Nelson Mandela fue conocido por su valentía en la lucha contra el ‘apartheid’ y por ser el primer presidente negro de Sudáfrica, sin embargo, hay aspectos de él no tan populares, como que se le olvidaron las gafas cuando salió de la cárcel o que se hizo pasar por chófer para esquivar a la Policía.
“Saqué mi discurso y eché mano al bolsillo para buscar mis gafas. No estaban allí, me las había dejado en Victor Verster (cárcel en Sudáfrica)”, relata Mandela (1918-2013) en su autobiografía ‘El largo camino hacia la libertad’, publicada en 1994.
El abogado y activista, que lideró la resistencia contra el ‘apartheid’, sistema racista que segregaba y discriminaba a la población negra y privilegiaba a la minoría blanca, es de sobra conocido por ser un símbolo internacional de la lucha por los derechos humanos que le valió el Premio Nobel de la Paz (1993) y por convertirse en 1994 en el primer presidente negro del país.
Pero aún así, hay ciertos aspectos de él menos conocidos que este jueves, Día Internacional de Nelson Mandela, en conmemoración por el día en que nació, conviene recordar.
No se llamaba Nelson
“Además de la vida, una constitución fuerte y una vieja vinculación con la casa real de Thembu, lo único que mi padre me dio al nacer fue un nombre, Rolihlahla”, escribió Mandela.
Lo cierto es que no nació llamándose Nelson, el nombre se lo puso su profesora el primer día de colegio.
“La profesora nos puso a cada uno un nombre en inglés, y nos dijo que a partir de ese momento responderíamos a él. Era una costumbre habitual entre los africanos en aquellos tiempos y, sin duda, se debía a la influencia británica”, explica en su obra.
Según Mandela, los blancos eran incapaces de pronunciar los nombres africanos o se negaban a hacerlo.
Disfrazado de chófer y sin afeitar
En 1961, debido a la represión gubernamental y la resistencia contra el ‘apartheid’ (1948-1994), tuvo que adaptarse a vivir en la clandestinidad.
Una de las pintorescas tácticas que escogió para evadir a la policía y seguir con su activismo fue disfrazarse de chófer, cocinero o jardinero para evitar ser capturado, además de no afeitarse ni cortarse el pelo.
“Tenía un coche y usaba una gorra de chófer y un guardapolvo. Aquel papel resultaba muy conveniente, ya que me permitía viajar con el pretexto de conducir el vehículo de mi amo”, cuenta.
Así, Mandela pudo asistir a reuniones clandestinas hasta que en agosto de 1962, ataviado de aquel disfraz de chófer, fue arrestado y condenado dos años después a cadena perpetua en el famoso juicio de Rivonia de 1964.
Admiración mutua con Fidel Castro
Nelson Mandela admiraba no sólo a Cuba y “sus gentes”, sino también al líder revolucionario cubano Fidel Castro, que derrocó al dictador Fulgencio Batista en 1959, en un momento en el que Mandela desempeñaba un papel central en el activismo sudafricano.
El abogado, que devoró los libros de Castro para aprender sobre tácticas guerrilleras, expresó en numerosas ocasiones su agradecimiento al Gobierno de Cuba por el apoyo que brindó al histórico Congreso Nacional Africano (CNA), que Mandela lideró y se alzó con el poder en 1994.
A pesar de la admiración mutua que ambos se profesaban, y debido a que el nobel estuvo encarcelado durante 27 años (1963-1990), se conocieron por primera vez en 1991 durante una visita del líder sudafricano a Cuba después de ser liberado.
“Castro no había esperado: había actuado y había triunfado”, escribió Mandela en sus memorias, en referencia al debate que se abrió en el CNA sobre si recurrir a la violencia y a la lucha armada, posición que defendió.
Primera noche en libertad
Mandela quería pasar su primera noche en libertad en Cape Flats, una zona habitada por comunidades segregadas en Ciudad del Cabo, con el fin de mostrar su solidaridad con el pueblo.
Pero sus compañeros de partido y su mujer de entonces, Winnie Mandela, le recomendaron que, por razones de seguridad, debía quedarse en casa del arzobispo Desmond Tutu, un destacado líder religioso sudafricano y defensor de los derechos humanos que ganó el Premio Nobel de la Paz en 1984.
La salida de la cárcel de Mandela provocó una oleada de celebraciones en las calles del país, por lo que tuvo que resguardarse en la casa de Tutu, que vivía en una lujosa residencia situada, según recuerda, “en un suburbio blanco, un área en la que no se me habría permitido vivir antes de ir a la cárcel”. EFE