Así, objetivamente, Edmundo González Urrutia y Nicolás Maduro se disputan la presidencia en Venezuela. El primero con la mayor y más firme opción, enfrentando a un régimen despótico que ha usado todos los elementos que le han sido posibles para buscar acallar el fervor democrático del país. El interés de Maduro por sostenerse indefinidamente en el poder choca de frente con la intención de la mayoría de la población votante de procurar un cambio que nos traiga bienestar, prosperidad, democracia, libertad.
El régimen, para contener las fuerzas democráticas que luchan desvalidamente a la vez que denodadamente por hacer valer el derecho a una elección libre y competitiva, ha extremado las acciones. Tal como se lo criticó fuertemente la comisión observadora de la Unión Europea en su informe de las últimas elecciones, el ventajismo publicitario, económico y de abuso desmedido de quienes están en el poder, sobrepasan lo evaluable por cualquier comisión seria de veedores. Razón por la cual el régimen impidió la presencia de una comisión similar de tan importante unión internacional.
Se ha ensañado el régimen de Maduro con los partidos políticos y varios candidatos posibles. A unos los confiscó descaradamente, a otros, también descaradamente los inhabilitó. Todo para evitar lo que de todos modos se le viene: una monumental derrota. También, como no, ha apresado dirigentes políticos, perseguido, amenazado y atacado cualquier movimiento de los adversarios. Usa a su antojo al Consejo Nacional Electoral para generar acciones que le favorezcan, incluyendo el intento por retardar el proceso, reduciendo mesas y modificando los lugares de votación de algunos desprevenidos ciudadanos.
Pero la oposición real ha actuado con firmeza para combatir todos los embates del régimen. Si inhabilitan unos candidatos, pues cuenta con otro labrado con estrategemas angustiosas, ciertamente, pero muy efectivas. Y si el régimen se adueña de los medios, de los recursos del Estado para pintarrajear en procura de confundir al electorado, la oposición inteligentemente se va a la calle a pesar de la violencia política. Usa también las redes sociales, tanto como la sagacidad de cada uno de los venezolanos que aspira salir, del modo que se puede ahora, de esta tragedia tan prolongada que ha significado Nicolás Maduro en el poder.
Hoy inicia la campaña del triunfo que el régimen no tiene manera creíble de ocultar. Menos de un mes para terminar de convencer, conseguir, cuidar votos, actas y certificar ante el mundo el triunfo de las valerosas fuerzas democráticas. Cada ciudadano es un individuo en campaña a partir de hoy. Así debe ser.