La Corte Penal Internacional (CPI) se pronunciará mañana, miércoles, en el caso contra Al Hassan Ag Abdoul Aziz, acusado de crímenes de guerra y lesa humanidad en Mali entre 2012 y 2013, incluido tortura, violación, esclavitud sexual, matrimonios forzados y ataques contra edificios religiosos y monumentos históricos como miembro de un grupo yihadista.
La Sala de Primera Instancia de la CPI dictará “sentencia de condena o absolución” en una sesión convocada a las 12.00 hora neerlandesa (10.00 GMT), y solo se le condenará si el tribunal considera que “los cargos han sido probados más allá de cualquier duda razonable”. Los fiscales lo consideran la “figura central” de esos crímenes y esperan una cadena perpetua.
Miembro del grupo yihadista maliense Ansar al Din, un movimiento asociado con Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), Al Hassan, de 46 años y padre de cinco hijos, fue presuntamente jefe de facto de la policía islámica establecida por militantes yihadistas, y estuvo involucrado en el trabajo de un tribunal islámico en Tombuctú.
El fiscal le acusa de crímenes de lesa humanidad en el contexto de “un ataque generalizado y sistemático” por parte de Ansar al Din contra la población civil de Tombuctú y su región, entre el 1 de abril de 2012 y el 28 de enero de 2013, incluidos tortura, violación, esclavitud sexual y otros actos inhumanos como matrimonios forzados y persecución.
Además, le considera presunto responsable de crímenes de guerra en Tombuctú, “en el contexto de un conflicto armado no internacional ocurrido en el mismo período”, que incluyen trato cruel, atentados contra la dignidad personal, ataques intencionados contra edificios del siglo XIV dedicados a la religión y monumentos históricos, violación y esclavitud sexual.
Como crimen de guerra, se incluye la “imposición de sentencias sin juicio previo pronunciado por un tribunal regularmente constituido que brinde todas las garantías judiciales generalmente reconocidas como indispensables”.
Se cree que Al Hassan supervisó los castigos, flagelaciones y tortura a quienes desobedecían sus reglas religiosas, y organizaba el matrimonio forzado de mujeres y niñas con milicianos yihadistas.
“Es un caso de participación voluntaria, o incluso debería decir entusiasta y eufórica, en una actividad criminal envuelta en religión”, dijo el fiscal adjunto, Mame Niang.
Al Hassan fue entregado a la CPI el 31 de marzo de 2018, cinco días después de que la Corte emitiera su orden de arresto. Ahora está bajo custodia del tribunal en el centro de detención de la CPI, en el barrio costero de Scheveningen de La Haya.
El juicio comenzó en julio de 2020 y finalizó en mayo del año pasado, con el testimonio de 52 testigos que han comparecido llamados por la Fiscalía, y 22 por la Defensa. El caso representó a 2.196 víctimas confirmadas.
El juicio a Al Hassan es el segundo de la CPI a un yihadista maliense por los crímenes de Ansar al Din. En 2021, Ahmad Al Mahdi Al Faqi fue sentenciado a una pena reducida de siete años de prisión por ordenar en 2012 la destrucción de patrimonio mundial de la UNESCO en Tombuctú. El tribunal del grupo solicitó la destrucción de nueve mausoleos y una mezquita lugar de peregrinación de la población local.
La CPI también ordenó a Al Mahdi, tuareg conocido como “Abu Turab”, pagar 2,7 millones de euros en reparaciones por tres tipos de daños: económicos, psicológicos y materiales.
El propio Al Mahdi, entregado a la CPI por las autoridades de Níger en 2015, admitió al inicio del proceso su participación activa en las demoliciones, y la CPI subrayó la importancia de este patrimonio cultural y advirtió de que, por su propósito y simbolismo, son bienes “únicos y de gran valor sentimental” para el pueblo maliense y la comunidad internacional.
En el apogeo de su civilización, en los siglos XV y XVI, Tombuctú contaba con 180 escuelas y universidades donde miles de estudiantes del mundo islámico recibían educación, y 16 importantes líderes islámicos fueron enterrados en los mausoleos.
En enero 2012, comenzó en Mali un conflicto armado durante el cual Tombuctú estuvo bajo el control de varios grupos terroristas que destruyeron tesoros culturales como la célebre biblioteca.
Los mausoleos fueron destruidos porque en ellos se veneraba a antiguos eruditos, según la versión del islam sufí, en la que se conoce como la “Ciudad de los 333 Santos”, algo que no encaja en la interpretación fundamentalista de Ansar al Din.
EFE