El honor es una rutina de la superioridad social. Y ese honor en forma de representación, fue la divisa que hizo de la sociedad colonial una de tipo estamental. Los blancos criollos en la cúspide y los pardos bajo una muy estricta red de dominación siempre desde abajo.
Los intentos de igualación o de promoción social eran mal vistos por la elite blanca criolla y sus aliados los blancos peninsulares. Lo paradójico de esto es que son esos mismos blancos los protagonistas de la Independencia nacional. Una Independencia de formas y no de estructuras. Cambiar para no cambiar nada.
Por ello Boves irrumpe en la Historia de Venezuela como un vengador social. En 1814 lideró la causa de los muy resentidos pardos. Y lo hace desde la única forma en que se podía obtener la tan aspirada igualación: desde la más grande violencia.
Boves, aún hoy en día, nos sigue intrigando. Más que un revolucionario fue un bandido, aunque con unas capacidades guerreras sorprendentes y eficaces. Una furia de la Historia. Un Atila tropical. Un ser demente con arrebatos a lo Calígula. Bolívar, otro apóstata, le precedió en inaugurar la Guerra a Muerte.
La Guerra a Muerte es como la Guerra Florida de los Aztecas: el sacrificio del enemigo. Bolívar la instauró en 1813 y Boves la continuó y profundizó en 1814. Guerra de exterminio con cero regulaciones o Ius Gentium (derecho de gentes). Se pasaba por las armas al vencido.
La barbarie de la guerra con sus impulsos salvajes. El campo/barbarie asaltando a la ciudad/civilización. Doña Bárbara fecundada desde la atroz herida de una violación. Violación que es violencia y que talla el arca de nacimiento de Venezuela. El rencor de Pedro Páramo de Juan Rulfo en las inmensidades de los llanos.
Boves fue el caudillo rebelde por antonomasia. Se le ubica dentro de las filas del Rey, aunque en la práctica sus ejércitos de llaneros semi-desnudos solo le responden a él mismo. Los jefes “institucionales” como Cajigal y Cevallos fueron desconocidos.
Su autoridad la obtuvo de la victoria. Sus galones sobre los terrenos de batalla. Su capacidad guerrera fue legendaria. 10.000 llaneros formaron la invencible: “Legión Infernal”. Un tropel huracanado que Bolívar y sus lugartenientes nunca fueron capaces de contener.
Es bueno recordar que España en Venezuela nunca tuvo una fuerza de ocupación militar. La Independencia fue una guerra civil y los sectores populares, la mayoría de la población, prefirió las banderas del rey a las banderas de la oligarquía blanca caraqueña.
Sostener ésta versión es contrariar las versiones al uso que prevalecen en las escuelas y textos de Historia. En la Venezuela Heroica Boves es un réprobo (condenado a las penas eternas); un Luzbel que prefirió reinar en la ultratumba y cuestionó la impoluta verdad republicana.
Es irónico que el único vencedor de Boves sea el poco conocido y feroz Campo Elías. Y esto es debido a su condición de español de nacimiento y porqué fue un comandante de las partidas republicanas. Para un joven es como explicar que el Niño Jesús es también Dios.
Campo Elías había jurado “acabar con todos los españoles y, luego, cuando no quedara ninguno, suicidarse para que no quedara ni uno solo de su raza”. Esto no tiene ninguna base documental y es sólo un invento más para alimentar la ficción patriótica.
De Campo Elías, se dice que ejecutó en la población de Calabozo a más de 3.000 personas identificadas con el realismo. Rosete, Antoñanzas, Yáñez y otros jefes realistas también fueron fervientes partidarios de la guerra de exterminio.
¿Justificó ese Holocausto la Independencia? La nueva nacionalidad, la venezolana, cargará de generación en generación el trauma colectivo de haber nacido desde la más grande violencia: el horror.
Hasta el día de hoy la sociedad venezolana se asume como policlasista: un himno a un igualitarismo fantasioso alimentado fugazmente por la riqueza petrolera ya hoy dilapidada.
El igualitarismo es otro mito que menoscaba la realidad de una mayoría de venezolanos que viven en la pobreza y cuyo ascenso social por vía de la cultura y educación hoy está truncado.
Boves, y sus prácticas delictivas para tomar por la fuerza lo que le pertenece a otros, están más vigentes que nunca. La igualdad ante la ley es un espejismo.
DR. ANGEL RAFAEL LOMBARDI BOSCAN
@LOMBARDIBOSCAN
Director del Centro de Estudios Históricos de la Universidad del Zulia
Representante de los Profesores ante el Consejo Universitario de LUZ