El día que el dueño de un hotel de Florida quiso quemar con ácido muriático a bañistas que pedían por la igualdad de derechos

El día que el dueño de un hotel de Florida quiso quemar con ácido muriático a bañistas que pedían por la igualdad de derechos

Sesenta años atrás, una protesta en un hotel de Florida casi termina en tragedia y se convirtió en un hito contra la segregación racial (Getty Images)

 

La foto es un ícono. Apareció en la tapa de los grandes diarios de todo el mundo el 19 de junio de 1964 reflejando el incidente de la tarde anterior. No era un día cualquiera. Horas después el Congreso estadounidense debía votar finalmente el Acta de Derechos Civiles.

Por infobae.com





A partir de ese momento la imagen se convirtió en un gran resumen de la lucha contra la segregación, transformó un incidente en un hotel en el Sur, en Florida, en un hito fundamental de la pelea por la igualdad racial.

Esa foto es mucho más que el registro de un acto irracional, del testimonio del accionar de un hombre desbordado. Muestra el estado de situación, el aire de época: allí está toda la rabia, toda la hostilidad, todo el temor de los segregacionistas. Y también están la fe, la determinación y hasta la inocencia de los que protestaban, de los que luchaban por la integración.

Un hombre de saco claro, corbata a rayas, pantalones por encima del ombligo vierte el contenido de un bidón de plástico en una pileta de natación con muchas personas dentro. El líquido se esparce, sale salvaje del recipiente mientras el hombre agita su brazo con enérgica violencia. Las emociones se entremezclan en sus gestos: hay furia, concentración, algo de indignación, bastante fruición.

En el agua hay varias personas. La mayoría jóvenes. Hombres y mujeres. Blancos y negros. De frente se ve a una chica con un peinado afro despampanante. Algunos se abrazan, otros miran con azoramiento.

El hombre de saco claro no es el piletero, no está intentando mejorar el PH del agua, ni lograr que se ponga más cristalina. Sabemos su nombre. Es James Brock, el dueño del Monson Motor Lodge, el hotel al que pertenece la pileta. Y lo que tira en la pileta, sobre los nadadores es ácido muriático.

El 18 de junio de 1964, sesenta años atrás, la ciudad de St. Augustine amaneció convulsionada. Hacía varias jornadas que los líderes del movimiento por los derechos civiles, con Martin Luther King a la cabeza, la habían elegido para proseguir su lucha. Al principio no parecía una decisión acertada: una ciudad pequeña, alejada, radicalizada. Tan extremista era la población, tan imposible parecía la integración en ese lugar, que un analista dijo: “En St. Augustine, por esos años, había nada más dos posturas políticas: la ultra derecha y la mega ultra derecha. Nada más”.

Todo había empezado una semana antes. Martin Luther King, junto a otros compañeros de militancia por la igualdad de derechos, había ingresado al comedor del Monson Motor Lodge, el hotel ubicado en St. Augustine y regenteado por James Brock.

Con el tiempo se entendió que no fue una visita casual, que no le agarró hambre a la comitiva e ingresó al primer sitio que encontró. King quería sentar precedente y romper la barrera racial. Se trataba de uno de los tantos restaurantes ubicados en el Sur de Estados Unidos que eran sólo para blancos. MLK arribó como si no lo supiera y exigió ser atendido. Lo echaron pero él se negó a retirarse. Tuvo que venir la policía a desalojarlo. Les costó trabajo arrestarlo pero lo consiguieron.

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