más rápido de toda la historia no ha cambiado. Esa distinción corresponde a San Antonio de Padua, quien murió en junio de 1231 y fue canonizado menos de un año después.