Los misterios más grandes se ocultan en el planeta Tierra y a pesar del importante avance tecnológico, algunos no pudieron ser revelados. Ese es el caso del Triángulo de las Bermudas, donde cientos de aviones y barcos desaparecieron sin dejar ningún tipo de rastro. En este sentido, existe otro extraño fenómeno conocido como el Triángulo de Alaska, donde desaparecieron 20.000 personas a principios de la década de los setenta.
Por La Nación
El Triángulo de Alaska está en un área silvestre que conecta las ciudades de Anchorage, en el sur, Juneau en el extremo sureste, y Barrow, en la costa norte.
Fue recién en 1872, cuando esta zona comenzó a tener relevancia a nivel internacional por un pequeño avión privado que desapareció en el aire mientras volaba entre Anchorage y Juneau.
En el mismo, viajaban Hale Boggs, líder de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, Nick Begich, congresista de Alaska, y un asistente llamado Russell Brown. El avión y sus tripulantes fueron buscados a lo largo de un mes con más de 50 aviones civiles y 40 militares, pero jamás se encontró un mínimo rastro de la aeronave o de los hombres.
Del mismo modo, en la zona desaparecieron aviones, excursionistas, residentes y turistas, llegando a un total que supera las 20.000 personas.
Lo que es más aterrador, al hablar de cifras, es que cada año desaparecen entre 500 y 2.000 personas sin dejar ningún tipo de rastro ni de pruebas. Lo curioso, también, es que no todas estas personas estaban en alguna aventura en la naturaleza, sino que muchos desaparecieron realizando alguna actividad cotidiana.
En este sentido, el criptozoólogo e investigador de campo estadounidense Ken Gerhard se impresionó con estos números y con esta historia. Eso lo llevó a realizar profundos estudios en la zona para intentar acercarse a una respuesta.
“Lo que encontré cuando estaba haciendo mi investigación en el Triángulo de Alaska fue que varios de estos casos de personas desaparecidas legítimamente no podían resolverse”, manifestó en diálogo con History Channel.
Asimismo, añadió: “No se trataba simplemente de alguien atacado por un oso o que caía en una grieta; a menudo, se trataba de personas que realizaban sus actividades cotidianas. No estaban en una gran aventura y, sin embargo, al final desaparecieron sin ninguna buena razón”.
Uno de los ejemplos que dio Gerhard es que una persona desapareció en un crucero y otra en una “zona turística en la cima de una montaña”, mientras él y su equipo trabajaban en el Triángulo de Alaska.
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