Cuando Luiz Inácio Lula da Silva regresó al poder, en 2023, el veterano diplomático Celso Amorim (Santos, Brasil, 82 años) volvió con él. Amorim fue el ministro de Exteriores durante los anteriores mandatos del izquierdista, cuando Brasil brilló como nunca en la escena internacional. Ahora moldea la política exterior como asesor especial del presidente y desde ese cargo impulsa, junto al canciller de su país y el de Colombia, un esfuerzo de mediación para que el Gobierno de Venezuela y la oposición negocien una salida pacífica a la crisis abierta por la sospecha de fraude en las elecciones del 28 de julio que dieron la victoria oficial al chavista Nicolás Maduro. En una entrevista telefónica desde Brasilia, Amorim insiste en la firme apuesta por el diálogo.
Por Naiara Galarraga Gortázar / elpais.com
Pregunta. Transcurrido un mes desde los comicios en Venezuela, el bloqueo parece total. ¿Qué salida ve?
Respuesta. Mire, no hay una salida mágica. El presidente Lula intenta alentar, junto a otros, como el presidente [de Colombia, Gustavo] Petro, que haya un mínimo de entendimiento. Sabemos que es difícil, pero es el espíritu del acuerdo de Barbados [por el que pactaron las condiciones de las presidenciales]. Ahora, cuando las partes ni siquiera se hablan entre sí, es mucho más difícil. Nuestro trabajo es seguir trabajando en conjunto con otros, especialmente con Colombia y México.
P. ¿Cómo describe el diálogo de Brasil-Colombia, por un lado, con el Gobierno, por otro, con la oposición, en vista de que ellos no se hablan?
R. No sé cómo evolucionará, pero, obviamente, nosotros no podemos reconocer la victoria del presidente Maduro sin ver las actas, pero tampoco podemos reconocer la alegada victoria de la oposición, porque de lo contrario estamos creando un precedente gravísimo. Por mucho que sean copia de las actas oficiales. Es un verdadero impasse. Por eso llegamos a plantear la hipótesis de unas nuevas elecciones. Lo importante es intentar mantener la puerta abierta para algún diálogo y entendimiento. Es difícil, pero creo que nos interesa a todos. No podemos volver a una situación como la de Guaidó [el opositor reconocido como presidente interino por decenas de países], que era una ficción. Lamentable que la UE lo reconociera.
P. ¿Cómo es ahora el diálogo con el Gobierno de Maduro?
R. Depende de ambos, tanto del Gobierno como de la oposición. Estamos abiertos a escuchar argumentos, a buscar algún entendimiento. Pero yo no puedo decidir la fórmula. Una hipótesis son unas elecciones, como una segunda vuelta. Si ambos dicen que ganaron con holgura, no deberían temer. Pero eso debería ser parte de un paquete que incluyera el respeto al perdedor en un sentido más amplio, amnistía, pero también el derecho a estar políticamente organizado y con capacidad de participar. Deberíamos ver esto incluso como una oportunidad para volver a tener un poco más de entendimiento nacional. Cada país es diferente, pero aquí, en Brasil, también tuvimos que aliarnos con personas que no piensan exactamente como nosotros. Es parte de la democracia, no es injerencia. No vamos a imponer nada.
P. ¿Cree que el Gobierno ha respetado lo acordado en Barbados?
R. No quiero señalar solo al Gobierno. El entendimiento es entre ambos. Venezuela debe ser un país soberano, independiente, con partidos con posiciones diferentes en el que el proceso [electoral] sea respetado. No podemos perder de vista que el año que viene habrá elecciones parlamentarias, a gobernador… Hace 20 años tuvimos una crisis similar, cuando la derecha dirigió un golpe contra el presidente Chávez, golpe que el Gobierno de derecha de España reconoció. La solución fue crear un grupo de amigos, tanto de izquierdas como de derechas, para garantizar que el referéndum revocatorio previsto en la Constitución se realizase. El intervalo era de un año. Ahora el calendario no ayuda. Hará falta imaginación, pero solo la hay con diálogo y voluntad de encontrar una solución.
P. Pero ha pasado un mes desde la votación y Brasil, Colombia, Estados Unidos, la Unión Europea…
R. Nuestras posiciones no son idénticas.
P. Lo sé.
R. Hago esa distinción porque nosotros no estamos diciendo que el otro [el opositor Edmundo González Urrutia] ganó.
P. Ustedes no lo reconocen como vencedor de los comicios, a diferencia de EE UU, la UE y algunos países latinoamericanos.
P. No es un detalle. Nosotros, Colombia y México, los tres mayores países de América Latina.
P. Pero todos están de acuerdo en exigir las actas oficiales mesa por mesa para verificar si Maduro ganó. Las reclaman hace un mes y nada.
R. Busquemos un entendimiento porque tampoco veo factible decir que el otro candidato ganó. Quizá todavía muestran las actas [oficiales]. Supongamos que tampoco llegan en la fecha que determinó el Supremo, ¿entonces qué? Necesitamos encontrar una solución, crear una especie de grupo de facilitadores que dialogue con uno, luego con el otro, para encontrar una solución que incluya el levantamiento de sanciones. La Unión Europea cometió un error grave al no suspender las sanciones, habría sido el principal observador internacional porque el Centro Carter no tiene suficientes medios. Me pareció arrogante que la UE mantuviera las sanciones. Y perdió las condiciones de ejercer de observador.
P. ¿Qué papel podría jugar en una eventual mediación el expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero?
R. El presidente Zapatero es un buen amigo de Venezuela. Conoce muy bien los problemas. Estuvo con nosotros, en la Embajada de Brasil [en Caracas], en dos ocasiones durante las elecciones. Conversamos mucho. Tengo certeza de que podrá ser de gran valía en el momento en que haya una disposición efectiva de negociar. Tenemos que buscar una abertura al diálogo y él es un maestro del diálogo.
P. ¿Cuál es el próximo paso, la prioridad de Brasil?
R. Conversar con todos. Tiene que calar la idea de que necesitamos encontrar una solución aceptada por ambos, aunque no sea ideal para uno u otro.
P. ¿Quién pone más trabas?
R. Cuando Lula sugirió nuevas elecciones, ambas partes lo rechazaron. Eso demuestra que es bien imparcial. Siempre será Venezuela la que decida. Ahora, si quiere tener una buena convivencia internacional, tendrá que tener en cuenta las opiniones de otros países. No es intervenir. Brasil y Colombia no amenazan con nada, no dicen que van a romper relaciones.
P. Y si llega el 10 de enero, la toma de posesión de Maduro, y persiste el bloqueo. ¿Brasil reconocerá un tercer mandato de Maduro?
R. Nuestra doctrina de derecho internacional es reconocer Estados, no Gobiernos. No quiere decir que te gusten o no, pero tienes que mantener relaciones. Además, enero está muy lejos y nuestra esperanza es que podamos encontrar un camino aceptable para ambos, aunque no sea quizá la solución definitiva.
P. Mientras, en Venezuela, cada día hay decisiones. La Fiscalía acusa a González Urrutia de conspirar y lo ha citado. ¿Eso es un obstáculo?
P. La nota de Brasil y Colombia dice que estamos contra los actos de violencia y represión.
P. ¿Le preocupa un estallido de violencia a gran escala?
R. Ese riesgo siempre existe. Por eso consideramos que mientras haya una posibilidad de entendimiento no podemos abandonar esa hipótesis. Es muy complejo. Crear el grupo de amigos hace 20 años tampoco fue fácil, ni obvio. El presidente [Hugo] Chávez quería que fuera un grupo de amigos de Chávez. Y el presidente Lula le dijo no, tienen que ser amigos de Venezuela, para construir una reconciliación nacional respetando las diferencias. Tampoco podemos olvidar que Venezuela, que tiene las mayores reservas probadas de petróleo del mundo, es un peón en el juego geopolítico mundial.