Embajadora de sabores: La chef venezolana que lleva la comida criolla a nuevas alturas en Minnesota

Embajadora de sabores: La chef venezolana que lleva la comida criolla a nuevas alturas en Minnesota

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“En mi casa la comida siempre significó familia”, recordó Soleil Ramírez quien abandonó su país natal después de enfrentar amenazas constantes, extorsiones y un secuestro. Lo que nunca imaginó es que ese giro inesperado la llevaría hasta el “Estado de la Estrella del Norte”, donde logró materializar un sueño y mostrar a los locales el verdadero sabor de Venezuela a través de dos importantes propuestas culinarias: “Arepa Bar” y “Crasqui”.

Ser mujer, latina y chef en un mundo dominado por hombres estadounidenses no fue suficiente para detener a esta admirable caraqueña, que fijó en el mapa gastronómico de la “Tierra de los 10.000 lagos” una cocina rica y sofisticada, tanto así que uno de sus restaurantes figuró entre los mejores del prestigioso Minnesota’s Best 2024. Pero su historia de superación no termina aquí; apenas comienza. Descubre cómo convirtió cada obstáculo en el ingrediente clave para su éxito.

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En abril de 2016, la vida de Soleil cambió drásticamente tras ser víctima de un secuestro en Caracas. “Fue una experiencia bien fea. Las personas que lo hicieron sabían absolutamente todo de mi familia”, relató entre lágrimas al recordar la dureza de aquel momento. Este episodio no fue un hecho aislado; era parte de una realidad que afectaba a miles de venezolanos. La inseguridad, sumada a las extorsiones por parte de grupos violentos, forzó a Ramírez a tomar una decisión radical.

Soleil, quien había luchado por mantener un negocio en Chacaíto, vio cómo las amenazas continuas la empujaban cada vez más hacia el exilio. “El gobierno siempre trata de coaccionarte con ‘las vacunas’ y no me dejaba. Hasta que tuve un episodio muy fuerte con unos tupamaros dentro del local”, reveló a La Patilla.

Apenas unos días después de ser raptada, viajó a Estados Unidos bajo el pretexto de unas vacaciones, pero en realidad, fue un escape definitivo. Ya instalada en Minnesota, solicitó asilo sin que sus padres supieran la verdad de lo sucedido hasta tiempo después.

Su verdadera pasión

El camino de Soleil hacia la gastronomía no empezó en ese momento, sino mucho antes, en las cocinas de su infancia. Creció en Caracas rodeada de los sabores que su abuela preparaba para la familia. “Cada vez que nos reuníamos para cocinar, era para 12, 20, 25, 30 personas. A mi abuela le encantaba alimentar a todo el mundo”, expresó. Sin embargo, sus estudios iniciales se alejaron de ese mundo.

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Graduada de la Universidad Católica Andrés Bello en administración de empresas, esta joven caraqueña parecía destinada a un futuro corporativo. Incluso completó un posgrado en finanzas, mientras trabajaba para empresas importantes como la Cigarrera Bigott e Intercable. Pero algo no encajaba.

“Siempre había algo que me faltaba”, admitió. A pesar del éxito profesional, sentía que su verdadera pasión no estaba en las oficinas ni en las hojas de cálculo, sino detrás de un fogón. “Cuando empecé a estudiar gastronomía, me di cuenta que ese huequito era que yo necesitaba hacer algo en lo que realmente estaba muy apasionada”.

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La crisis política y económica de Venezuela fue el detonante para que Soleil reconociera que su amor por la cocina era más que un simple pasatiempo. Ante la incertidumbre de la situación del país, decidió formarse en el área gastronómica como una especie de “plan B”. 

Tras cursar estudios en la escuela de cocina Verde Oliva de Bogotá, optó por completar su formación culinaria en La Casserole Du Chef, en Caracas. Así, lo que comenzó como una alternativa de emergencia, pronto se transformó en “su razón de vida”.

El éxito, a fuego lento

Soleil aterrizó en Minnesota con una combinación de valentía y desarraigo, luego de dejar atrás un país donde perdió su seguridad. Llegó a Norteamérica con 300 dólares y apenas siete mudas de ropa, más allá de eso, también se enfrentó a otra serie de barreras que podrían haber derribado a cualquiera. “Primero cero inglés, no hablaba nada. Entendía muchísimo porque mi abuelo se crió en Brooklyn, pero en casa el inglés solo lo usaban mis abuelos cuando peleaban”.

Con el idioma como un obstáculo para poder desenvolverse y un estatus migratorio incierto, Soleil tuvo que reinventarse en una industria culinaria completamente diferente. “El choque fue grande”, dijo sobre su experiencia en la cocina estadounidense. “En Venezuela la gente es chef y trabaja en restaurantes porque son apasionados. En Estados Unidos muchísima gente trabaja en restaurantes porque siente que no tiene oportunidades para desempeñarse en otras cosas, o sea, porque siente que es como una salida a sus problemas”.

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Pese a ello, la amante de la cocina encontró en esos restaurantes su refugio y en los colegas su apoyo, y así se abrió camino en la industria para hacerse un nombre por cuenta propia.

“Empecé a trabajar con el chef Jonathan Hunt, que aquí en Minnesota era muy famoso, tenía tres restaurantes y obviamente a través de él, mi nombre empezó a crecer. Después me salió una oportunidad muy grande en el segundo restaurante más grande de acá, con uno de los chefs más reconocidos del Medio Oeste, y comencé a trabajar para Jack Riebel en el 2017″, contó.

Añadió que Riebel se convirtió en su mentor y que sin él, ella no sería la persona que es en la actualidad. “Él era una persona muy perfeccionista, murió hace dos años. Me presionó muchísimo, me llevó a límites que nunca pensé que podía manejar y hoy en día estoy muy agradecida porque me hizo la vida un poquito más fácil después de eso. Era la única mujer, la única latina en toda la cocina, y era la jefa”. 

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Aunque el camino no fue fácil. Trabajar 90 horas a la semana y enfrentar el duelo por la pérdida de su perrita que había traído desde Venezuela marcaron una etapa crucial en su vida que la llevó a tomar un drástico cambio. 

“Ese día decidí que la única forma de que pueda tener vida, es tomándome un tiempito para pensar realmente qué era lo que quería hacer”. Esta reflexión la llevó a renunciar al restaurante “The Lexington” y abrir “Arepa Bar” en plena pandemia, un acto audaz que muchos consideraron una locura. “Fue muy difícil por el tema económico”, aseveró, pero su perseverancia y la ayuda de empresas sin fines de lucro permitieron que el restaurante prosperara.

Con sabor a casa

“Arepa Bar”, inaugurado en septiembre de 2020, no solo fue un triunfo personal, sino también un medio para presentar la rica cultura venezolana a los habitantes de Minnesota. “La gente aquí no tenía ni idea de qué era la comida venezolana. He tomado la responsabilidad de enseñarle la cultura venezolana como realmente es”, señaló.

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Su esfuerzo por educar y mostrar la autenticidad de la gastronomía de su país la llevó a participar en dos oportunidades consecutivas en la feria del estado, la más grande de Estados Unidos, lo que consolidó su posición en el mercado.

“Hay muchísima gente aquí que tiene restaurantes venezolanos y tratan de adaptarse al norteamericano para poder vender más. Tienes que ser persistente. Sí, va a tomar más tiempo, y sí, va a ser más difícil cuando estás trayendo un concepto que nadie sabe, cuando estás haciendo algo que la gente no conoce, pero por qué adaptarse”.

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Por ello, en 2022 llegó el siguiente paso en su aventura con la apertura de “Crasqui”, un restaurante que fusiona la elegancia con la esencia de Venezuela y sus mejores recuerdos. “Decidí abrir ‘Crasqui’ trayendo un pedazo del mar Caribe. Si entras al restaurante, los pisos simulan el agua. El bar es de madera, traté de crear un ambiente bien elegante, pero al mismo tiempo un elegante donde la gente sienta que están escapando de Minnesota y entrando a Venezuela”, detalló. 

Con una propuesta gastronómica gourmet, “Crasqui” captura la esencia de la cultura venezolana en cada plato sin caer en el menú tradicionalista. “’Crasqui’ es ‘fine dining’, es algo muy gourmet que está basado en mis experiencias, en personas que significan mucho para mí y en viajes en estados, en todo lo que recuerdo de mi país. Tiene ese toque venezolano, pero no vas a conseguir platos típicos venezolanos. Sí vendo cachapas, sí vendo empanadas, pero mis empanadas son negras, están hechas con tinta de calamar y son de mariscos, no son de pollo”.

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También resaltó la carta de bebidas inspiradas en pasajes criollos de sus vivencias, memorias y hechos. “Tengo un trago que se llama Salto del Ángel, hay otro trago que se llama María Lionza, hay otro trago que se llama Hasta el final, que está inspirado en María Corina Machado. Hay otro trago que se llama Orinoco y todos los tragos están inspirados en ese pedacito de Venezuela”.

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“Por ejemplo, uno de los que más se vende es Cuyagua, que obviamente aquí no se consigue el anis cartujo, no se consigue aguardiente, no se consigue cocuy, pero trato de ligar lo que se pueda conseguir aquí para crear esos sabores, y es increíble que cada vez que alguien prueba Cuyagua dice: ‘esto sabe a guarapita, pero mejor’”, agregó.

Lo mejor de Minnesota

Tal selección de platillos y bebidas llevaron a “Crasqui” a ser reconocidos en el Minnesota’s Best de este año, tras obtener el segundo lugar en la categoría de mejor comida cultural, lo que habla muy bien del éxito que ha tenido la propuesta gastronómica. 

“’Crasqui’ acaba de cumplir un año. El restaurante que ganó el primer lugar es uno de los mejores restaurantes de Estados Unidos y del mundo. Conozco al dueño, su restaurante ya tiene muchos años abiertos, lo que está haciendo él es increíble y que tengamos el segundo lugar, después de ellos, de verdad que es espectacular. Eso quiere decir que estoy haciendo algo bien, tratando de poner el nombre de Venezuela en alto”.

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Destacó que cuando tenían apenas cuatro meses de abierto ya figuraban en la lista de los mejores 50 restaurantes de Minnesota. “De verdad que ‘Crasqui’ ha crecido muchísimo en muy poco tiempo y eso nos da más ganas de seguir”.

Con dos restaurantes a su nombre, “Arepa Bar” y “Crasqui”, Soleil logró transformar su visión culinaria en Minnesota donde la gastronomía latina es ampliamente desconocida fuera de lo que ofrece la cocina mexicana. Según resaltó, esto fue un reto donde asumió la responsabilidad de concientizar tanto a sus comensales como a su equipo sobre la riqueza y diversidad de los sabores venezolanos.

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“Muchísima gente realmente piensa que toda la comida latinoamericana es mexicana, que toda la comida es picante, que todo tiene guacamole, pico de gallo o una tortilla”. Pero su determinación y pasión por la cocina le permitieron ganarse un lugar en los paladares de sus clientes, quienes ahora reconocen la diferencia entre los platillos de una cultura y otra.

Memorias en el paladar

Uno de los elementos más poderosos en la propuesta de Soleil es la nostalgia. Además de cambiar el menú cada cuatro meses y preparar recetas deliciosas, la carta de “Crasqui” también cuenta infinitas historias, como la parrilla de un domingo, uno de los más representativos para ella. Cada vez que cocina, regresa a los días familiares en casa de su abuela, rodeada de primos, tíos y los sabores que definen su infancia.

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“Ese plato es como un abrazo de nostalgia, me lleva de vuelta a esos momentos que extraño tanto”, acotó. Otro de sus platos favoritos es Memorias de Tabay, una “pork chop” con salsa de mora y papas fondant que evoca su viaje a Mérida durante su infancia. Cada ingrediente y esa sazón especial son un fragmento de su vida convertido en un bocado inolvidable.

Y lo más sorprendente es cómo su propuesta ha sido elogiada por los estadounidenses. A pesar de las barreras culturales y los prejuicios iniciales, la chef tiene la habilidad de conmover a sus comensales mediante su comida y a su vez, descubrió la mejor forma de mantenerse cerca de su tierra.

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“Ayer vino una señora y casi lloraba. Me dijo ‘gracias por traer esto a Minnesota, nunca he comido algo tan divino’ (…) no es la primera persona que lo dice. Siempre he pensado que cuando le pones amor a lo que haces, la gente lo siente y es lo que me ha apasionado toda la vida. Es la manera que tengo de estar cerca de quien fui y de quien soy. Tener a Venezuela cerca ha sido el regalo más grande”, confirmó.

Soleil tiene claro que su propósito es más grande que simplemente servir comida y garantizar un excelente servicio. En sus palabras, los venezolanos no han valorado suficientemente su propia cultura y es algo que busca cambiar a través de sus restaurantes.

“Quiero expresar con ‘Crasqui’ y ‘Arepa Bar’ que Venezuela no es solo malas noticias. Nosotros tenemos muchas cosas bellas que ofrecer y eso es lo que quiero transmitir. Que Venezuela es grande, que tiene cosas muy bonitas y que debemos estar orgullosos de lo que somos, de lo que tenemos y de lo que podemos ofrecer”.

Su ingrediente especial

Pero en el mundo de los emprendimientos exitosos, no todo es color de rosa y más aún en el contexto de una economía en constante cambio. La criolla expuso que los restaurantes enfrentan momentos complicados por el alto costo de los alimentos, y la situación política en Estados Unidos, especialmente en años electorales, añade una presión adicional.

No obstante, Soleil se mantiene firme bajo el respaldo de su equipo de trabajo al que considera su segunda familia. “Sin mis empleados no soy nadie. Ellos han sido un apoyo muy importante”, manifestó al reconocer el esfuerzo de cada persona que la acompaña en esta travesía gastronómica. Su equipo, compuesto por diversas nacionalidades, es uno de los pilares que aporta un toque de autenticidad a sus restaurantes.

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La propuesta de Soleil no solo incluye delicias gastronómicas. Su labor social es otro de los ingredientes clave en su receta de vida, por ello, ha liderado campañas de apoyo en tiempos de crisis para la gente que sigue en Venezuela. “Nosotros hicimos un fundraiser el primer fin de semana después de que se anunciaron los resultados de las elecciones. Se mandó dinero a varias organizaciones en Venezuela”. 

“Trato de ayudar, de mandar dinero, de respaldar a las familias que están de este lado porque sin nosotros afuera, muchísimos de los que están en Venezuela no podrían sobrevivir. Aquí vienen bastantes venezolanos, nos hemos apoyado mucho”, remarcó. 

Con todo, el futuro de Soleil está lleno de ambiciones. Su deseo es abrir más locales y llevar la cultura venezolana a otros rincones de Estados Unidos. Aunque hay un sueño que la mantiene con los pies en la tierra: una fábrica de quesos, ante lo cual deberá sortear primero algunos desafíos.

En cada plato que sirve, esta caraqueña fusiona con amor los sabores de Venezuela y la fuerza de quien nunca se rindió ante la adversidad. Su triunfo elogia a sus restaurantes, pero también incluye la perseverancia de una mujer aguerrida que día a día aporta su granito de arena para enaltecer el tricolor de su tierra y cosechar un futuro esperanzador.

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