En el sector Tirima de la parroquia Carayaca, la comunidad ha enfrentado durante más de dos décadas una realidad que refleja la negligencia gubernamental: la caída del puente que conectaba a una parte vital del pueblo.
Corresponsalía lapatilla.com
Este problema, ignorado persistentemente por las autoridades chavistas, llevó a los residentes a tomar acciones por cuenta propia, construyendo un puente peatonal con los escasos recursos que pudieron reunir.
Desde hace más de veinte años, los habitantes de Tirima han solicitado sin éxito la reparación del puente colapsado. Sin embargo, la indiferencia y la inacción del chavismo en la entidad ha dejado a la comunidad en una situación crítica. Sin una infraestructura adecuada, los residentes se han visto obligados a improvisar soluciones para no quedar completamente aislados.
Una de las habitantes de Tirima, quien prefirió mantener el anonimato, compartió su experiencia con nuestro equipo de Corresponsalía en Vargas. Con tono de frustración y desilusión, explicó:
“Esto es en Tirima. Bueno, el puente se cayó y entonces la comunidad, conjuntamente con algunos pocos recursos que conseguimos, hicimos el puentecito ese que se ve ahí que es peatonal para poder pasar la gente que vive por aquí porque la vía que era un puente se cayó, se socavó todo y se cayó. Aquí en Tirima estamos viviendo en condiciones infrahumanas“.
Utilizando cemento y tubos de hierro lograron crear una estructura básica que permite el paso peatonal. No obstante, esta solución temporal está lejos de ser ideal y no satisface las necesidades de toda la comunidad, especialmente en términos de seguridad y accesibilidad.
La situación en Tirima no solo refleja la ineficacia de los entes gubernamentales en Vargas, sino también la lucha diaria de sus habitantes por superar las adversidades. La falta de una respuesta adecuada por parte de las autoridades ha obligado a la comunidad a asumir responsabilidades que no les corresponden, evidenciando un profundo abandono institucional.
La infraestructura colapsada ha tenido un impacto significativo en la vida diaria de los residentes. Además de las dificultades para el tránsito y la movilidad, la caída del puente ha limitado el acceso a servicios básicos y ha afectado la economía local. El transporte de mercancías y el acceso a centros educativos y de salud se han vuelto retos monumentales para los habitantes de Tirima, exacerbando su aislamiento y vulnerabilidad.