El enorme vestíbulo del hotel Humboldt, en lo alto de las montañas de Caracas, estaba en silencio. En su interior, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, acababa de regañar a sus altos funcionarios para que entraran en acción.
Por: Bloomberg Línea
“¿Por qué no me dan likes y retweets? Eso no les cuesta nada”.
“La nueva generación no ve televisión. Tenemos que innovar. Todos ustedes, líderes, tomen nota y háganlo hoy”, dijo el presidente ?que busca un tercer mandato? durante una reunión televisada, el 16 de mayo.
A su alrededor, su vicepresidente, ministros y otros altos funcionarios tomaban notas frenéticamente o asentían en silencio.
“Vamos a hacerlo para que ustedes vean cómo ganamos la batalla comunicacional del pueblo”, dijo.
Las órdenes son solo una faceta del esfuerzo de Maduro por inundar a los venezolanos ?especialmente a los jóvenes del país? con interminables horas de contenidos que intentan transformarlo desde ser uno de los déspotas más notorios del mundo a una persona inofensiva, carismática y simpática. Tiene un programa de variedades de tres horas de duración. Un concurso de canto. Una serie animada. Un podcast semanal. Entrevistas al estilo Carpool-karaoke. Videos virales de TikTok. Un canal de WhatsApp.
Todo ello es bastante inusual para un presidente. Pero, después de estabilizar una economía que llevaba años en caída libre, Maduro está intentando renovar su imagen dentro y fuera del país.
Es un momento crítico para hacerlo, después de violar abiertamente un acuerdo promovido por Estados Unidos para celebrar elecciones presidenciales libres y justas el 28 de julio. Inhabilitó a la ganadora de las primarias de la oposición, María Corina Machado, impidió a su reemplazo original presentarse a las elecciones, y emitió 15 órdenes de arresto contra sus colaboradores y aliados. Maduro sigue convencido de que puede vencer a Edmundo González, el último candidato de la oposición, a pesar de su ventaja de 20 puntos porcentuales en las encuestas.
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