Un buzo nada lentamente sobre un arrecife de coral con ramas blanqueadas, registrando uno a uno los peces que viven en este frágil ecosistema, frente a la isla tailandesa de Koh Tao.
Nannalin Pornprasertsom, de 14 años, forma parte de un creciente número de buzos que busca conservar el entorno marino en vez de contemplarlo de manera pasiva.
Durante una formación de dos semanas, aprendió a identificar los distintos tipos de corales, restaurar los arrecifes y evaluar su salud con el objetivo de ayudar la investigación científica.
“Solo es algo positivo que puedo hacer para el medioambiente”, explica la adolescente a AFP, precisando que bucea desde los 12 años. “Quiero ayudar al arrecife”, sostiene.
No es la única. La Asociación Profesional de Instructores de Buceo, una de las principales organizaciones de formación del mundo, asegura que las certificaciones de conservación marina aumentaron más de un 6% entre 2021 y 2023.
Este año, la asociación lanza un gran censo de tiburones y rayas, con ayuda de su amplia red de buzos que recopilarán datos con el fin de elaborar políticas de protección.
En Koh Tao, la organización Black Turtle Dive propone cursos que van desde la recogida de plásticos y redes de pesca hasta técnicas para restaurar los corales.
“Cada vez hay más conciencia”, afirma Steve Minks, un instructor de la organización. “Hay mucho blanqueamiento [de corrales] y el medioambiente marino suscita mucha preocupación”, añade.
Espiral de la muerte
Los pólipos de coral son animales que dependen de las algas para alimentarse. Estas algas también suelen dar color al arrecife.
Pero cuando el mar está demasiado caliente, los pólipos expulsan a las algas. Como consecuencia, el arrecife se torna blanco y empieza a morir.
El blanqueamiento de los corales se ha registrado en más de 60 países desde principios de 2023. El fenómeno es preocupante ya que amenaza a los arrecifes, clave para la biodiversidad oceánica y que representa un sustento para la pesca y el turismo.
Esta espiral de la muerte es omnipresente alrededor de la isla de Koh Tao, en el Golfo de Tailandia.
Las más afectadas son las especies ramificadas que crecen rápidamente, pero son menos resistentes. Si la temperatura del agua baja, pueden recuperarse. Pero de momento, sus pálidos tallos se ven incluso desde la superficie.
“No estaba preparada a un blanqueamiento tan importante. El impacto es fuerte”, suspira Sandra Rubio, una de las instructores.
Según esta mujer, de 28 años, el blanqueamiento y otro tipo de degradaciones marinas empujó a los buzos a inscribirse a los talleres de conservación.
“La gente quiere aprender porque ven ese tipo de cambios”, cuenta a AFP. “Aunque no entienden realmente el por qué [del cambio], saben que no es bueno”, señala.
Las técnicas aprendidas no son simplemente teóricas. Las informaciones que recoge Nannalin, por ejemplo, serán integrados a un proyecto científico mundial y colaborativo llamado Coral Watch, que ya ha publicado numerosos estudios.
“Hacemos todo lo que podemos”
Los buzos también participan en la restauración y plantación de corales.
En los últimos 14 meses, la asociación ecologista Global Reef trasplantó cerca de 2.000 colonias de corales, con una tasa de supervivencia de un 75%, subraya Gavin Miller, director del programa.
“No salvará realmente los arrecifes de corales a escala mundial, pero tiene un impacto muy muy importante a nivel local”, explica.
El blanqueamiento de los corales ha desanimado a muchos amantes del mar, pero para los buzos de Koh Tao es también una llamada a la acción.
“Las anteriores generaciones no tenían acceso a la investigación y a la educación que tenemos hoy”, opina Nannalin.
“Creo que las personas de mi edad deberían de aprovecharlo al máximo e intentar por todos los medios revertir las cosas que ya se han hecho”, dice.
Sandra Rubio admite que no van a cambiar la situación “del día a la mañana”. “Pero hacemos lo mejor que podemos, y ese es un sentimiento muy fuerte”, afirma. AFP