Durante la película aparece el relato del hundimiento del USS Indianapolis, un escalofriante episodio verídico
A casi medio siglo de su estreno, “Tiburón” (1975) sigue siendo uno de los pilares del cine de suspense y terror. Este filme no solo generó el concepto de “blockbuster” (taquillazo), sino también estableció el cine de escualos asesinos (criaturas peligrosas y mortales que atacan a los seres humanos, aunque en la realidad no todos los tiburones son agresivos) como un subgénero propio.
Por Infobae
Spielberg tenía apenas 28 años cuando enfrentó uno de los rodajes más caóticos y desafiantes de la historia del cine. En su intento por filmar en el océano, se topó con una serie de problemas: embarcaciones intrusas que arruinaban las tomas, cámaras dañadas por el agua, trabajadores exhaustos por el sol y un guión incompleto.
Desde su lanzamiento, innumerables producciones han intentado replicar su éxito, aunque pocas han logrado aproximarse a la maestría de esta obra dirigida por un joven Steven Spielberg. Títulos como “Alerta en lo Profundo”, “Mar Abierto”, “Sharknado” y recientemente “En las profundidades del Sena” en Netflix, trataron de captar el fervor del público por estas criaturas marinas.
Además, los tres tiburones mecánicos construidos para el filme funcionaban intermitentemente. Estas complicaciones llevaron a Spielberg a optar por insinuar la presencia del tiburón mediante la inquietante música de John Williams, una decisión que, pese a su accidentalidad, se transformó en uno de los mayores aciertos de la película.
La historia real del USS Indianapolis
Entre las muchas escenas memorables de “Tiburón”, una destaca no solo por su impacto visual, sino por su genuina conexión con un hecho histórico: el hundimiento del USS Indianapolis. Este evento, recreado en el filme, tiene lugar cuando el alcalde finalmente se convence de la amenaza del tiburón y ordena al jefe de policía Martin Brody (Roy Scheider) que lo capture.
Junto al oceanógrafo Matt Hooper (Richard Dreyfuss) y el cazador de tiburones Quint (Robert Shaw), se embarcan en el “Orca” para cazar tiburones. La trama en este punto se desenvuelve en una noche en el mar, en la que Quint y Hooper comparten una conversación sobre sus cicatrices. Esto llevó a Quint a relatar la escalofriante historia del USS Indianapolis.
El relato de Quint no es ficción. En julio de 1945, este buque de guerra estadounidense fue hundido por torpedos japoneses tras entregar componentes cruciales para la bomba atómica de Hiroshima. Los 1.100 hombres cayeron al agua en menos de 12 minutos. Muchos de ellos sobrevivieron solo para enfrentar un terror aún mayor: los tiburones. Quint describe cómo, tras caer al agua, los tiburones comenzaron a rodear a los hombres. “Un tigre, de cuatro metros”, dice Quint en la película.
Un relato de supervivencia y horror
Lo que Quint cuenta es una narración fiel de los horrores que enfrentaron los sobrevivientes. Los hombres se agruparon para protegerse, gritando y pataleando para ahuyentar a los tiburones. “A veces, el tiburón se iba y a veces, no se iba”, narra el personaje mientras describe los inhumanos ojos negros de los tiburones. “Esos ojos negros se vuelven blancos cuando muerden”, describe.
El amanecer trajo consigo la brutal realidad: 100 hombres habían sido devorados la primera noche, y el número continuaría en aumento. Al final del quinto día, cuando fueron rescatados, solo 316 de los 1.195 hombres habían sobrevivido, haciendo del hundimiento del USS Indianapolis el mayor desastre naval de la historia de la Marina estadounidense en términos de vidas perdidas en el mar.
La historia del USS Indianapolis y su trágico final no solo se limita a lo contado por Quint en “Tiburón”. Sobrevivientes como Harlan Twible compartieron sus experiencias en documentales, relatando cómo la tripulación enfrentó ataques incesantes de tiburones, deshidratación extrema y alucinaciones. La tripulación fue finalmente rescatada cuando un avión avistó a los sobrevivientes cubiertos de petróleo en el mar.
Un componente adicional a esta tragedia fue el juicio militar que enfrentó el capitán Charles B. McVay III, acusado de negligencia por no haber evitado el torpedo. Pese a la controversia y las muchas voces en su defensa, McVay no fue exonerado hasta el año 2000, muchos años después de su suicidio en 1968, a los 70 años.
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