La agitada vida personal del expresidente y candidato republicano Donald Trump lo ha llevado en los últimos años a los tribunales por su conducta sexual desordenada, también fue condenado por falsificación de documentos públicos, y cuenta con un abundante registro de expresiones racistas, machistas y groseras, imposibles de reproducir sin sonrojarse.
Por La Nación
Pero hay un aspecto poco conocido del hombre que aspira a volver a la Casa Blanca el próximo 20 de enero: jamás tomó alcohol. Toda su vida fue abstemio. “Hasta el día de hoy nunca he bebido y no tengo deseos de hacerlo. No me interesa”, afirmó Trump en comentarios públicos en los que reconoció que ni siquiera le gusta el sabor del alcohol. “Recuerdo mis días en la universidad; todo el mundo bebía. Era algo normal… Yo era anormal”.
Además, convirtió su batalla contra las adicciones en una de las premisas de la educación familiar. “Prácticamente desde que mis hijos comenzaron a hablar, yo les decía: ‘Nada de drogas, nada de alcohol, nada de fumar’”, señaló en una entrevista con la revista Forbes en 2010.
Aunque el líder republicano es conocido por su alineamiento con los sectores religiosos más conservadores de Estados Unidos, este rechazo por el alcohol no surge de una premisa moral sino de una experiencia familiar de su juventud que lo marcó para siempre y que pone a la luz una faceta humana poco conocida del candidato presidencial: el impacto que tuvo en él la vida de su hermano mayor, Freddy Trump (1938-1981), que estaba destinado a ser el gran heredero del imperio inmobiliario fundado por su padre, el empresario neoyorquino Fred Trump (1905-1999), y que luego continuó el expresidente.
Un padre exitoso y autoritario
El patriarca de la familia Trump, nacido en Nueva York a comienzos del siglo pasado, fue hijo de un inmigrante alemán, y empezó desde abajo su inmersión en el mundo de la construcción en los años 20 aprendiendo los oficios de carpintero, plomero, electricista y finalmente albañil, hasta que alrededor de sus 20 años construyó y vendió su primera casa. Diez años después, luego de varias decenas de viviendas construidas con éxito y ya varios empleados a su servicio, edificó el primer supermercado en el barrio neoyorquino de Queens, el Trump Market, inaugurado en 1933. Luego amplió el negocio a la adquisición y reforma de viviendas que estaban a punto de ser embargadas, y su fama inmobiliaria se fue extendiendo a toda la ciudad. En 1938, el Brooklyn Daily Eagle se refirió a Fred Trump como “el Henry Ford de la industria de la construcción de viviendas”.
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