Estados Unidos arrancó este lunes de nuevo una (otra) de las semanas más impredecibles de su memoria reciente con todos los ojos puestos en la vicepresidenta Kamala Harris. La histórica renuncia el día anterior del presidente Joe Biden a continuar en la carrera presidencial y su posterior respaldo a Harris la dejó como el más probable recambio a la cabeza del Partido Demócrata a menos de cuatro meses de la cita de las urnas para derrotar a su contrincante, el republicano Donald Trump. Por ese motivo, un acto inane en la agenda de la vicepresidenta en favor del deporte de base se convirtió de pronto en el acontecimiento de la jornada en Washington.
Por El País
“Biden querría haber estado aquí, pero no ha podido ser, aunque se está recuperando muy bien”, dijo ella al principio de su intervención en una referencia a la covid que el presidente contrajo la semana pasada y de la que se recupera en su casa de la playa, en Rehoboth (Delaware). A continuación, Harris elogió su legado con efusividad: “Lo que ha logrado en estos tres años y medio no tiene comparación en la historia reciente de Estados Unidos”. Tampoco, añadió, “su honestidad, su integridad, su compromiso con su fe y con su familia, su gran corazón y su amor, así como su profundo amor por nuestro país. Soy testigo de primera mano todos los días”. “Nuestro presidente lucha por el pueblo estadounidense y estamos profundamente agradecidos por su servicio a nuestra nación”, añadió.
Harris compareció en los jardines de la cara sur de la Casa Blanca, donde la esperaban centenares de jóvenes llegados de todo el país a un evento que se celebra cada año en honor de la NCAA, la Asociación Nacional de Atletismo Universitario. Es la encargada de regular el deporte juvenil en aproximadamente 1.100 centros educativos en Estados Unidos.
Quienes esperaban que de ese evento saliera alguna pista sobre sus planes inmediatos se quedaron con las ganas. La vicepresidenta fue más explícita sobre su candidatura en redes sociales. Harris confirmó poco antes en su cuenta de X que la jornada del lunes era “el primer día completo” de su campaña. Estaba previsto que viajara por la tarde a Wilmington, en Delaware, para reunirse con el equipo de la candidatura de Biden, que heredó automáticamente, como heredó el dinero que atesoran sus arcas. El presidente eligió Wilmington, su ciudad natal, como sede de su campaña. Se esperaba que la visita de Harris marcase un momento clave en la transición entre ambos candidatos.
Harris no aludió a ninguno de estos detalles en la comparecencia. El resto de su mensaje lo dedicó a alabar el desempeño de los presentes. Algunas de las palabras que pronunció, que hablaban del esfuerzo y de la tenacidad necesaria para alcanzar victoria, pudieron interpretarse como metáforas de lo que se le viene encima en un camino que tal vez la lleve a convertirse en la primera mujer presidenta de Estados Unidos. Evitó entrar directamente en el tema por el que medio planeta estaba atento al evento y muchas preguntas quedaron en el aire: ¿Da por hecho que el partido la elegirá a ella en la Convención Nacional Demócrata de agosto? ¿Ha hablado con Barack Obama o Nancy Pelosi, dos pesos muy pesados del partido que de momento no le han brindado su apoyo? Y sobre todo: ¿Tiene decidido ya a quién escogerá como acompañante en la papeleta?
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