Mientras se avecinan las elecciones presidenciales en Venezuela, la persistente crisis económica del país sigue golpeando a las comunidades empobrecidas del oeste del país, donde las familias luchan a diario contra el hambre y la pobreza.
En Maracaibo, la capital de Zulia, el mayor estado productor de petróleo de Venezuela, Anais Díaz, madre de nueve hijos, aspira a una vida mejor para ellos, pero se encuentra con obstáculos económicos abrumadores.
De los nueve hijos de Díaz, a sus gemelos de seis meses se les ha diagnosticado desnutrición, mientras que el de dos años tiene un peso inferior al normal.
“Me gustaría que estudiaran, que tuvieran un hogar, buena comida, una mejor calidad de vida, una casa decente, un lugar donde puedan dormir bien y estar cómodos. Tengo dos hijos mayores que quieren estudiar, pero no tengo dinero para pagarlo”, dijo la mujer.
A orillas del lago de Maracaibo, el mayor de América Latina, en un barrio de casas sobre pilotes, la familia de Anabel Camejo depende de lo que pesque su marido para alimentar a sus seis hijos.
Camejo, de 22 años, dijo que dos de sus hijos están en un programa de recuperación nutricional por bajo peso.
“Nuestra comida depende de lo que consiga mi marido cuando va a pescar. Él (su marido) también ayuda a su padre y a su familia. A veces, una tía también me ayuda (con la comida)”, dijo.
Consultada sobre cuántas veces sus hijos comen al día, la mujer respondió que hacía la comida y la cena. “El desayuno no, porque no tengo para cocinar. Cuando hay pescado, les hago el desayuno”, dijo.
Tanto Díaz como Camejo dependen de fundaciones locales que proporcionan comidas y asistencia médica a las familias más vulnerables de la zona.
Venezuela vota a su próximo presidente el 28 de julio, y la difícil situación en la que viven muchas personas será una de las principales preocupaciones de la población. A pesar de la reciente recuperación económica que tanto ha pregonado el gobierno de Maduro, muchas familias pasan hambre y dependen de la ayuda para alimentarse.
En los últimos diez años, el producto interior bruto de Venezuela ha disminuido alrededor de un 73%. Aunque Maduro relajó los controles de divisas y otras regulaciones para impulsar la economía en 2019, Venezuela sufre el segundo mayor nivel de hambre de Sudamérica, después de Bolivia, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
Unos 5,1 millones de personas, de un total cercano a los 30 millones, no comen lo suficiente, según la ONU.
Con información de Reuters