La exacta orientación de las tres más famosas pirámides de Egipto, Kheops, Kefren y Micerino, situadas hacia los cuatro puntos cardinales, constituye un motivo de asombro que se remonta ya a los primeros momentos de la historia de la civilización en que la Astronomía se puso al servicio de la cultura, en este caso de la arquitectura monumental.
Por Crónica
Ya durante el siglo XIX, varios investigadores buscaron explicar el misterio de que contaran con tan avanzados conocimientos astronómicos. O como que habían calculado el año terrestre con una duración de 365,2425. Cifra que, prácticamente, coincide con la actual. ¿Cómo lo lograron?
La egiptóloga británica, Kate Spenc aportó, hace unos 20 años, posibles hipótesis. Las pirámides de Egipto y, en particular, las atribuidas a los faraones de la IV Dinastía (Kheops, Kefren y Micerinos), en la meseta de Gizah, cercanas a El Cairo, desde hace unos 4500 años, están orientadas con una extraordinaria precisión hacia los cuatro puntos cardinales.
En su intento por explicar conocimientos tan precisos en tiempos de los que se supone todo era ignorancia, Spence sugiere que se habría logrado mediante observar el tránsito simultáneo por el meridiano celeste (línea imaginaria que divide la bóveda celeste en dos mitades) de dos estrellas circumpolares situadas en lados opuestos del polo, Kochab y Mizar.
Otros proponen que esta orientación, siguiendo la línea meridiana, se pudo conseguir tras observar el tránsito meridiano de las estrellas Phecda y Megrez, sitas en la pierna de la constelación de Tauro, muy importante en el Egipto faraónico. La prolongación de la línea de unión entre esas dos estrellas apuntaba hacia Thuban (que ocupaba el sitio de la estrella polar), así como hoy la prolongación de la línea que une las estrellas más brillantes del cuadrilátero de la Osa Mayor apunta a la estrella polar actual.
En esta nueva hipótesis, la máxima precisión se habría conseguido en torno al año 2.562 a. J. y, por ello la Gran Pirámide podría haberse alineado en un momento intermedio entre las dos fechas propuestas al comienzo del reinado de Kheops, entre 2589 y 2551 a. J. Tal propuesta suma grandes implicancias cronológicas históricas y mitológicas, y puede ayudar a entender cómo la civilización faraónica sabía del Cosmos y orientaba adecuadamente sus monumentos.
Para seguir leyendo, clic AQUÍ.