Lula, según ellos, agente de la CIA, los mató en el Home, el país que degradaron no tiene entidad geopolítica y al desconocer las elecciones el régimen carece tanto de legitimidad de origen como de gestión.
La usurpación carga con el peso muerto insostenible de la derrota. Robaron los sueños de la juventud, aquí los narcos están al frente de las instituciones, mientras que en otros países solo alcanzan a presionarlas. Quien se ha movido entre bandas hamponiles, el colombiano atrapado en Cabo Verde, es ahora el flamante ministro de Industria. La ministra de Turismo es presuntamente cubana.
En nuestra vida ciudadana nos hemos manejado con estos criterios, que pudiéramos aplicar a la situación política que enfrentamos: desterramos la idea de que el éxito es mío y la culpa es de la sociedad que no se embraguetó. Nuestras acciones se fincan en sólidos principios y valores republicanos. Vivimos en la verdad, nos negamos a vivir en la mentira y ejercemos el pensamiento crítico.
La estrategia es saber actuar y mantener los pies sobre la tierra. Creemos, siempre, en ponerle límites al poder. La medida del ser humano no es la boca sino las acciones.
Nos diferenciamos de la apaciguadora “opolaboración” que se adapta por razones crematísticas a vivir bajo la atmósfera castradora de las mentiras, configurados al régimen arrastran una existencia conformista y subyugada.
Insistimos en desplegar acciones, de manera consistente, desde la verdad y pensar por uno mismo. Solo la resistencia política y moral podrán desmantelar las bases del poder autoritario. Al político le exigimos pudor.
La propuesta de futuro es transformar al hombre masa en hombre crítico. Un error repetido es elegir una estrategia que conduce a recorrer los mismos errores.
La vida sin verdad no es vivible, decía Ortega y Gasset. El socialismo cree en el error siempre que proceda del otro y actúa desde la oscuridad del alma.
Sostenemos que hay más gente que se gana la vida sin corrupción. La razón de la dura realidad nos pudiera hacer pesimistas, pero creemos que el optimismo de la férrea voluntad opera el cambio, con la ayuda de Dios.
Concluimos con Hannah Arendt:
«Mentir constantemente no tiene como objetivo hacer que la gente crea una mentira, sino garantizar que ya nadie crea en nada.
Un pueblo que ya no puede distinguir entre la verdad y la mentira no puede distinguir entre el bien y el mal.
Y un pueblo así, privado del poder de pensar y juzgar, está, sin saberlo ni quererlo, completamente sometido al imperio de la mentira.
Con gente así, puedes hacer lo que quieras».
¡Libertad para Javier Tarazona, los policías metropolitanos, los comandos de Vente, Rocío San Miguel, Dignora Hernández, Henry Alviarez, Carlos Julio Rojas, los menores de edad presos, y los hermanos Guevara! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados! Enviado desde mi iPhone