El venezolano se reconoce porque es una persona firme aún en las peores circunstancias.
Detrás de su nobleza se esconde el espíritu indomable de Simón Bolívar para hacerle frente a los problemas sin escudarse en terceros. Va de frente y sabe vencer los obstáculos, por muy grandes que sean.
Recapitulando un poco, en estas difíciles circunstancias políticas no hay escenarios naturales para el diálogo con una de las partes empeñada en pisotear al otro sector que ganó las elecciones presidenciales.
Lamentablemente, los “acuerdos”, especialmente el pacto de Barbados, no se cumplieron y hubo un manejo poco confiable del proceso electoral con restricciones a la oposición, irregularidades en el escrutinio y sin evidencias del presunto triunfo del oficialismo.
La situación es difícil y el país aspira un cambio, más allá de la necesidad de despejar las dudas del ganador de las elecciones presidenciales que evidentemente favorece a Edmundo González Urrutia.
Los venezolanos vivimos el drama de la separación de la familia y el sacrificio de cruzar fronteras cuando nuestro país solo ofrece miseria y sufrimiento.
El venezolano quiere que esté triunfo se convierta en la necesaria paz y acuerdo que todos necesitamos, en la tranquilidad para la prosperidad sin retaliaciones, ni venganza pero con justicia, es el momento de iniciar el camino de la unidad, y aunque no se crea, esa es la ruta necesaria para superar todos los obstáculos y surgir como país.
Hay conversaciones entre países amigos que buscan un acuerdo de la dramática situación que estamos viviendo.
Todos esperamos que triunfe la paz, la verdad y la justicia esperamos en el arte de la diplomacia internacional nos conduzcan al cambio que aspiramos.