El 3 de octubre de 2024, el dólar del Banco Central de Venezuela (BCV) estuvo marcado por una tasa de 36,98 bolívares, y su contrincante el dólar paralelo se ubicó en 45,29 bolívares. Esta diferencia de 8,31 bolívares es de 18,35 %, cuya ventaja del precio no oficial en Venezuela viene desde hace semanas con tendencia ascendente.
Por: Walter Obregón | Corresponsalía lapatilla.com
Entre agosto y septiembre de este año, tanto la tasa del dólar BCV como el paralelo, se mantuvieron en aumento. Tomando en cuenta la actualidad, el precio del oficial ha llegado a un pico máximo de 35 céntimos, mientras que el que se cotiza en el mercado negro ha sido de 3,12 bolívares, en una evidente diferencia que pone a temblar a los ciudadanos a la hora de hacer compras, negocios o inversiones, donde no aplica el sistema de control del Gobierno.
Para definir un poco el panorama económico venezolano con esta marcada brecha entre el dólar oficial y el paralelo, lapatilla.com consultó al economista Adán D´ Lima, profesor universitario con maestría en Teoría Económica en la Ucab, maestría en Economía, mención Política Fiscal en la ULA y doctorado en Ciencias Económicas en Málaga, España.
Sabiendo que existe un diferencial muy grande entre el tipo de cambio BCV y paralelo, que viene causando una distorsión en la economía y problemas a nivel de comercio, que también pudiera estar pasando en sectores productivos. ¿Cuál es su análisis sobre esta situación?
En el mercado cambiario estamos viendo una gran distorsión, con un diferencial de casi 10 puntos, o 22 %, que si bien es un porcentaje manejable, no deja de tener efectos perniciosos y negativos, tanto en la economía real como en la economía monetaria, porque cuando se interviene el mercado con una política de regulación o de control por mucho tiempo, la consecuencia es la aparición de un mercado negro, como existe en Venezuela.
Los que tienen acceso al tipo de cambio oficial o BCV, obviamente se aprovechan de la coyuntura en el mercado paralelo, en la búsqueda de alguna ganancia especulativa que tiene sus consecuencias.
Desde la década de los 60 y 70, esta viene siendo una práctica de los gobiernos en Venezuela, no es solamente del actual, cuyo tipo de cambio fijo era de 4,30 bolívares por dólar, el cual se desmontó en el famoso viernes negro durante el mandato presidencial de Luis Herrera Campins (1983). A partir de este momento, cuando se produjo una gran devaluación, comienzan los procesos erráticos inflacionarios, permitiendo al dólar insertarse y ser partícipe como variable fundamental en la economía nacional, pese a que entre los venezolanos no coexistía el término de la devaluación.
Entonces, la inflación y la devaluación empezaron a tener presencia significativa en los mercados, que se mueven en sentido bidireccional, es decir, que la devaluación produce un impacto positivo en la inflación y esta alimenta a su vez al tipo de cambio, que es como se propicia la devaluación, entre otras cosas, porque los agentes económicos buscan protegerse a corto plazo con la moneda dura, que en este caso es el dólar.
En Venezuela se han aplicado distintos regímenes cambiarios. Desde 1970 a 1983 era fijo, pero después de este último año han habido esquemas de tipos controlados, flexibles derivados de un mercado de la oferta y la demanda, el paquetazo económico de Carlos Andrés Pérez, y el anclado desde 1994 a 1998 con Rafael Caldera, que funcionó para controlar la inflación. Sin embargo, todos estos lejos de beneficiar al pueblo, sí lo hacen con quienes tienen la cercanía o control de los dólares oficiales.
Los grandes diferenciales cambiarios y ganancias cambiarias se originan en la especulación.
¿Qué consecuencias pudiera traer esto en corto y mediano plazo?
Gravísimas consecuencias, problemas bastante importantes, porque esto conduciría a una devaluación grande del bolívar, impactando obviamente a nivel de precios internos en Venezuela, inclusive, pudiéramos llegar a un desequilibrio, desigualdad o anarquía por la liquidez o cantidad de dinero contra la producción de bienes y servicios.
Cuando se tiene un diferencial importante entre el tipo de cambio oficial y el paralelo, la consecuencia más inmediata es que si no se le aplica una política de corrección gradualmente a esa acumulación, para tratar de ir mermándolo, en cualquier momento estamos próximos a esa devaluación significativa que mencionamos.
De no controlar la liquidez monetaria, definida por la cantidad de dinero que circula en la economía, los pocos bienes y servicios que se produzcan irán detrás de una gran cantidad de unidades monetarias que conducen a la desigualdad y anarquía económica.
Si comparamos 2024 con respecto a 2023, tenemos un crecimiento de casi el 199 % de la liquidez monetaria, y ha venido creciendo en relación con la productividad real, en términos de bienes y servicios, que representa un grave problema.
Esto es un detonante importante o causante de generación de inflación en Venezuela, porque si le sumas a esto la situación del mercado cambiario, donde vemos que de no darse una corrección del diferencial, va a ocurrir inevitablemente una sinceración o nivelación del tipo oficial con el paralelo, con un impacto entre los niveles de precios en Venezuela alimentando la inflación que ya existe, llevándola a niveles galopantes.
Si no se regula esta distorsión ¿Podríamos caer en el espiral hiperinflacionario?
De no controlar este fenómeno, no estamos lejos de retornar a los procesos hiperinflacionarios, que no queremos que regresen precisamente porque sabemos cuáles son los grandes daños sociales que ocasionan este tipo de fenómenos con crecientes niveles de precios en el país, que afectan mayormente a los sectores populares, los que perciben rentas fijas o los que están amarrados a salarios cada 15 y último de mes.
No sucede lo mismo para quienes se están beneficiando de rentas variables, que son los dueños de medios de producción, que se protegen en monedas duras o divisas fuertes, que con la hiperinflación se hacen más ricos todavía.
Actualmente en Venezuela estamos viendo que esa distorsión, ocasionada por el diferencial cambiario entre el dólar BCV y el paralelo, está generando grandes incertidumbres en la economía y, fundamentalmente en los agentes económicos, que se dedican al comercio y a producir bienes y servicios, debido a que están perdiendo un porcentaje alto de ganancias.
Actualmente los comerciantes aseguran que las ventas están por el suelo, ¿qué pudiera estar incidiendo en este caso?
En el sector industrial y el de pequeñas y medianas empresas, para manufacturar y producir bienes y servicios son muchos los que están realizando sus compras a dólar paralelo, que una vez que llevan a cabo su proceso productivo, tienen que vender al mercado nacional a dólar BCV.
Esta situación está aumentando los costos de producción que racionalmente un empresario los debería trasladar a los precios de los bienes y los servicios, y quien paga el efecto de esa devaluación es el consumidor final, generando una merma en su poder adquisitivo, de sus ingresos, generalmente en el sector más desposeído de la población.
Estamos viendo entonces que el flujo de caja de las empresas está perdiendo valor, porque por más que el empresario trate de trasladar el impacto negativo de ese diferencial cambiario a los precios de los productos de bienes y servicios, no lo puede hacer al 100 % porque estaría perdiendo competitividad en el mercado nacional.
El empresario está obligado a recurrir al mercado paralelo para adquirir las divisas que no consigue en el mercado cambiario oficial, porque el Gobierno no ofrece o no tiene los dólares suficientes para satisfacer la demanda interna.
¿Cuál es su análisis sobre la caída del consumo?
Es importante destacar que de cada 10 dólares que entran al país, nueve dólares provienen de la exportación de petróleo, entonces las reservas internacionales en el país que no llegan a 10 millones de dólares en Venezuela, provienen casi que en un 99 % de esa venta petrolera.
Si comparamos la producción de petróleo que teníamos en 2013, de la que salían 2.400.000 barriles diarios, en la actualidad no llegamos a 800.000 barriles diarios, eso significa que la producción es muy baja, que pudiese mejorar ahorita con la guerra entre Irán e Israel, donde podría repercutir hacia el alza en los precios del petróleo, y se estaría aprovechando para generar una estandaridad positiva que Venezuela pueda disfrutarlos.
Esencialmente, vemos una producción de petróleo mermada, por supuesto eso significa que el gasto público del Gobierno se reduce, porque no hay ingresos suficientes que generen rentabilidad para su financiamiento, y de alguna manera repercute en el consumo interno porque reduce los ingresos fiscales.
Estamos frente a una repercusión importante en ese diferencial que distorsiona el mercado cambiario, que de no corregirse pudiésemos caer inevitablemente en una mega devaluación en Venezuela, que represente por lo menos entre 22 % y 30 % aproximadamente, y eso se va a trasladar de manera inmediata a los precios internos por esa relación estrecha entre la devaluación y la inflación.
¿Qué considera que puede mejorar o reducir el diferencial entre los tipos de cambio?
Corregir, controlar y estimular la inversión. Porque de no hacerlo, insisto, va a repercutir enormemente en el nivel de precios. Por lo tanto, debe controlarse a través de una política cambiaria cónsona. Podríamos caer nuevamente en una hiperinflación si nos descuidamos.
Con la estimulación de la inversión en el país habrá productividad y de esa forma retornarían los dólares con mayor fuerza, donde exista una gran confianza en los agentes económicos que realmente vienen a producir y a quedarse para generar valor agregado, que es la generación de empleos; aumentaría la recaudación fiscal, que ayudaría a mejorar los servicios públicos, entre esos la educación y la salud, que son políticas con efectos multiplicadores desde el punto de vista del bienestar social.
¿Qué recomendaría al ciudadano común para mejorar el manejo de sus finanzas?
En primer lugar, las unidades familiares tienen que revisar sus gastos y eliminar aquellos que son superfluos para tratar de minimizar lo que de alguna manera no genera productividad, que con el tiempo se diluyen porque son inorgánicos.
Con la eficiencia en el gasto, hay que buscar la manera de aumentar los ingresos con inversiones importantes, generando que ese bolívar que entra a la economía familiar, lo puedas disponer en gastos productivos.
Fomentar el ahorro de los ingresos, por ejemplo, con un 10 % de lo que se obtiene, porque de lo que se percibe una parte va al consumo y la otra hay que invertirla.