El hombre que secuestró y violó a su hija durante 24 años: las torturas en el sótano y el mensaje salvador

El hombre que secuestró y violó a su hija durante 24 años: las torturas en el sótano y el mensaje salvador

Josef Fritzl llega escoltado por policías al tribunal de St. Poelten, Austria, el 19 de marzo de 2009. Fritzl mantuvo secuestrada a su hija durante 24 años y tuvo siete hijos con ella (Foto AP/Robert Jaeger, Pool, Archivo)

 

Hasta los 19 años, Kerstin Fritzl vivió bajo tierra. Nunca vio el sol, no sintió el aire fresco ni tocó el césped con sus dedos. Kerstin no tuvo amigas, ni supo lo que es jugar con otras nenas en la plaza del barrio. Mucho menos tuvo novio o se dio el primer beso detrás de un árbol del parque. La chica fue prisionera de Josef Fritzl, su padre y abuelo, quien había encarcelado a su madre Elisabeth en 1984 para usarla como esclava sexual.

Por infobae.com





Kerstin pasó todos esos años, casi dos décadas, en la prisión que Josef construyó bajo la casa familiar en Ybbsstrasse 40, en Amstetten, Austria. Ella fue la primera hija de Elisabeth y Josef, producto de la violación e incesto, y estuvo presente en los nacimientos de los seis niños que siguieron. Fue gracias a Kerstin que, en 2008, la familia finalmente escapó de Josef.

Nacida en la casa del horror

Cuando Kerstin Fritzl nació el 30 de agosto de 1988, su madre Elisabeth Fritzl ya llevaba cuatro años como prisionera de Josef Fritzl. El encierro de Elisabeth comenzó en 1984, cuando su padre la atrajo a un sótano que había armado en la década del 70. En ese momento, Josef la dejó inconsciente con éter y la ató a una cama. Josef había violado a Elisabeth por primera vez cuando tenía 11 años, y la privacidad del sótano le permitió escalar su abuso.

Elisabeth soportó palizas, tormento psicológico y la obligación de recrear escenas de películas pornográficas violentas. Mientras tanto, el mundo exterior creía la mentira de Josef de que Elisabeth había huido y se había unido a una secta religiosa. El hombre caminaba por el barrio de Amstetten sin levantar sospechas. De hecho. recibía la solidaridad de los vecinos ante la “huida” de su hija. Entonces, en uno de las tantas violaciones a la que la sometió su padre, Elisabeth quedó embarazada.

El primer embarazo de Elisabeth en 1986 terminó en un aborto espontáneo. Pero en 1987, ocurrió otra vez y luego de 9 meses nació Kerstin. Según informes del diario inglés The Telegraph en 2009, Josef le dio a Elisabeth un libro sobre embarazo, unas tijeras, una manta y algunos pañales. La joven tuvo que dar a luz a su hija sola y sin ningún tipo de anestesia. Recién, luego de 10 días, el monstruo austríaco entró al sótano a ver como estaba la situación de sus rehenes.

La Vida de Kerstin Fritzl en el sótano

Tras el nacimiento de Kerstin, Elisabeth tuvo otros seis hijos. Uno de ellos murió en la infancia, pero los demás nacieron sanos. Josef se llevó a algunos de los niños (Lisa, Monika y Alexander) arriba, convenciendo a su esposa y a las autoridades austriacas de que Elisabeth los había dejado en la puerta. Los otros tres niños (Kerstin, Stefan y Felix) quedaron bajo el cuidado de su madre en el sótano.

A pesar de las circunstancias horribles, Elisabeth intentó hacer la vida más agradable para sus hijos. Decoró las paredes con imágenes de flores, estrellas, el sol y animales como caracoles y pulpos. Pero no podía protegerlos de la ira de Josef. Cuando se enfadaba, cortaba la electricidad o les negaba comida. Cuando él y su familia “de arriba” se iban de vacaciones, a menudo dejaba a Elisabeth, Kerstin y los otros niños “de abajo” solos hasta por 10 días. Además, el monstruo de Amstetten continuó violando a Elisabeth.

Un fiscal preguntó a los jurados en el juicio de Josef Fritzl en 2009: “¿Alguna vez se han preguntado cómo era en el sótano? Luz apagada. Violación. Luz encendida. Paredes mohosas. Violación. Luz apagada.”

A pesar de los esfuerzos de su madre, la vida en el sótano afectó a Kerstin. Según un artículo de 2010 del Independent, ella reaccionaba al cautiverio con ataques en los que destrozaba su ropa y la tiraba por el inodoro. Parecía que la vida continuaría así indefinidamente. Pero entonces, en 2008, Kerstin se enfermó y esa fue su pasaje de salida del infierno.

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