Ucrania y Hungría, dos vecinos con una década de roces y tensiones

Ucrania y Hungría, dos vecinos con una década de roces y tensiones

Viktor Orban, reunido este martes con Volodimir Zelenski en Kiev.ZOLTAN FISCHER/HUNGARIAN PM’S PREFE

 

Las relaciones bilaterales entre Kiev y Budapest acumulan diez años de tensiones que, agudizadas tras la invasión rusa de Ucrania, marcan el encuentro del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, y el primer ministro magiar, Viktor Orbán, este martes en la capital ucraniana.

El Gobierno de Zelenski ve en el de Orbán un aliado de Moscú que intenta frenar tanto el apoyo de la Unión Europea (UE) a su lucha contra la agresión rusa, como su acercamiento a las estructuras euroatlánticas.





Por su parte, Hungría, que asumió el pasado lunes la presidencia rotativa y semestral del Consejo de la UE, acusa a las autoridades ucranianas de limitar los derechos de la minoría húngara.

Dadas estas tensiones, Orbán sorprendió hoy al llegar a Kiev en una visita no anunciada, la primera que realiza el mandatario magiar al atacado país vecino desde el inicio de la invasión rusa en febrero de 2022.

“La presidencia húngara (del consejo de la UE) quiere contribuir a resolver los retos a los que se enfrenta la UE. Mi primer viaje fue, por eso, a Kiev”, escribió Orbán en su cuenta de Facebook junto a una foto en la que aparece acompañado de Zelenski.

DERECHOS DE LA MINORÍA

Los primeros roces serios surgieron en 2014, cuando el Parlamento ucraniano aprobó una ley para fomentar la lengua ucraniana y limitar el uso del ruso en el país, con medidas que afectaron a la minoría húngara, de unas 150.000 personas.

El conservador y ultranacionalista Gobierno de Orbán reaccionó protestando contra limitaciones del húngaro en las escuelas magiares de Transcarpatia y cuestionando como “preocupante” la situación de la democracia en el país vecino.

Olga Stefanishina, viceprimera ministra para la Integración Europea y Euroatlántica de Ucrania, aseguró la semana pasada que su país está preparado para cumplir con todas las demandas que exige Budapest con respecto a los derechos de las minorías nacionales.

ORBÁN, ¿UN ALIADO DEL KREMLIN?

El Ejecutivo húngaro, considerado el más cercano a Moscú entre los Veintisiete, mantiene un firme rechazo a enviar armas a Ucrania y a permitir el tránsito de las mismas por su territorio.

Orbán ha llegado incluso a acusar de belicismo a la OTAN y a la UE por su ayuda militar y financiera a Kiev, y ha criticado a las sanciones comunitarias al Kremlin, a pesar de que hasta el momento se ha adherido a todos los paquetes punitivos.

En junio de 2023, la Iglesia Ortodoxa Rusa reveló que once prisioneros de guerra ucranianos de origen húngaro habían sido entregados a Hungría tras mediar con la parte rusa el Gobierno magiar.

Kiev calificó de inaceptable esa iniciativa húngara que no había sido acordada previamente con la parte ucraniana, y denunció que Budapest no le permitía tener contacto con sus prisioneros de guerra.

POCOS CONTACTOS

Uno de los pocos contactos directos que ha habido hasta hoy entre Zelenski y Orbán tuvo lugar el pasado 10 de diciembre en Buenos Aires, cuando ambos asistieron a la toma de posesión del presidente de Argentina, Javier Milei.

Una filmación que muestra a los dos mandatarios enfrascados en una conversación en la galería de invitados se convirtió en viral en las redes sociales, desatando todo tipo de especulaciones sobre el contenido de la charla, no revelado.

Zelenski se limitó a decir que fue “franca”, mientras que Orbán indicó que se habían abordado “asuntos europeos”.

Hungría amenazaba entonces con vetar en el Consejo de Europa una ayuda a Kiev de 50.000 millones de euros, así como el inicio de las negociaciones de adhesión de Ucrania con la UE.

Finalmente, ambas medidas pudieron ser adoptadas sin el apoyo de Budapest.

El ministro de Exteriores magiar, Péter Szijjártó visitó en enero pasado Ucrania, donde se entrevistó con su homólogo, Dmytro Kuleba.

Orbán y Zelenski también mantuvieron una breve conversación en la cumbre de la UE celebrada la semana pasada. EFE