La subregión de Perijá está conformada por dos de los municipios territorialmente más grandes del Zulia: Rosario de Perijá y Machiques de Perijá. Ambos están ubicados al oeste del estado, en la frontera colombo-venezolana, y bordeados por la zona montañosa de la Sierra de Perijá.
Esta subregión multiétnica ha sido una de las más afectadas del país por la emergencia humanitaria compleja, sobre todo, en cuanto a los medios de vida, la alimentación, los servicios públicos, la seguridad y la educación, de acuerdo con lo documentado por la Comisión para los Derechos Humanos del Estado Zulia (Codhez) en su Boletín Situación General de los Derechos Humanos en el Zulia – Subregión de Perijá: Rosario de Perijá y Machiques de Perijá.
Poco trabajo y bajos ingresos
En la subregión Perijá, la mayoría de las personas trabajan en negocios de la economía informal. Mientras, quienes logran conseguir un empleo formal, normalmente están en la nómina gubernamental (como empleados públicos y docentes), pero los salarios no les alcanzan, por lo que muchos recurren al “rebusque” ?como la repostería, la costura y el estilismo? para poder sobrevivir.
En medio de una economía local transada casi en su totalidad en dólares y pesos colombianos, el comercio resulta muy afectado por la situación socioeconómica del país. A su vez, la producción agrícola y ganadera se mantiene contraída, lo que limita la contratación de obreros.
De acuerdo con datos recopilados por la Diócesis de Machiques de Cáritas Venezuela, de una muestra mensual de 150 niños, niñas y adolescentes, existen altos índices de desnutrición debido a la ingesta común de arepa sola, arroz solo, plátano, topocho y pasta sola, resultando un 10% de desnutrición moderada en esta población, a la par de un 14% de desnutrición crónica. En cuanto a la ingesta alimenticia, muchas familias suelen comer una o dos veces al día, si es que consiguen alimentos, generalmente simples. La proteína es casi nula por su alto precio.
Por otro lado, Codhez señala que persiste una migración masiva: “Semanalmente, grupos de entre treinta y setenta personas emigran, buscando cruzar el Darién. Quedan solamente los niños, niñas y adolescentes, personas adultas mayores, personas enfermas”.
Desatención al pueblo yukpa
El territorio perijanero conforma el hábitat tradicional de algunos pueblos y comunidades indígenas, entre ellos la etnia yukpa. La desatención estatal hacia esta población ha derivado en un conjunto de problemas que afectan en gran medida a los habitantes de Rosario de Perijá y Machiques de Perijá.
Según la asociación civil zuliana, estos problemas se traducen en reclamos y exigencias ante promesas no cumplidas por el gobierno nacional, acciones de protestas y cierres de vías principales, en perjuicio a las actividades básicas como la salud, la economía, la educación, entre otros.
“Entre las promesas no atendidas por el gobierno nacional, destaca el incumplimiento del acuerdo de compra de la producción artesanal yukpa. Incluso, se reporta que el gobierno nacional asumió el compromiso de la compra de una amplia producción de artesanía ante lo cual ha hecho caso omiso, lo que a todas luces representa una forma de manipulación ante las necesidades y carencias que sufre esta etnia”, explica Codhez.
Servicios públicos a cuentagotas
La “luz” brilla en Perijá, pero por su ausencia. Lo común son los racionamientos eléctricos, todos los días, mínimo cuatro horas. Codhez indica en su boletín que, a diario, dependiendo del sector, aumenta la cantidad de horas y número de cortes de racionamiento eléctrico.
Asimismo, existen sectores que nunca han recibido agua potable por tubería, por lo que la población recurre a la construcción de pozos artesanales, así como la compra de recargas de pipas y tanques de agua por medio de camiones cisterna. La pipa tiene un costo aproximado de 10 dólares estadounidenses. “Inaccesibles para la gran mayoría”, se subraya.
Este contexto arropa también sectores como la educación y la salud, pues se reporta que en las escuelas pertenecientes al sistema de educación pública no se dictan clases todos los días: sólo tres veces por semana. Además, los comedores escolares no funcionan, por la discontinuidad del programa de alimentación escolar. En cuanto al derecho a la salud, pese al funcionamiento de centros sanitarios, generalmente estos carecen de insumos y medicinas para prestar sus servicios.
Movilidad comprometida
De acuerdo con testimonios de sus habitantes, el combustible es un servicio muy inestable en la subregión, pues la gasolina puede desaparecer por días, inclusive por meses, produciéndose largas colas cuando finalmente llega el suministro. Codhez apunta que, en ocasiones, el surtido se regulariza un poco, lo que significa un alivio temporal para este territorio agropecuario.
El servicio de transporte público en Rosario de Perijá es mínimo y se cobra en divisas, sea en dólares o pesos colombianos. Además, se resalta la denuncia de la existencia de mafias que controlan el suministro de gasolina en este municipio, con la finalidad de generar escasez y facilitar su reventa.
No muy lejos, las unidades de recolección de basura resultan insuficientes para atender las rutas y sectores para el recogido de desechos sólidos, por lo que la ciudadanía debe recurrir a recolectores de basura privados.
El diario sobrevivir perijanero
Para Codhez, los rosarenses y machiquenses enfrentan serios obstáculos para el acceso a sus derechos y subraya la grave inseguridad que enfrentan productores y trabajadores del campo; en una zona considerada el motor agroindustrial del Zulia.
Ante este panorama, la asociación civil plantea como necesario el diseño de “políticas públicas que respondan a estas necesidades, que vayan más allá de un tema propagandístico electoral, y apunten a la efectiva solución de los problemas con perspectiva de derechos humanos y, de ser el caso, con un enfoque diferenciado”.
También, esta organización de la sociedad civil invita a reflexionar acerca de las actuales circunstancias de la población yukpa, la cual describe como un pueblo oprimido y vulnerado; sometido al hambre, enfermedades mortales, violencia, estigmatización y criminalización.
Por lo que recomienda la necesaria coordinación entre instancias nacionales, regionales y locales, con la presencia de productores, trabajadores, organizaciones de la sociedad civil, comunidades organizadas, pueblos indígenas, para la puesta en marcha de la generación de planes y proyectos de atención. “El respeto y la tolerancia hacia la cultura, y el diálogo franco y amable, debe ser el camino a seguir”, recomienda.