El martes por la noche Israel vivió el segundo ataque directo de Irán de su historia. En esta ocasión los alrededor de 180 misiles balísticos mantuvieron a millones en los refugios o corriendo a buscar cubierta durante más de una hora. Las alertas sonaban tanto en la megafonía como en los teléfonos móviles. Una novedad de esta guerra. Media hora antes de los misiles, dos palestinos llegados de Hebrón, en Cisjordania, salieron de una mezquita en el sur de Tel Aviv, en el barrio mixto de Yafo y apuñalaron y dispararon a viandantes. Se metieron en el tranvía y siguieron disparando. El cómputo hasta ahora es de 8 muertos. Uno de ellos fue abatido por las fuerzas de seguridad y el otro por un civil.
Por La Razón
Los israelíes amanecieron para los preparativos de la primera celebración de las altas fiestas judías. Se conmemora el Rosh Hashaná (en hebreo, cabeza de año), que es el nuevo año judío. Es el 5785. La resaca de la noche anterior se sentía en las calles y comercios, pesadumbre y poca alegría.
Cuarenta y ocho horas antes, el mundo e Israel se preguntaban si Irán respondería a los duros golpes que Israel le asestó a su socio/acólito libanés Hizbulá y si aún pensaba vengar el asesinato del líder de Hamás, Ismail Haniye, en su territorio.
Veinticuatro horas después, llegaron entre 180 y 200 misiles balísticos. La mayoría fueron interceptados por los sistemas de defensa aérea, y algunos por la Marina de Estados Unidos, el Reino Unido y Francia, así como por el Ejército jordano y posiblemente otros países árabes. Los misiles causaron daños limitados, pero fueron una clara demostración de las capacidades de la República Islámica.