La sonda espacial Juno de la NASA brinda datos y capturas sorprendentes sobre uno de los satélites naturales del planeta más grande del sistema solar. Un estudio reciente ofrece una nueva perspectiva sobre la actividad geológica y sus consecuencias
La sonda espacial Juno, que pertenece a la NASA, continúa brindando datos e imágenes sorprendentes sobre Júpiter y sus 95 satélites naturales. Esta vez se enfocó en la superficie de la tercera luna más grande del gigante gaseoso, Ío, cuyo tamaño es poco mayor al de la Luna terrestre, y logró estudiar en profundidad los grandes lagos de lava que hacen de este objeto celeste el que presenta más actividad volcánica del sistema solar.
Para lograr observar la actividad geológica de Ío, los astrofísicos utilizaron el espectrómetro Jovian Infrared Auroral Mapper (JIRAM), con el que cuenta Juno, que se encarga de captar radiación infrarroja y traducirla a datos analizables. Los hallazgos fueron publicados en la revista Nature Communications Earth and Environment.
La formación de los lagos de lava es producto de la fuerza gravitatoria ejercida tanto por Júpiter como por las demás lunas, que provocan que Ío se estire y se comprima de manera constante.
Si bien ya se conocían estas formaciones producto de los altos niveles de actividad, no se habían podido medir con precisión sus características. Juno logró acercarse hasta a 13.000 kilómetros en octubre del año pasado para analizar el objeto.
La sonda captó grandes círculos brillantes en la superficie de la luna que se encontraban alrededor de áreas extremadamente calientes. Estos podrían ser datos importantes para lograr develar qué sucede debajo de esta superficie, siendo que los anillos delimitan un área de la cual la lava no sale, no se continúa expandiendo. Por ende, los científicos creen que existe un equilibrio entre el magma que sale y la lava que regresa al interior.
Se cree que los anillos se forman gracias a que la corteza de lava termina por romperse contra las paredes del lago, que alcanzan cientos de metros de altura, debido al aumento y disminución del magma. Por eso no se observa material por fuera de esos límites.
“La alta resolución espacial de las imágenes infrarrojas de JIRAM, combinada con la posición favorable de Juno durante los sobrevuelos, reveló que toda la superficie de Ío está cubierta por lagos de lava contenidos en características similares a calderas”, explicó Alessandro Mura, coinvestigador de Juno del Instituto Nacional de Astrofísica en Roma.
Las calderas son depresiones causadas por la erupción y el posterior colapso de un volcán, y, aparentemente, Ío tiene el 3% de la superficie, que se observó hasta el momento, cubierta de lava.
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